lunes, agosto 10, 2009

Reservoir Dogs

Título: Reservoir Dogs


Director: Quentin Tarantino


Año: 1992


País: USA


Duración: 99












Cinco hombres que no se conocen de nada, acaban trabajando juntos para atracar un banco, guiados por un jefe, Joe (Lawrence Tierney) y su hijo, Eddie (Chris Penn), los únicos que los conocen con anterioridad. Pero en el atraco, las cosas no salen bien y todo termina en un tiroteo. Lo supervivientes van llegando al almacén donde se supone que se repartirían el botín, y allí se echan en cara que alguno de ellos es un policía infiltrado, aunque les es difícil saber quién teniendo en cuenta lo poco que saben unos de otros.

Corría el año 92, y un cinéfago empedernido con solo un film inédito a sus espaldas encontraba apoyo por gente del nivel de Harvey Keitel en la producción (e interpretación) de su primera película con medios. El guión, creado a partir de los conocimientos del señor Tarantino, que así se llamaba este muchacho, cogía elementos bebedores de la subcultura pop constantemente (diálogos ya en los anales de la cinefilia y cinefagia como el del tema Like A Virgin de Madonna, o los comentarios sobre Los 4 Fantásticos) y de esta cinefagia que citaba antes (ya directamente incluidos en la historia, como es la trama relativamente cercana a City On Fire, homenajes casi ocultos y aparentemente incidentales como el hecho de que en el remake americano de Al Final De La Escapada, Vivir Sin Aliento, también aparecía un póster de Estela Plateada, al igual que en la habitación del Sr. Naranja (Tim Roth), o diálogos en los que se cita a Charles Bronson). Incluso querría destacar la referencia a Dillinger y su muerte, perfectamente plausible respecto a la película o a la realidad. Todo ello, con diálogos llenos de un lenguaje coloquial y lleno de tacos que no hace sino hacerlos más creíbles.

Vamos, ese tipo de formas de referenciar a lo subcultural de la realidad, que suele considerarse una de las bases de lo que algunos denominan postmodernidad, aunque algunos prefiramos el término contemporaneidad. Y realmente, funciona enormemente para darle credibilidad a la historia, acercando a los personajes al espectador, al introducirlos en un universo común, a pesar de ser miembros del crimen organizado. Sé que esto que estoy diciendo no es nada nuevo, y está analizado un millón de veces, pero creo importante recalcarlo, aunque no profundizaré más en ello.

De este modo, la narración se desestructura mediante varios flashbacks que nos llevan a ver las vicisitudes de los personajes tras el atraco, en el viaje hasta el almacén donde se desarrolla la línea temporal principal, o a los momentos previos, con la preparación del equipo, las reuniones, etc. Manteniéndose durante todo el tiempo el juego con el espectador, ocultándole la identidad del topo infiltrado el tiempo necesario para engancharle, y después llevándole por todo el desenlace hilando de un modo realmente bueno.

Además, se juega con algunos mcguffins que no afectan en absoluto al desarrollo de la historia, pero que dejan entrever partes de las personalidades de los personajes, que no hablan entre ellos sobre sus vidas privadas, y tampoco a nosotros nos dejan ver demasiadas cosas, al tiempo que acaban de perfeccionar detalles de la historia. Y aún por encima, jugando muchísimo con el relato que los personajes hacen de lo ocurrido para situarnos a nosotros, al tiempo que ellos piensan, reflexionan y discuten para entenderlo, abaratando costes en acción al tiempo que da profundidad a los personajes.

Y todo esto se cuenta con un cuidado tratamiento estético y formal, muy inteligente y que no rehuye del clásico, al tiempo que introduce elementos más propios del cine moderno, resultando de ello momentos como el plano secuencia que sigue al Sr. Rubio (Michael Madsen) a recoger la lata de gasolina, perfecto en cámara, ritmo y sonido, la narración del Sr. Naranja de la anécdota de la droga, lleno de elipsis y juegos metanarrativos, o el juego de la no evidencia de la violencia, dejando a la mente del espectador crear algunos de los momentos como la oreja cortada.Y la banda sonora, también exquisita en cuanto a recoger canciones míticas que dan mucha personalidad a la película y ambientan a la perfección.

La principal pega que le podríamos echar en cara serían algunos errores de raccord como la radio que nadie apaga en la tortura del poli y aún así deja de sonar (que es un elemento irreal, pero que funciona excepcionalmente bien dramáticamente), o algún plano que evidencia demasiado la cámara, como ese en el que vemos en primer plano la nuca del poli, y al fondo, con un foco distinto, al Sr. Naranja moribundo, marcando diferencias entre ellos, pero sacando al espectador del film al pensar en lo raro que queda.

Y la banda, perfectamente interpretada por todos los actores, especialmente Michael Madsen y su aspecto de matón totalmente loco, y Harvey Keitel como el gángster leal y bueno aún a pesar de su profesión. Tim Roth, pues con algún momento algo exagerado pero a buen nivel en la mayoría del tiempo, especialmente en el discurso que suelta a la banda, quedánose Chris Penn por debajo, ya que no acaba de definir al personaje y su nivel de responsabilidad y seriedad, forzándolo un poco, y Steve Buscemi, quien tampoco logra acabar de perfilarse como se perfilan el resto de los personajes que llegan al almacén. Y los que están de apoyo dramático, pues haciendo su trabajo, destacando Samuel L. Jackson como el poli que enseña al topo a engañar al resto, al que parece faltarle tiempo para crear algo más interesante.

Por tanto, un film que resulta tremendamente interesante tanto desde el punto de vista de la historia y sus referencias, como en cuanto a la narrativa audiovisual empleada, con todo, o prácticamente todo, en su sitio a la perfección.










PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.0
Técnica: 8.5
Guión: 9.0
Actuación: 8.0

TOTAL: 8.5

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