martes, noviembre 28, 2006

La Cita De La Vida




Las campanas de la catedral acababan de dar las 5. Mar era consciente de que se le echaba el tiempo encima, e instintivamente aceleró el paso. No quería llegar tarde a aquella cita, puesto que sabía que el simple hecho de retrasarse 5 minutos representaba la diferencia entre la vida y la muerte.

Hacía ya tres años que le habían diagnosticado una enfermedad terminal, así que había comenzado su búsqueda por la fuente de la vida, desembocando esto, gracias a su perseverancia, en esta fantástica cita. Aún no se lo podía creer, en solo media hora podría conseguir dominar uno de los mayores secretos que la naturaleza había escondido al hombre: el dominio de la vida, para poder alargarla a placer.

Al fin, llegó al punto de encuentro, donde aún no se encontraba nadie. Miró su reloj, que marcaba las 5.20. Aún era temprano, hasta 10 minutos después no habría llegado tarde. Miró a la calle por la que había venido, pareciéndole apreciar un hombre, envuelto en una gabardina negra, bajando hacia dónde ella se encontraba. Al ver aquella figura, comenzó a ponerse instintivamente más nerviosa; sus piernas apenas la podían sostener. Estaba segura de que aquel hombre sería quien le revelaría ese secreto durante los últimos años tan ansiado por su persona. Al llegar a donde ella estaba, se dio cuenta de la extrema delgadez del ser, puesto que no estaba segura ni siquiera de que fuera humano, y de lo pálido de su tez.

-H-hola, soy Mar - dijo ella a modo de presentación. El desconocido no respondió, solo se limitó a hacerle una seña con la cabeza para que lo siguiera. Ella, venciendo a su instinto, que la retenía allí, alejándola de aquel ser, lo siguió calle abajo. Al cabo de 5 minutos, le llamó la atención el hecho de que estaban recorriendo calles que ella desconocía totalmente, cuando llevaba viviendo en aquel pueblo toda su vida, recorriendo un millón de veces cada una de sus calles, conociendo cada uno de sus rincones y secretos..., o eso era lo que pensaba hasta aquella noche. Al fin llegaron a una extraña casa, frente a la cual el ser enfundado en la gabardina se paró, abriendo la puerta e indicando con un gruñido a la joven que entrara. En aquel momento en el que traspasó la puerta de la casa, Mar escuchó la primera de las 6 campanadas que indicaban que había pasado más de media hora desde que había visto al hombre bajando por la calle.

La sensación que Mar sintió al cruzar el umbral, es imposible de explicar con palabras, a pesar de lo cual lo intentaré: se trató de algo a camino entre un escalofrío, mezclado con la náusea más absoluta que un ser humano puede llegar a sentir. Una sensación de vértigo acompañaba a todo lo que sentía, y sin embargo, la excitación que la recorría la obligaba a seguir adelante, venciendo todo lo desagradable que le transmitía el lugar.

El ser pulsó un interruptor y la luz surgió, sin saber Mar muy bien cual era el origen, y el ser rápidamente se encaminó a través de un largo pasillo, hasta atravesar una puerta. Mar lo quiso imitar, pero le fue imposible, pues aquella puerta, ya no existía, había desaparecido tras la esbelta figura.

Mar comenzó a ponerse más nerviosa, así que dio la vuelta para volver tras sus pasos y salir de aquel inmundo lugar, pero se topó de bruces con un pasillo en el que no podía apreciar puerta alguna, a pesar de que habían recorrido no más de 10 metros desde la entrada.

La chica, espantada, se calmó todo lo posible, y decidió buscar la salida al pasillo, recorriéndolo una y otra vez, a un lado y al otro, palpando todas las paredes, sin encontrar nunca un extremo, ni una puerta, ni una ventana, y sin irse jamás esa misteriosa luz sin origen del pasillo, enloqueciéndola poco a poco, durante toda la eternidad.

FIN



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