martes, agosto 31, 2010

The Chinese Boxer (Aka Hammer Of The Gods)

Título: 龍虎鬥 (Long Hu Dou)


Director: Yu Wang (AKA Jimmy Wang Yu)


Año: 1970


País: Hong Kong


Duración: 86









Lei Ming (Jimmy Wang Yu) es un estudiante de Kung Fu. Un día, Diao Erh-Yeh (Hsiung Chao) entra en su escuela, amenazando a todos los alumnos. Cuando es vencido por el Maestro Li (Mien Fang), jura venganza, y no tardará en llegar con un karateka japonés llamado Kitashima (Lieh Lo) y dos alumnos suyos. Los cuatro juntos destrozan la escuela y matan a casi todos los allí presentes para montar un casino y hacerse ricos extorsionando al pueblo. Mientras, Lei Ming se recupera y se prepara para luchar y liberar al pueblo, al tiempo que venga a su maestro y a sus amigos.

La bonita dirección de foto en el dojo.


Como en todo en esta vida, en el mundo de las artes marciales la gente tiende a defender su posición enfrentándose a aquellos que piensan distinto. Y es que el ser humano está obsesionado con tener razón, cueste lo que cueste. Solo que en casos como el de las artes marciales, si se decide luchando, pues es mucho más entretenido que viendo a los famosos en los programas del corazón o a los políticos en el parlamento. Y como en esos casos, hay mucha gente dispuesta a usar la ventaja de salir victorioso y coger fama para sacar tajada.

Y de esto va la peli. Con una estructura que sigue esos preceptos tan bien definidos del cine de artes marciales de los Shaw Bros. (que ya definí aquí), presenta una primera parte con un ritmo algo lento, relacionando a la perfección las distintas artes marciales que los protagonistas y antagonistas dominan, pasando a una parte central más simple y directa, donde ya se mejora considerablemente el ritmo. Especialmente en el giro que supone el ataque a la escuela, influenciando con ello a alguna peli posterior e importante en la expansión del género a occidente como es Furia Oriental.

Entendieron mal qué es lo que se deja como la bandera de Japón.


Pero donde realmente se justifica el film, recayendo ahí su fuerza, es en la parte final, naciendo en el entrenamiento, simple y elíptico pero efectivo a nivel narrativo, hasta la lucha final, pasando por la lucha contra la guardia del casino, de donde nacen los 88 Maníacos de Kill Bill de un modo bastante evidente. Al menos su aparición desde todas partes. Además, destacar la poca introducción de tramas paralelas, solo sirviendo de refuerzo la también estandarizada relación con la hija del maestro por parte del protagonista, al igual que las malas artes de los villanos de turno.

Al sr. Tarantino seguro que le suena esto.


Destacar, desde el punto de vista de la dirección, el buen criterio de Jimmy Wang Yu de cara a todo el juego dramático, siguiendo, con el apoyo del trabajo de foto de Shan Hua, los estilos propios del cine de artes marciales y que los Shaw Bros. impusieron. Esto es, lleno de zooms locos, movimientos de cámara casi imposibles en otros géneros, y una serie de falseamientos, sobre todo en los saltos, excesivamente evidentes. Destacaría el tratamiento ambiental de toda la parte desarrollada en la nieve, y especialmente el primer duelo, que consigue, mediante el ataque con armas arrojadizas y el trabajo técnico, convertirse en una escena que podría salir del cine del sr. Leone.

Por otro lado, destacar el exceso de montaje en algunas de las peleas, dejando entrever, quizás, poca planificación o mal trabajo en las coreografías. Aún así, el montaje de Hsing-Lung Chiang destaca por depararnos demasiados momentos de excesiva presencia, como es el del acercamiento a Kitashima en lugar de hecho con un zoom, hecho con varios acercamientos al ritmo de la música que consiguen mucha tensión, aunque sacando al espectador al ser tan raro. También en algunos momentos de conversación se acaba haciendo demasiado presente y protagonista, al introducir contraplanos sin sentido y rompiendo el ritmo, o incluso ejes, de un modo demasiado raro. Pero no quiero tampoco decir que sea un montaje de mierda, puesto que algunos momentos sí está tremendamente acertado, apoyando a los falseamientos y al sentido dramático de la historia, como sería la persecución por entre la hierba y el duelo posterior, o en la gran mayoría del tiempo de combate.


Como en Five Fingers Of Death, pero hecho 2 años antes.


El sonido, hecho por Yung-Hua Yang, extraño, puesto que por un lado parece tratado todo demasiado en postproducción (puede ser algún retoque y remasterización digital moderno, y de hecho suena a eso), pero por el otro, se ve bien sincronizado con toda la escena, y solo determinados momentos se evidencian al 100% como posproducción en cuanto a lo exagerado de los golpes o, sobre todo, el curioso sonido de las espadas entrechocando.

Las actuaciones, pues normalillas para una peli de estas características. Incluso las coreografías resultan, como dije antes, no demasiado espectaculares, pareciendo algunas, como la que enfrenta a Tanaka (Cheng Wang) con el propio Lei Ming al final de la cinta, excesivamente lentas y preparadas. Aún así, gente como el propio Wang Yu o Lieh Lo sí demuestran estar a la altura de las circunstancias y se mueven con soltura en los planos fijos de los combates, consiguiendo dar emoción y espectacularidad a la lucha. También a buen nivel Hsiung Chao (aunque el judo es mucho menos espectacular y por eso no acaba de molar), y Mien Fang en sus dos demostraciones.

En cuanto a su trabajo dramático, lógicamente mucho menos importante que el de artista marcial, Wang Yu peca de ser excesivamente plano y no evoluciona lo que exige su personaje, ni expresa nada en ningún momento. Por encima se sitúan Lieh Lo y Hsiung Chao, que al menos consiguen convertirse en villanos dignos de ser odiados, con bastante carisma. Y Mien Fang, pues convertido en un estereotipo de maestro y punto. Entre el resto, nada destacable en exceso.

Nieve y artes marciales, qué bonito queda aún cuando los malos están en superioridad.



Resumen:

Un film que, desde los cánones esenciales del cine de artes marciales, encuentra algunos aciertos bastante interesantes desde el guión y la dirección que lo sitúan por encima de la media, aún a pesar del excesivo protagonismo del montaje.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 7.5
Técnica: 7.5
Guión: 8.0
Actuación: 7.0

TOTAL: 7.5

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martes, agosto 24, 2010

Happy End

Título: Happy End


Director: Oldrich Lipský


Año: 1966


País: Checoslovaquia


Duración: 71









Bedrich (Vladimír Mensík) nace en la guillotina, se pasa sus primeros años en la cárcel, se enamora de su mujer Julie (Jaroslava Obermaierová) tras reconstruirla en la bañera y ahí ve que empiezan los problemas. Porque ella tiene algo con Ptacek (Josef Abrhám), y a él no le parece bien. Así que deberá tomar medidas. Todo esto le va ocurriendo a Bedrich porque su vida se organiza al revés, jugándose en el montaje con la inversión de la acción, elemento principal para entender el film.

Montando a la mujer, que un poco de gore siempre mola.


El hecho de que el tiempo en el cine no es continuo y lineal es algo totalmente asumido por cualquier espectador. Flashbacks o elipsis son técnicas narrativas que ya desde la época más primitiva se fueron convirtiendo en elementos básicos para entender el devenir de las historias contadas en películas. Pero claro, a veces hay que ir más allá e intentar complicar más las cosas, y así vemos roturas dentro de la realidad y la ensoñación, como es el caso de Olvídate De Mí, de relaciones de continuidad y lógica como en Un Perro Andaluz o inversiones en la historia narrada como el caso de Irreversible o la presente. Aunque esto último con la diferencia de que aquí toda la imagen está al revés, y se nos cuenta la historia desde el punto de vista de que la vuelta es el sentido correcto.

Y es que el guión de Happy End es realmente extraño, con el protagonista hablándonos mediante voz en off y desde el punto de vista de que lo normal es que todo ocurra así. De este modo, la muerte es el nacimiento y viceversa, al igual que desde nuestra óptica, que estamos habituados a viajar hacia el futuro en nuestro trayecto vital, en lugar de envejecer, rejuvenece como le ocurría a Benjamin Button. Además, las partes dialogadas funcionan cojonudamente, con las réplicas intercambiadas en gran medida, pero no totalmente, e incluso jugando continuamente a malentendidos en las mismas que consiguen dar la guinda a todo el humor absurdo que supone el centro de la película, frente al drama tópico y simplón que resultaría de estar montado en el sentido tradicional.

Saltar con los pies por delante, cosa tremendamente peligrosa.


Para todo esto, por supuesto, el guión se salta a la torera ciertos elementos de lógica como serían los contenidos de las elipsis o que él en la historia conteste correctamente, como si viviera hacia adelante. Pero claro, una vez que el espectador ha subido a la historia y la da por válida, no tiene sentido bajarse por esas pequeñas cuestiones, que no hacen sino que gane en cuanto a experimentación y extrañeza. Donde sí se le podría echar en cara algo es en el final, excesivamente cortante y parco, aunque bastante bien situado teniendo en cuenta que una vez que estaba todo ya explicado solo el humor absurdo pero en la misma línea podía seguir aportando interés al conjunto.

Para ello, la puesta en escena que toma Oldrich Lipský es bastante sencilla, sin demasiadas experimentaciones extrañas, y bebiendo directamente de los formalismos de cine mudo más que del cine de la época clásica. Además, con la ayuda de la foto de Vladimír Novotný, con quien colaborara ya en Lemonade Joe, el planteamiento y el uso de cámara están perfectamente diseñados para la inversión y divertimento con el efecto de las cosas ocurriendo al revés, aunque con algún momento extraño como es el del tren, que si se fijan, está grabado circulando hacia atrás y luego dado la vuelta, en un extremo de lo extraño al circular hacia delante pero entrándole el humo en la chimenea, pero también en un error en relación con el resto del film.

Ahí tenemos dicho tren, circulando hacia adelante.


Todo ello, por supuesto, primando el trabajo de montaje de Miroslav Hájek, sin apenas errores ante lo que podría ser. Solo echar en cara algún corte excesivamente brusco. Pero bueno, incluso destacándose el juego de montajes paralelos en varios momentos. Hay que decir, por cierto, que aparte de invertir el sentido, también la velocidad de movimiento parece variar en varias ocasiones, acelerándose y ganando más en extrañamiento. Y además, con un buen ritmo dadas las circunstancias extrañas en las que se decidió montarla. Así que, sobre todo, hay que destacar lo bueno de la complejidad del trabajo y lo innovador, aunque fuese incluido en la idea principal con la que surgió la realización del film.

Qué raro es ver a la gente comiendo hacia atrás.


Esta reversibilidad del montaje resalta frente al sonido, que sí va en el sentido habitual, consiguiendo hilar todo de un modo correcto y que no sea incómodo para el espectador orientarse en la situación vivida. De todos modos, sí que invierte varios momentos para saltarse las chapas legales y cosas que no interesan, dando pie a elipsis que juegan con la rareza de la peli. Los diálogos, de todos modos, no están grabados al revés, sino que dan la impresión de que los actores los soltaron al revés en la grabación, y el sonido que nos llega es un doblaje que, se adapta y entra a la perfección en la imagen.

La música, siempre presente, apoya también la continuidad, jugando con temas entre los que priman obras clásicas como La Gazza Ladra de Rossini que se mezclan con la propia música original compuesta por Vlastimil Hála, y a un volumen muy por debajo del resto de sonidos, solo apoyándolo y apoyando la continuidad a excepción de momentos puntuales.

Las actuaciones, además de tremendamente complejas por el tema de haber hablado al revés, pues bastante simples al tratarse de una película donde la mímica juega un papel fundamental. Además, el exceso de voz en off y las conversaciones invertidas hacen que ninguno de los actores lleguen a tener posibilidad de hacer que sus personajes vayan consiguiendo profundidad. Aún así, hay que reconocer un buen trabajo por parte de Vladimír Mensík, creíble y extraño a la par, igual que pasa con Jaroslava Obermaierová. Y Josef Abrhám, por encima de ellos, siendo un personaje donde el absurdo rezuma en todos los gestos y en todos los momentos, consiguiendo en el tiempo que está ser un antagonista perfecto para la cinta que se trata.

La hija, sacando dinero de una simple hoguerita.



Resumen:

Una peli extraña e innovadora, que consigue hacerse tremendamente divertida en cuanto al humor absurdo y sencillo con el que juega, además de lo extraño que es el hecho de que esté montado con todo el movimiento invertido, yendo mucho más allá de simplemente contarla al revés.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 9.5
Técnica: 8.5
Guión: 8.0
Actuación: 8.0

TOTAL: 8.5

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martes, agosto 17, 2010

Trilogía Kyokushin, Karate Bullfighter o Masutatsu Ōyama

Título: けんか空手 極真拳 (Kenka Karate Kyokushinken)(Karate Bullfighter)


Director: Kazuhiko Yamaguchi


Año: 1975


País: Japón


Duración: 85








Título: けんか空手 極真無頼拳 (Kyokuskin Kenka Karate Burai Ken) (Karate Bearfighter)


Director: Kazuhiko Yamaguchi


Año: 1977


País: Japón


Duración: 87








Título: 空手バカ一代 (Sora-te Baka Ichidai) (Karate For Life)


Director: Kazuhiko Yamaguchi


Año: 1977


País: Japón


Duración: 91









Masutatsu Oyama (Sonny Chiba) es un karateka que consigue vencer en el primer campeonato japonés celebrado tras la II guerra mundial. Pero su estilo de vida y su rechazo a todo lo que para la mayoría significa el karate lo llevan a ser un solitario que intentará aprender y desarrollarse por sí mismo, llegando a tener combates épicos contra toros, osos y, por supuesto, dojos enteros y grandes maestros karatekas.

Cuando uno consigue convertirse en una persona respetada en un campo siempre es bonito recordar y homenajear a aquellos que le han enseñado en el camino. Eso es a fin de cuentas lo que hacen los grupos en sus discos de versiones, o el sr. Tarantino con sus miles de detalles a las influencias, o lo que era Padre De Familia Blue Harvest. Y en las artes marciales, donde la relación maestro-alumno es tan directa y dura durante muchos años, el cariño se eleva, y si tu maestro tiene una vida interesante, que mejor que contarla. Eso es, al menos, lo que debió pensar Sonny Chiba.

(Karate Bearfighter)
Masutatsu Ōyama, mayor y gordo, y aún así partiendo 5 barras de hielo


Y la mayoría de la gente optaría por coger la vida del personaje y condensarla en una película. Vamos, como se hizo toda la vida, desde Man On The Moon a Amadeus pasando por cosas más controvertidas como Ciudadano Kane o el biopic Superstar: The Karen Carpenter Story. Pero aquí no, aquí se coge solo un cacho de la vida del sujeto y se seleccionan momentos, añadiendo otros totalmente inventados (estoy seguro de que la mayoría del metraje de la segunda y la tercera parte solo llega a rozar la realidad muy discretamente). Esto está bien de cara a la espectacularidad, pero claro, resta credibilidad al homenaje y al poder acercarse a la figura de Oyama, aunque al menos pueda hacernos interesarnos por él. Que ya es mucho más de lo que hace la mayoría del cine basado en realidad.

(Karate Bearfighter)
El golpe de la sandalia a la cara. Siempre efectivo


Cosa destacable desde el guión es el hecho de que a pesar de formar una trilogía ya decidida desde la base, cualquiera de las tres cintas funciona a la perfección por sí misma, contando simplemente con un pequeño resumen las dos secuelas, lo justo para no rayar recordando lo ocurrido tal y como ocurría en la trilogía de The Street Fighter, y orientar al que no las haya visto. Aún así, el visionado de las 3 permite crear un arco argumental completo que supone la llegada al estrellato,y después, supongo, algunas anécdotas reales mezcladas con tramas inventadas en el manga Karate Baka Ichidai (guionizado por Ikki Kajiwara) en el cine de karate al puro estilo que acostumbró el sr. Chiba, con mafias, estadounidenses y demás gentes malvadas malmetiendo y corrompiendo Japón, y unas cuantas peleas con muertes y sangre.

(Karate Bullfighter)
Cumpliendo lo que promete el título


De este modo, si bien la primera, guionizada por Norifumi Suzuki y Nobuaki Nakajima es bastante floja en cuanto al ritmo, comienza de modo brutal, con Oyama venciendo el torneo nacional totalmente desarrapado, y con unas crisis de personalidad y de creencia en la filosofía del karate que van perfilando totalmente al personaje. Lo malo está en que se define todo el conjunto por escenas sueltas con una relación temporal mucho más fuerte que la relación dramática. Aún así, el clímax final y la pelea con el toro son escenas que le dan muchos enteros en cuanto a diversión. Por cierto, al respecto de los animales, destacar que hay más de una tachable de maltrato, y entre ellas la del toro, que me gustaría saber hasta donde es real lo rodado y hasta donde no. Porque si Oyama sí es cierto que luchara a mano limpia con los toros (una variable del toreo que al menos me parece defendible, aunque seguía teniendo ayudas), de Sonny Chiba ya lo dudo más.

(Karate Bearfighter)
Si iluminamos poco y movemos la cámara, a lo mejor no se nota que es un disfraz


La segunda, salida de las mentes de los guionistas Nobuaki Nakajima, que repite, y Masahiro Kakefuda, gana muchísimo frente a la primera en cuanto a la profundidad y continuidad de la trama, recogiendo el testigo en algún punto poco posterior a la primera sin definir, con Oyama buscando desafíos y después metiéndose en líos con mafias, aunque siempre defendiendo a quien le sale de los huevos. Así, el ritmo narrativo es el más logrado de las tres pelis, y se hace entretenida, con una cantidad de peleas acertada, que ni se echan en falta ni molestan al desarrollo de la historia, y solamente pudiéndosele echar en cara el viaje que termina con la lucha contra el oso, que huele bastante a relleno y rompe de un modo drástico con todo el resto.

En la tercera, firmada por I. Kajiwara y J. Kagemaru, toda la trama se vuelve más superflua, con traiciones en el mundo del wrestling y nuevamente mafias que en este caso están muy influenciadas por el dominio yankee de posguerra. Así que dejando aparte el comienzo del film, con una pelea cojonuda contra todo un dojo, y lo curioso de las peleas de wrestling con karate en los años 70, poco se salva. Porque el resto es bastante simplón y tópico, con un mínimo interés con la crítica a esa influencia americana en regiones como Okinawa, mostrando con los niños huérfanos la parte menos amable de la guerra, y un poco de relaciones de amistad y lo esencial de las mismas, pero con una profundidad nula. Y, sobre todo, poca lucha interesante, que es lo que uno desea ver en una peli de karate.

(Karate For Life)
Peleando en la casa de los espejos


La dirección de las tres, a cargo de Kazuhiko Yamaguchi, y con fotografía de Yoshio Nakajima, va sufriendo una buena evolución, y si bien en la primera todo el peso de los combates tiende a caer en el uso de cámara en mano, planos demasiado complejos, mucho movimiento y bastante peso del montaje, al llegar a Karate For Life nos encontramos ya con una pelea de inicio que nos permite ver el combate y disfrutarlo, sin obligar a nuestras mentes a imaginar lo que ocurre, sino mostrándolo con la simpleza de una cámara mucho más estable y con solamente los cortes necesarios. En cuanto a las partes dramáticas, juega con una simpleza relativamente clásica y gustándose de acercar la cámara a los personajes para darles personalidad en esos momentos en los que tienen la oportunidad, y gustándose en el uso del zoom para dar fuerza a las imágenes de un modo bastante correcto. Y todo ello, con un uso puramente naturalista de la iluminación, correcta en todo momento.

(Karate For Life)
Pressing Catch Vs. Karate, quien quiere más?


El montaje, por su lado, también evolucionado desde esa primera parte donde se excedía en todo momento, haciéndose demasiado patente y sin llegar a dar el ritmo correcto a la película hasta la tercera, que demuestra en todos los sentidos una técnica más pulida y concreta, a pesar de toda la ayuda que tiene la segunda parte con el guión, a pesar de lo cual falsea malamente toda la pelea con el oso y resulta cortante entre algunas escenas. De todos modos, destacar en la tercera parte el uso de ralentizaciones para dar más intensidad a determinados golpes, acelerando en ese punto la imagen, y que dan un aire muy innovador a la cinta respecto a lo que se estilaba hacer en el 77, igual que la introducción de la radiografía de un brazo roto en Karate Bearfighter, aunque eso ya no era nuevo ni en la filmografía de Chiba, que ya salía en su anterior trilogía.

En el sonido, ya no sería necesario destacar los sonidos de las hostias, omnipresentes en el cine de artes marciales, y en este caso bastante correctos. No así el resto de ruidos de armas y ataques con tendencia a quedar bastante cutres, y resultando un problema que podemos extender a los foleys en general. De todos modos, pasan bastante bien y tampoco sacan al espectador, ya que al menos se combinan con la imagen. Y la música, jugando para apoyar el dramatismo de las tramas ayudando en algunas transiciones y sin resultar muy molesta. Incluso planteándose en varias ocasiones como elemento diegético de la escena.

(Karate Bearfighter)
Lucha final en la playa, que siempre queda bonito


Las actuaciones, a buen nivel por norma general, teniendo en cuenta que la mayoría de los personajes con importancia tienden a ser expertos karatekas. El propio Sonny Chiba, más que correcto en sus coreografías, espectacular, pero sin pasarse a lo fantástico. Además, dando una profundidad al personaje más que correcta, aunque lo haga evolucionar de un modo demasiado caótico, sobre todo en cuanto a sus habituales excesos con el alcohol. Yumi Takigawa, con presencia en las dos primeras, muy creíble, aún con el poco tiempo que tiene para hacer al personaje. Pero con sentido y coherencia que hacen que el espectador se crea y se encariñe con ella, aunque también por guión se lo gana.

De los restantes, destacar a Mikio Narita en Karate Bullfighter, que aunque algo forzado, resulta perfectamente odiable, y a Eiji Go en Karate Bearfighter, que en el poco tiempo que sale, prácticamente solo preparado para la venganza, consigue dotar de muchísima fuerza a su personaje. Los demás, a un nivel más normalito, y con altibajos como sería el personaje bufón de Masayuki Yuhara.


(Karate Bullfighter)
Cuantos ladrillos quiere? Ponga 17



Resumen:

Una trilogía interesante, con buenos momentos y una historia muy vagamente basada en la realidad. Además, las tres partes funcionan bien por separado, destacándose la segunda por encima de las otras dos en cuanto a trama y la tercera en cuanto a técnica, quedándose la primera con el honor de ser la más cercana a la realidad.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 7.5// 7.5 // 7.5
Técnica: 6.5// 7.5 // 8.0
Guión: 7.5// 8.5 // 6.5
Actuación: 7.5// 7.5 // 7.5

TOTAL: 7.5 // 8.0 // 7.5

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miércoles, agosto 11, 2010

Nagai Yume (Long Dream)

Título: 長い夢 (Nagai Yume)


Director: Higuchinsky


Año: 2000


País: Japón


Duración: 58









Mukoda Tetsurou (Shuuji Kashiwabara) es un paciente de un hospital cuyos sueños le hacen vivir a través de tiempos cada vez más prolongados, lo cual le provoca un distanciamiento cada vez mayor de la realidad humana, tanto mental como físicamente. El doctor Kuroda (Masami Horiuchi) se encarga de su caso, con ayuda de su joven colega el doctor Yamauchi (Kenjirô Tsuda). Pero además, Kuroda sigue obsesionado con una chica muerta años atrás, cosa que le ayuda a sentirse fascinado por el caso de los sueños largos.

En japonés, medicina se dice medicina


La extraña relación entre la realidad y el mundo onírico es algo evidenciado y asumido en la ficción. Desde la reflexión de “que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son” de Segismundo en La Vida Es Sueño, muchos son los ejemplos que podemos encontrar. Sin ir más lejos, en el mundo del cine, podemos ver ejemplos de reflexión sobre esa posible mentira soñada que es la realidad en cosas como Matrix, Abre Los Ojos o El Origen. Y coño, a veces, incluso parecería preferible vivir en ese mundo onírico donde nos pueden esperar maravillas antes que vivir en el mundo real con sus problemas. Claro está, si obviamos la posibilidad de las pesadillas. Porque lo de vivir eternamente mola, que como se dice en la película el miedo a la muerte es un instinto humano puro, pero claro, vivir eternamente en felicidad y no sufriendo. Que para algo lo que prometen casi todas las religiones es sufrimiento si uno no acata sus normas.

Y esta es la idea con la que se juega en la presente cinta, consiguiendo un relato que mezcla la narrativa de terror gótico con un punto surrealista, amén de un cierto halo de drama psicológico, influenciado también en gran medida por sus características de TV-movie. Con esto, la peli empieza con una idea muy clara y bien definida, que avanza rápido y con interés por la vida de Mukoda, aunque finalizando esta trama demasiado pronto, variando hacia el protagonismo del mad doctor de turno, que se obsesionará con la substancia que permite el sueño eterno, dando valor a lo que hasta ese momento parecía ser solo una trama secundaria.

La cara realmente acojona, y con el movimiento del objetivo, aún más


Además, el ritmo es totalmente inconstante, siendo en conjunto demasiado bajo para la historia que se cuenta, aún a pesar de buenos momentos puntuales y del buen comienzo con toda la rareza del caso del hombre que tiene sueños largos. Pero es que toda la parte final, y la trama del doctor por sí misma, se cargan mucho el conjunto. De todos modos, hay que reconocer que la historia en sí funciona y se hace interesante, e incluso si conseguimos entrar en esa segunda trama con la historia personal de Kuroda tiene buenos detalles, aunque se quede trabada y llena de evidencias.

Pero bueno, es que en todo esto pesa demasiado la condición de TV-movie, y la mala definición e importancia que da Higuchinsky desde la dirección a los distintos personajes, quedándose el trabajo de cámara en algo obvio y con demasiado aspecto de cutrez en muchos momentos, y evidenciando con la fotografía la grabación en vídeo. Aún así, ayudando el buen uso de distintos objetivos y ángulos para conseguir introducir un ambiente pesadillesco en las imágenes que nos muestra, al igual que con distintos tipos de cámaras y trabajos de montaje, introduciéndonos mínimamente en la historia, aunque no siempre con el mismo acierto.

Tampoco ayuda el montaje, también hecho por Higuchinsky, ya que consigue apoyar muy poco el ritmo y cae en un uso excesivo de encadenados y cortinillas que restan seriedad y ambiente terrorífico a la película. Esto por descontar las introducciones de las ensoñaciones de Kuroda, principal problema al que se enfrenta la historia, ya que toman un peso excesivo y acaban por cansar, al resultar repetitivas y poco informadoras. Al igual que lo cansino y cutre de las transiciones con el hospital dibujado como forma de orientar en el paso del tiempo.

Si a Ned Flanders le funcionaron las cortinillas de estrellas...


Pero bueno, esta imagen del hospital, está muy por debajo del resto de efectos de Issei Oda, resultando bastante enfermizos y locos aún a pesar de que también tienden a terminar siendo muy evidentes y cutres, teniendo solamente perdón por la falta de presupuesto para más en cuanto al trabajo con 3D en el año 2000.

El hospital, todo un ejemplo de localización


El sonido, de lo mejor que podemos encontrar en la parte técnica, con un buen trabajo en el directo, y un montaje que apoya correctamente la ambientación que busca la imagen. Además, la música de Zuntata se adapta correctamente, y aunque en algún momento puede llegar a resultar excesivamente repetitiva, en general ayuda en extrañar con su trabajo ligeramente atonal.

Las actuaciones, dispares en su calidad, puesto que si bien tenemos a un Kenjirô Tsuda que está bastante bien, coherente en toda la cinta y bastante comedido aunque excesivamente superficial, también podemos encontrarnos en el extremo opuesto a Masami Horiuchi, excéntrico y forzado especialmente en la parte final de la cinta, a pesar de conseguir interiorizar mejor al personaje y dotarlo de más profundidad en todo el tramo inicial de la historia. Y aún así, con un último plano cojonudo en su trabajo corporal, porque expresivo poco puede.

Entre los restantes, destacar a Tsugumi, en un buen papel de chica inocente asustada, al igual que en el momento de volverse loca, pero con poco tiempo para desarrollar casi nada, y a Shuuji Kashiwabara, creíble en todo el tiempo con sus declaraciones a cámara y en su conversión posterior, aún a pesar de lo difícil que era no resultar ridículo con ese aspecto. Y Eriko Hatsune, totalmente carente de interés, aún a pesar de estar constantemente introducida por el montaje, ayudando a que el espectador la aborrezca, a pesar de lo mona que pueda ser.

Adivine cuál es la cinta sospechosa...



Resumen:

Una historia que en sí misma resulta interesante, pero llena de un montón de errores desde el trabajo de guión, dirección y montaje (es decir, del trabajo de Higuchinsky) que afectan a su ritmo y a la capacidad de captación de interés de cara al espectador muy negativamente.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.5
Técnica: 6.0
Guión: 5.0
Actuación: 6.5

TOTAL: 6.5

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martes, agosto 03, 2010

If Footmen Tire You, What Will Horses Do?

Título: If Footmen Tire You, What Will Horses Do?


Director: Ron Ormond


Año: 1971


País: USA


Duración: 52









El comunismo acecha a los Estados Unidos. La sociedad está arruinándose, y cada vez se pierden más los valores cristianos, odiados por los comunistas. Por eso el predicador Estus W. Pirkle explica a toda su congregación el peligro que les acecha, afectando con sus palabras especialmente a Judy, una joven que se ha ido apartando del camino correcto y ahora se da cuenta de ello.

Todos sabemos y comprendemos que existan películas reaccionarias y extremistas con determinados temas. A fin de cuentas, dentro de la sociedad siempre ha habido gente así. Y aunque existen cosas como Raza, principalmente esas pelis están hechas a modo de documental, exagerando, o inventando directamente hechos para modificar la opinión pública, y alarmar frente a diferentes hechos. Así, podemos encontrar desde las propagandas antimarihuana de los años 30, siempre con Reefer Madness como bandera, hasta las exageraciones de corte antiliberal de Michael Moore, pasando por barbaridades deliberadamente posicionadas como Defenders Of The Faith o por los extremos ecologistas de Una Verdad Incómoda.

"Señoras Y Señores, Soy Estus Pirkle"

Y por esas razones, muchas veces estas obras son difíciles de tomar en serio. De hecho, tienden a tener más éxito años más tarde en círculos para descojonarse un poco de las animaladas que proclaman que en cuanto a concienciar al público al que va orientado. Vamos, como cuando se ponía El Primer Día De Klaus como vídeo de seguridad laboral. Así que desde estos dos puntos intentaremos analizar la peli, porque como docudrama objetivo, es de una locura atroz, pero como film de ficción pop y desquiciado, la cosa mejora notablemente.

Desde el comienzo, vemos ya por donde van los tiros, con el predicador dando la chapa sobre lo mal que va la juventud, la degeneración social que reina, y, sobre todo, el peligro que esto es para el avance de los comunistas, esas personas que solo disfrutan torturando, matando y obligando a los cristianos a trabajar de sol a sol hasta morir. Y guiando este mensaje, una serie de ejemplos de situaciones presentadas a los oyentes y mostradas a nosotros, porque a ellos solo podrían mostrársele por vía psíquica. Aunque realmente a Judy le afecta como si las viera, igual son alucinaciones suyas.

Clavar ramas a los niños en los oídos, la medida que toman los comunistas para evitar que escuchen la palabra de Cristo

La cuestión es que con esto, y gracias a lo exagerado y absurdo de la mayoría de las afirmaciones, la película se hace entretenida, y sus 52 minutos pasan bastante rápido, ya sean por la sana diversión que pueden proponer, o por el inmenso miedo que nos puede producir si somos especialmente crédulos. Pero bueno, si alguien traga, mejor que se lo mire, porque dentro de estas exageraciones, existen momentos como los lavados de cerebro que hacen a los niños, demostrándoles que Cristo no les envía caramelos si se los piden, mientras que Fidel Castro sí, o los métodos de tortura que emplean solo por puro divertimento contra los cristianos, por dejar de lado el que un soldado borracho pueda entrar en la casa de cualquier ciudadano a tirarse a su mujer por ser todo propiedad del Estado.

Hola camarada, vengo a tirarme a su mujer, que por algo es propiedad del Estado

Todas estas partes, grabadas con unos mínimos estéticos bebedores de la simpleza de la exploitation y serie B de los 60 y 50, con las acciones bien creadas para explicar gráficamente las situaciones que se vivirían si los USA fuesen invadidos. Aún con lo simple y plano del trabajo de cámara, encontramos algunos momentos algo más interesantes, pero puntuales. Lo que no se es si esto varía de algún modo en relación a cual de los hermanos Ormond estuviese detrás de la misma. En cuanto al trabajo en la iglesia, todo el tiempo es extremadamente simplista y de poco interés, dando primacía a la palabra, y simplemente dedicándose a mostrar un poco a los asistentes, y centrarse en Estus W. Pirkle y en Judy Creech.

El montaje, también hecho por Tim y Ron Ormond, básico, con los juegos de planos del interior de la iglesia para dar un mínimo ritmo (muy mínimo), y las intercalaciones de las historias, donde podemos encontrar unos cuantos errores de raccords y de saltos, aunque funcionando relativamente bien. Además, las idas y venidas entre historias y chapa, se hacen con una fluidez interesante, jugando con el sonido y la narración. Y por otro lado, consigue ser un apoyo relativamente bueno a los efectos extremadamente simples y cutres que se emplean para asustar e impresionar aún más a los espectadores, porque el gore está presente en bastantes momentos.

Colgar cristianos sobre horcas, otro de los divertimentos comunistas

El trabajo en sonido está pasable, jugando con el directo y la voz por encima, o en ocasiones solo el sonido que correspondería al plano, resultando con esto mínimamente variado en relación a no resultar una repetición de motivos y de ritmos. La música, afectando directamente a los sentimientos de miedo y alarma que pretende provocar el film, pero siempre resultando rancia ya para el año 71. Especialmente destacable al respecto la horrible música de créditos.

En las actuaciones, destacar al propio Estus W. Pirkle, que lo único que hace es de predicador apocalíptico anticomunista, es decir, de sí mismo a juzgar por lo que se puede encontrar sobre su vida, así que bien. Judy Creech, poniendo una cara cada vez más exagerada y forzada, así que bastante bien si tenemos en cuenta lo evidente que procura ser todo el contexto en que está metida. También podríamos destacar a Cecil Scaife, bordándolo en los primerísimos planos en los que demuestra lo malos y feos que son los comunistas. El resto, de relleno y bastante prescindibles, y en esa misma línea exagerada y evidente.

Los comunistas, cuando raptan niños, les golpean la cabeza contra los soportes del porche


Resumen:

Una película propagandística cristiana anticomunista! Creo que eso sería suficiente, pero bueno, decir que es exageradamente divertida y absurda su posición reaccionaria, rodada con simpleza pero algunas buenas ideas, y varias escenas bastante bestias y relativamente explícitas a pesar de lo cutre.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.0
Técnica: 4.0
Guión: 7.0
Actuación: 5.5

TOTAL: 6.0

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