jueves, febrero 28, 2013

Django Unchained (Django Desencadenado)

Título: Django Unchained


Director: Quentin Tarantino


Año: 2012


País: USA


Duración: 165











El Dr. Schultz (Christoph Waltz) es un cazarrecompensas alemán que rescata y libera a un esclavo llamado Django (Jamie Foxx) para que le ayude a cargarse a tres hermanos y cobrar entre los dos la recompensa que ofrecen por ellos. Una vez que se ve libre, Django confiesa a Schultz que querría comprar a su mujer para así liberarla a ella también, así que al alemán se le ablanda el corazón y decide echarle una mano en sus planes, introduciéndose en el feo mundo de los esclavistas.



Christoph Waltz y su carreta con muela. Uno de los mejores vehículos de la historia del oeste.


Parece que el sr. Tarantino cada vez gusta más de las historias grandilocuentes y llenas de vueltas. Bueno, a excepción de Reservoir Dogs y Jackie Brown, lo cierto es que siempre ha tenido esta tendencia, máxime si consideramos Kill Bill como un todo, porque incluso con una exploit de como Death Proof, necesitaba crear dos mitades muy diferenciadas dentro del film y llegar a rondar las dos horas de duración en su versión más completa. Pues bien, esta tendencia, en Django Desencadenado, también está desencadenada. Probablemente porque al tratarse de una sola trama contada cronológicamente, esa grandilocuencia se ve perjudicada frente a esas películas anteriores del director nacido en Knoxville.

La historia comienza muy bien, como un western muy influenciado por el spaghetti pero con ese trasfondo del esclavismo como base narrativa, dejando claramente una muesca de pelis como The Legend Of Nigger Charley pero también Mandingo. No obstante, de pronto ese trabajo de aventura en el oeste se rompe para dar pie a un drama esclavista bastante puro, que sigue recogiendo ciertas cosillas de western que se arrastran desde esa presentación. Un drama que, para más inri, decide gustarse excesivamente y dar vueltas y giros lentamente, recreándose en la horrible situación de los esclavos de un modo que, a estas alturas del film, no llega a aportar demasiado y solamente retrasa el desenlace de una historia para la cual ya había suficiente material sembrado.



Eso es, sirviéndose cañas en 1858. Quién quiere verismo histórico?


Por el camino, unas cuantas escenas memorables, desde la discusión entre los miembros de un Ku Klux Klan primigenio –que de hecho recuerda también a los encapuchados de Django- que sí, es muy divertida pero poco aporta a la trama, hasta el cameo de Franco Nero dando pie a explicar cómo se escribe y se pronuncia Django van haciendo, al menos, entretenido el camino hasta el final. Además, la acción se va metiendo en pequeñas y calculadas dosis, en su mayoría incluso dando algunas vueltas de más con una extraña obsesión por buscar un mayor realismo frente a esas victorias absurdas que un héroe exploit podría tener siempre. Y a fin de cuentas, vale, no nos creeríamos que un tipo se cargue a 40, pero ya llevarse a 10 por delante una y otra vez es igual de increíble.

Quisiera reflexionar, también, que la violencia mostrada en la peli es bastante explícita en relación a la tónica habitual Tarantino, con un exceso de sangre en los disparos que se va hasta lo grandguiñolesco y una pretensión de diversión en ella sin preocupación por lo inverosímil (lo que choca con esas vueltas para que resulte creíble que los personajes sobrevivan). Vamos, la violencia se vuelve aquí espectáculo, y su presencia incluso tiende a provocarse de tal modo que solo podamos aplaudir como aplaudiríamos ante un film de acción al estilo de Los Mercenarios. Esto cobra aun más importancia si tenemos en cuenta que nace de ese avance lento de la historia, porque como espectadores esos momentos se aplauden enormemente al servir como relax.



Elegancia.


Todo ello, como es habitual en Tarantino desde Kill Bill, con fotografía de Robert Richardson. Una fotografía que se mueve muy bien en relación al ambiente que busca el film en cada momento, jugando con convenciones exploit como los zooms o con los tonos cálidos propios de los westerns (por cierto, destacar lo bien que se utiliza el barro del suelo del pueblo, algo que viene directamente de Django), pero también destacándose en ese ambiente casi irreal de las haciendas gigantescas de los campos de algodón, de donde destacaría un momento como el paseo en la zona de árboles. Además, un trabajo muy bueno con el movimiento de cámaras, forzando los efectos dramáticos de un modo genial.



Solo intentar molar menos le habría hecho crear un gran personaje.


El montaje, donde Fred Raskin recoge el testigo de la desaparecida Sally Menke después de que ésta hubiese montado todos los films de Tarantino, parece mantenerse bastante bien al nivel. Algunos errores de raccord sin mucha importancia e incluso algún salto de eje que tampoco supone un gran problema son sus principales errores dentro de la convención habitual de la técnica. Por lo demás, destacar su buen hacer en esas secuencias de acción, donde supone una de las bases para ese aire desenfadado y excesivo que plantean. Además, su combinación con una banda sonora espectacular -desde la canción de Django hasta un tema compuesto ex profeso por Ennio Morricone- y un trabajo de sonido bastante adecuado, ayuda mucho a la hora de crear esa carcasa más que interesante.

En el plano actoral, destacar a Christoph Waltz. Nuevamente, clava a su personaje desde un primer momento, con su aire siempre altivo e incluso confiado. No es casualidad que la mejor parte del film coincida con la parte en la que tiene un mayor protagonismo y control sobre la situación. Jamie Foxx, por su lado, pues también lo hace bastante bien aunque se fuerce en algún momento muy concreto. Pero nada, realmente se le perdona, pues su personaje es complejo y además juega con esos conceptos de actuación dentro del propio film, lo cual nunca es sencillo.



Esa fotografía de fondo, de lo mejor de esta parte del film.


Destacar, también, a Don Johnson, que se mueve perfectamente en su papel de terrateniente tan excesivo que se convierte fácilmente en un villano perfectamente sacado de cualquier peli de los 70 o incluso del mundo del cómic. Algo similar intenta Leo DiCaprio pero con mucho menos carisma a pesar de tener mucho más tiempo en pantalla. Su personaje, si bien resulta creíble, no consigue aportar ese tinte de crueldad que se corresponde a sus acciones, quedándose a las puertas incluso cuando pretende ser abiertamente malvado. Aun por encima, no le ayudan ni Samuel L. Jackson, que resulta tan absolutamente sobreactuado que no resulta creíble y hasta se pasa de la línea de poder hacer gracia con su personaje cliché de negro más racista aun que su amo -perdiendo así el poder subversivo que tenía este personaje- ni Dennis Christopher, que acaba por resultar bastante soso, aunque hay que decir que más por guión que por actuación.



Violencia, violencia, violencia, y por eso le amamos a usted!


Resumen:
Se hace larga y el guión parece dar vueltas simplemente alargándola sin demasiado sentido en su parte central y final, aunque se compensa con buenas escenas divertidas, dosis de violencia-espectáculo y una puesta en escena y trabajo de cámara bien diseñado y planteado, con influencias exploit y spaghetti pero con esa manera de coger influencias habitual de Tarantino.



PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 7.5
Técnica: 7.5
Guión: 6.5
Actuación: 7.5

TOTAL: 7.5

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jueves, febrero 21, 2013

Django

Título: Django


Director: Sergio Corbucci


Año: 1966


País: Italia / España


Duración: 91











Mientras un grupo de indeseables azota y tortura a una mujer por prostituirse con mexicanos, un misterioso personaje aparece cargando con un ataúd. Es Django (Franco Nero), y se carga a esos indeseables. Coge a la prostituta, Maria (Loredana Nusciak) y se la lleva a un burdel cercano, desde donde se enfrentará a toda la guardia del Mayor Jackson (Eduardo Fajardo) y después se aliará con una banda mexicana, rival de éste, para conseguir el oro que Jackson guarda en un fuerte cercano.



Es imposible mejorar la presentación de un personaje poniendo su nombre, y título de la peli, sobre un ataúd.


Por aquí ya he dejado patente la importancia de este spaghetti western al comentar films como Alambradas De Violencia (Pochi Dollari Per Django), Yo Soy Trinidad (Django Spara Per Primo) o Sukiyaki Western Django. Pelis que, directamente, recogían el nombre del genial personaje creado por Sergio Corbucci en 1966 y que se convertiría en uno de los iconos más utilizados del spaghetti western –incluso homenajeado por Miike en esa última peli que cito o por Tarantino en su Django Desencadenado- a pesar de no tener una secuela oficial hasta 1987, ya pasado todo el fenómeno y quedándose en una simple película directa a vídeo, en lugar de ensalzar aun más la figura del pistolero del ataúd.

La importancia se la ganó gracias a la gran capacidad de Corbucci para crear una historia directa, sin concesiones, donde la perspectiva del espectador es totalmente externa, aun sintiéndose constantemente atraído al héroe y necesitar apoyarlo pues es el único que no parece un grandísimo hijo de puta. Esto, a pesar de que en ningún momento sepamos casi nada de él; sólo unas nociones respecto a su atribulado pasado y ciertas pautas de comportamiento según avanza el film. Pero tampoco necesitamos más, pues es el misterio y la ocultación lo que hacen tan grande al personaje interpretado por Franco Nero.



Un hombre y su ataúd. Mucho más útil que una maleta, aunque solo sea por la significación psicológica.


De entrada, nuestro personaje se perfila como un vaquero sin caballo, que camina portando un ataúd cuyo contenido desconocemos, entrando en un pueblo de mala muerte donde la pulcra arena ha sido convertida en barro. Un barro que se convierte en una constante del film y que mancha la historia en conjunto, impregnándola de un halo de desesperación y suciedad. Esta entrada en la ciudad, por cierto, ocurre después de ver, en un prólogo, la increíble capacidad de nuestro protagonista con el revólver, cargándose a 5 hombres para acabar salvando a una prostituta de una muerte segura. A partir de esto, la presentación está hecha. No necesitamos ni queremos más.

Lo siguiente que se nos ofrece es una historia de traiciones, con la violencia como eje motor –si no, de qué iba a ser un spaghetti western-, donde veremos a Django luchar contra un cacique racista y luego unirse a unos bandidos mexicanos, todo con la ayuda que venía dentro de su sempiterno ataúd y con el individualismo como marca de comportamiento de todos los personajes. A ello, le juntamos la pequeña pero importante historia de amor que se establece entre la prostituta y él y un final apoteósico y legendario dentro de los spaghetti. Así tenemos una película redonda del género y una de las mayores aportaciones italianas fuera de Sergio Leone al western, si no la mayor.

La puesta en escena de Corbucci, como siempre, consigue un aire nihilista donde la vida no importa y la violencia es lo único que impera. En apariencia, la fotografía de Enzo Barboni no resulta especialmente innovadora dentro del género, recuperando esos zooms, esos tonos cálidos, esa cámara que escapa de su eje vertical y esos primeros planos que Leone y Massimo Dallamano (hubo más en la foto pero destaquemos al milanés) estaban poniendo de moda en el país. Sin embargo, apoyándose mucho en ese aire sucio que da el barro del que hablaba antes, el ataúd y sus connotaciones o las cruces del cementerio en la escena final, la muerte y la suciedad están siempre presentes, como una sombra que nos persigue. Y cuando la muerte nos acecha tan constantemente, la fuerza de la historia gana enteros, así como la desesperación de la misma. A ello, sumamos un montaje de Nino Baragli (“casualmente” también montador de El Bueno, El Feo Y El Malo) y Sergio Montanari que sabe aprovechar a la perfección esa fotografía y marcar el ritmo en los tiroteos y peleas, consiguiendo meternos dentro y ver la muerte aun más cerca. También una banda sonora de Luis Bacalov cuyo tema principal ya está en los anales del cine y conseguimos terminar de crear un film de acción y tiros, sí, pero con una carga moral que plantea el sentido de la vida de un modo genialmente deprimente, aunque no llegue a la altura de la siguiente peli de Corbucci, El Gran Silencio –obra maestra todavía a reivindicar a este respecto-.



Es de todo ese barro de lo que estamos hablando.


Franco Nero, en su trabajo, está casi perfecto. Frío y distante, su mirada de niño bueno en algún momento le traiciona y nos hace ver demasiada humanidad en su personaje. Una humanidad que en otras ocasiones sería positiva al acercarnos a él, pero que en esta ocasión nos aleja de la intención primigenia del film. Igualmente, en general no se le puede reprochar nada más, y cuando sus ojos se clavan en sus enemigos resultan tan acojonantes como su imposible velocidad con el revólver.

Por otro lado, el enemigo poderoso que resulta Eduardo Fajardo funciona a la perfección, y este sí que con la frialdad y maldad que se le presupone. También muy bien José Bódalo en su papel de líder de la banda mexicana, siguiendo los cánones estereotipados de su personaje pero, quizás precisamente por eso, resultando creíble y apoyando muy bien el desarrollo del film. Por último, destacar a la bella Loredana Nusciak, que con su mirada y su presencia consigue terminar de mostrar a Django como un personaje donde sólo vive la venganza, pues solo así podría escapar de la atracción que la romana provoca a la cámara. Por otro lado, destacar además lo que profundiza en su personaje a pesar de no tener demasiado tiempo en pantalla para ello, escapándose de un mero papel como florero.



Capuchas: abaratan costes, hacen cierta referencia al Ku Klux Klan y probablemente influyan directamente en cierta escena concreta de Django Desencadenado.


Resumen:
Un western violento donde la muerte es una presencia constante que nos sobrevuela, creando un ambiente sórdido y sucio y consiguiendo crear a uno de los personajes eternos dentro de la imaginería de los spaghetti.



PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.5
Técnica: 8.0
Guión: 8.5
Actuación: 7.5

TOTAL: 8.0

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jueves, febrero 14, 2013

Boss Nigger

Título: Boss Nigger


Director: Jack Arnold


Año: 1975


País: USA


Duración: 87











Boss Nigger (Fred Williamson) y Amos (D'Urville Martin) son dos cazarrecompensas negros que un buen día tras cargarse a unos forajidos y salvar a una muchacha en problemas llegan a una ciudad sin sheriff, recayendo de este modo todo el poder aparente en el alcalde y sus ayudantes. Así que, ni cortos ni perezosos, los dos hombres decidirán coger los puestos de sheriff y ayudante pese a quien le pese y devolver la ley a la ciudad, aprovechando la coyuntura para sacar un poco de dinero en base a multas y aunque para ello acaben teniendo que enfrentarse al racismo y al sistema corrupto que impera en ese pueblo.



Se puede ser más duro? Lo veo difícil.


Canta la canción que sirve como banda sonora a los créditos “Un hombre negro/en una ciudad de blancos/tiene problemas” (la traducción es mía). De este modo quedan claras las intenciones del film, así como los derroteros por los que va a tirar. Y escuchando el aire funky del tema, también su calidad de cine blaxploitation, por si aun teníamos dudas teniendo en cuenta el título, el argumento y el año de producción.

La historia nace, básicamente, de una especie de transposición de los personajes de la bilogía de Nigger Charley, y es que ahí están Fred Williamson y D'Urville Martin, repartiendo leña y siendo un tipo duro y frío el primero, mientras el segundo hace una especie de papel de bufón clásico en el mundo de la narrativa, aunque en esta ocasión resultando más duro y con mucha más autoestima que en los films citados. Dos personajes obvios, que no necesitan presentación y de los cuales apenas sabemos nada externo, solo que trabajan como cazarrecompensas y en algún momento, al menos Amos, han servido al hombre blanco, por mucho que ahora sean ciudadanos libres. Por eso digo que podrían servir como transposición de los otros y no pasaría nada, no nos importa de dónde vengan, sino dónde están y a dónde se dirigen.

Los dos personajes, bien interpretados desde sus características estereotípicas y manidas. Igual que el resto del papeles si los vemos en su media, donde de todas formas podríamos hablar de un sobreactuado William Smith que, al menos, aporta sus músculos y su pinta de macho hiperduro perfecto para hacerle competencia a Williamson, Barbara Leigh con el personaje más complejo y lleno de contradicciones del film -siendo una pena que no se le de más cancha, pues es, de lejos, la que mejor está en el film- o a R.G. Armstrong como ese alcalde corrupto y asustado, bien actuado pero plano.



Un blanco sirviendo a dos negros en el oeste. Nótese la simbología.


Así transcurre la historia, con buena dosis de acción a la que se le introducen ciertas gotas de romance, intriga por saber hasta donde está introducida la mierda dentro del sistema gubernamental del pueblo, y algunas pinceladas de humor para sobrellevar los momentos en los que la trama parece volverse repetitiva. Nada nuevo bajo el sol, ni falta que hace, pues la historia funciona bien, mete como relativa novedad el tema racial, los giros y el final funcionan bastante bien, con tiroteos incluídos y consigue aparentar un aire de influencia spaghetti por mucho que la producción sea totalmente yankee y sean estos los cánones que sobresalen.

En la dirección de un Jack Arnold venido a menos tras muchos años de televisión aun a pesar de tener en su historial obras cumbre de la ciencia ficción del calibre de El Increíble Hombre Menguante o La Mujer Y El Monstruo apenas 20 años antes y en la fotografía de Robert Caramico, es donde podemos ver más esta influencia de cierto aire spaghetti pero resultando mucho más sobria de lo que sería habitual en el subgénero italiano, dejándose llevar por la historia y aprovechando muy bien el decorado, aunque terminando por ser bastante plana en muchas ocasiones. No ayuda a ello el montaje de Eva y Gene Ruggiero, obvio y esquemático. Al menos, en ambos aspectos hay que reconocer cierto oficio y que cumplen bastante bien con lo que pretende ser el film. Lo mismo que el sonido, aunque a éste se le podría echar en cara cierta carga excesiva en los graves, al menos en la versión que pude ver yo.



Un plano que no debería faltar en ninguna película del oeste.


Resumen:
Una película que sigue su sendero en base a tópicos y giros obvios y trillados, con unas actuaciones también en un nivel decente sin destacar y con un trabajo técnico que sigue en esa misma linea mediocre pero aceptable, dejando un sabor de boca de algo que podría haber sido mucho más, pero que se queda en una peli del montón.


PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 6.0
Técnica: 6.5
Guión: 6.0
Actuación: 6.5

TOTAL: 6.5

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jueves, febrero 07, 2013

La Leyenda Y El Alma De Nigger Charley

Título: The Legend Of Nigger Charley


Director: Martin Goldman


Año: 1972


País: USA


Duración: 98










Título: The Soul Of Nigger Charley


Director: Larry G. Spangler


Año: 1973


País: USA


Duración: 109











En La Leyenda de Nigger Charley, Nigger Charley (Fred Williamson) es un esclavo que, gracias a la mediación de su madre, consigue que su amo lo libere. Pero la vida no es fácil para un negro en el oeste, porque aun siendo libre la mayoría de los habitantes no lo admitirán como un ciudadano más. Por eso, junto a Toby (D'Urville Martin) y Joshua (Don Pedro Colley) acabará huyendo de su tierra para acabar luchando contra todo un pueblo típico del oeste americano, primero por sus vidas y luego defendiendo la granja de un pobre hombre y su hija.

En The Soul Of Nigger Charley, Charley (de nuevo Fred Williamson), luchará junto a Toby (de nuevo D'Urville Martin) contra el esclavismo uniendo a todos los negros que puede en su lucha por la libertad. Una lucha que incluye un atraco a un tren y el unirse a un grupo de pistoleros mexicanos en pos de sobrevivir en un ambiente hostil para ambos pueblos. De este modo, también conocerá a Elena (Denise Nicholas), parte de una especie de comuna negra, una mujer con carácter que hará aflorar los sentimientos que incluso Charley tiene.



La Leyenda De Nigger Charley: Williamson enseñando a disparar a D'Urville. O lo que es lo mismo, un herrero enseñando a disparar a un mayordomo. Por qué no?


La Blaxploitation es uno de los géneros exploit que mejor se supieron adaptar a todo tipo de historias. Desde las obvias películas sobre el hampa, la droga y los vigilantes (entendida la palabra en el sentido yankee) que no dejaban de derivarse directamente del propio mundo en el que se veía obligada a vivir la mayoría de la población negra del país hasta las historias de zombies como Sugar Hill o incluso las de artes marciales protagonizadas por Jim Kelly. Si a esa capacidad le sumamos un actor como Fred Williamson, capaz de adaptarse a la perfección a las líneas de explotación italianas como demostraría, sobre todo, en la magnífica Aquel Maldito Tren Blindado, pues blanco y en botella que algún día saldrían westerns protagonizados por negros. Aunque fuese con producción norteamericana. Unos westerns que, además, recogían el tema de la esclavitud para lograr aún más fuerza y comentario social en un momento en el que los panteras negras y los defensores de los derechos civiles estaban día sí y día también en las noticias.

Ahí es donde surge La Leyenda De Nigger Charley (por un lado, me alegro de que no se tradujera el nombre del protagonista a Negrata Charley o algo así, por muy cutre que suene el título español). Un film que arranca desde la dureza del encontronazo con la libertad en medio de una sociedad que no admite eso para un negro y se va mezclando rápidamente con influencias de spaghetti western, lleno de violencia y con la búsqueda de libertad convirtiéndose en leitmotiv de la acción. Un film que resulta prototipo de exploitation, con acción constante desde un comienzo y un desarrollo que no deja pie a demasiado descanso, trabajando desde una estructura de presentación-nudo-desenlace clásica y muy marcada. Solamente destacar negativamente el momento en el que los 3 hombres escapan de Virginia para encontrar su vida, donde el ritmo se ve tremendamente afectado.

Tras un final épico que nos deja a Charley siendo consciente de los beneficios y riesgos de la libertad en un país salvaje como era la América de mediados del XIX, en la segunda parte, El Alma de Nigger Charley, se nos presenta una situación muchísimo más americana, incluso con cierta influencia de Peckinpah y del western más clásico, con Charley descubriendo un escenario desolado donde los únicos supervivientes son un niño y un hombre al que dejaron atado al suelo para que las alimañas se lo llevaran. Los dos, por supuesto, negros. A partir de ahí, Charley y su siempre fiel Toby acabarán intentando provocar una especie de mini-revolución con los habitantes de algo similar a una comuna negra robando 100.000$ de un tren. Vamos, la idea de western que existe incluso desde antes de que fuese un género, con el Asalto Y Robo Al Tren. Una historia en la que se verán involucrados también latinos y que resulta muchísimo más lenta que la anterior, disponiendo gran parte del metraje en caminatas y charlas y no en acción, sumándose a ello una estructura mucho más clásica al meter trama amorosa y de cuidado y educación del crío, además de meter el discurso de liberación negra mucho más obvio y aburrido, provocando con todo ello el guiar toda la estructura con una monotonía que asusta por su ausencia casi total de giros. Sobre todo, si lo comparamos a los que tenía la primera parte.



La Leyenda De Nigger Charley: Fumando la pipa de la paz. Ningún tópico del cine de negros de los 70.


A todo esto, se suma un trabajo desde el punto de vista de la dirección que en La Leyenda se postula, como es coherente con el guión, con una visión más cercana al spaghetti. Destacan algunos planos donde la luz crepuscular se deja ver, jugando, sobre todo, con planos cercanos y un montaje muy dinámico durante los tiroteos. Eso sí, el clasicismo no está totalmente ausente, dejando una pátina de film americano bien definido. El Alma es más clásica, también en coherencia con ese guión, resolviéndose las situaciones con una planificación más estereotipada, obvia e incluso, valga la redundancia, plana. Para rematarlo, en los pocos tiroteos que se nos ofrecen, la falta de presupuesto se hace presente y no se consigue un aire de acción demasiado bueno ni potente.

Fred Williamson, por su parte, mantiene bastante bien el nivel de tío duro en ambos films, por mucho que sus debilidades sentimentales aparezcan en la segunda y en la primera no, incluso a pesar de que deja atrás a su chica y a su madre en la primera mitad del film, pero sin volver a acordarse de ellas. El otro actor común a ambas, D'Urville Martin, no deja de ser un simple escudero, un Sancho Panza que ayuda a Charley pero cuya personalidad no podría existir sin él. En este sentido, el actor sabe mantenerse en su sitio y apoya bastante bien el avance del film.



El Alma De Nigger Charley: Liberando a un preso de un castigo absurdo.


Entre el resto de actores, destacarían Don Pedro Colley en la primera y Pedro Armendáriz Jr. en la segunda, siendo ambos el tercer personaje con fuerza de cara a la violencia, aunque Don Pedro esté cerca de poder quitarle protagonismo a Williamson, consiguiendo una potencia en su personaje impresionante mientras que Armendáriz se mantenga siempre en un segundo plano. De hecho, destaca ya que éste segundo aparezca mediado el film, después del robo. Destacaría, también, Denise Nicholas en esta segunda, sumando ese punto amoroso que parecía innecesario dado cómo se estructuraba el personaje protagonista en la primera parte y que de hecho, poco aporta al film, salvo un final con cierta potencia.



El Alma De Nigger Charley: Negros cabalgando en el oeste. La imagen define estas dos películas.


Resumen:
Si bien La Leyenda De Nigger Charley es una película exploitation bastante pura, con mucha acción y ese aire molón que siempre tienen los protagonistas de la blaxploitation, en The Soul Of Nigger Charley se opta por un film mucho más obvio, menos violento y más clásico, pero también más anodino y mediocre.


PUNTUACION (Leyenda/Alma)

Originalidad/Riesgo: 8.0/6.5
Técnica: 7.0/6.0
Guión: 7.5/5.5
Actuación: 7.0/6.5

TOTAL: 7.5/6.0

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