jueves, febrero 21, 2013

Django

Título: Django


Director: Sergio Corbucci


Año: 1966


País: Italia / España


Duración: 91











Mientras un grupo de indeseables azota y tortura a una mujer por prostituirse con mexicanos, un misterioso personaje aparece cargando con un ataúd. Es Django (Franco Nero), y se carga a esos indeseables. Coge a la prostituta, Maria (Loredana Nusciak) y se la lleva a un burdel cercano, desde donde se enfrentará a toda la guardia del Mayor Jackson (Eduardo Fajardo) y después se aliará con una banda mexicana, rival de éste, para conseguir el oro que Jackson guarda en un fuerte cercano.



Es imposible mejorar la presentación de un personaje poniendo su nombre, y título de la peli, sobre un ataúd.


Por aquí ya he dejado patente la importancia de este spaghetti western al comentar films como Alambradas De Violencia (Pochi Dollari Per Django), Yo Soy Trinidad (Django Spara Per Primo) o Sukiyaki Western Django. Pelis que, directamente, recogían el nombre del genial personaje creado por Sergio Corbucci en 1966 y que se convertiría en uno de los iconos más utilizados del spaghetti western –incluso homenajeado por Miike en esa última peli que cito o por Tarantino en su Django Desencadenado- a pesar de no tener una secuela oficial hasta 1987, ya pasado todo el fenómeno y quedándose en una simple película directa a vídeo, en lugar de ensalzar aun más la figura del pistolero del ataúd.

La importancia se la ganó gracias a la gran capacidad de Corbucci para crear una historia directa, sin concesiones, donde la perspectiva del espectador es totalmente externa, aun sintiéndose constantemente atraído al héroe y necesitar apoyarlo pues es el único que no parece un grandísimo hijo de puta. Esto, a pesar de que en ningún momento sepamos casi nada de él; sólo unas nociones respecto a su atribulado pasado y ciertas pautas de comportamiento según avanza el film. Pero tampoco necesitamos más, pues es el misterio y la ocultación lo que hacen tan grande al personaje interpretado por Franco Nero.



Un hombre y su ataúd. Mucho más útil que una maleta, aunque solo sea por la significación psicológica.


De entrada, nuestro personaje se perfila como un vaquero sin caballo, que camina portando un ataúd cuyo contenido desconocemos, entrando en un pueblo de mala muerte donde la pulcra arena ha sido convertida en barro. Un barro que se convierte en una constante del film y que mancha la historia en conjunto, impregnándola de un halo de desesperación y suciedad. Esta entrada en la ciudad, por cierto, ocurre después de ver, en un prólogo, la increíble capacidad de nuestro protagonista con el revólver, cargándose a 5 hombres para acabar salvando a una prostituta de una muerte segura. A partir de esto, la presentación está hecha. No necesitamos ni queremos más.

Lo siguiente que se nos ofrece es una historia de traiciones, con la violencia como eje motor –si no, de qué iba a ser un spaghetti western-, donde veremos a Django luchar contra un cacique racista y luego unirse a unos bandidos mexicanos, todo con la ayuda que venía dentro de su sempiterno ataúd y con el individualismo como marca de comportamiento de todos los personajes. A ello, le juntamos la pequeña pero importante historia de amor que se establece entre la prostituta y él y un final apoteósico y legendario dentro de los spaghetti. Así tenemos una película redonda del género y una de las mayores aportaciones italianas fuera de Sergio Leone al western, si no la mayor.

La puesta en escena de Corbucci, como siempre, consigue un aire nihilista donde la vida no importa y la violencia es lo único que impera. En apariencia, la fotografía de Enzo Barboni no resulta especialmente innovadora dentro del género, recuperando esos zooms, esos tonos cálidos, esa cámara que escapa de su eje vertical y esos primeros planos que Leone y Massimo Dallamano (hubo más en la foto pero destaquemos al milanés) estaban poniendo de moda en el país. Sin embargo, apoyándose mucho en ese aire sucio que da el barro del que hablaba antes, el ataúd y sus connotaciones o las cruces del cementerio en la escena final, la muerte y la suciedad están siempre presentes, como una sombra que nos persigue. Y cuando la muerte nos acecha tan constantemente, la fuerza de la historia gana enteros, así como la desesperación de la misma. A ello, sumamos un montaje de Nino Baragli (“casualmente” también montador de El Bueno, El Feo Y El Malo) y Sergio Montanari que sabe aprovechar a la perfección esa fotografía y marcar el ritmo en los tiroteos y peleas, consiguiendo meternos dentro y ver la muerte aun más cerca. También una banda sonora de Luis Bacalov cuyo tema principal ya está en los anales del cine y conseguimos terminar de crear un film de acción y tiros, sí, pero con una carga moral que plantea el sentido de la vida de un modo genialmente deprimente, aunque no llegue a la altura de la siguiente peli de Corbucci, El Gran Silencio –obra maestra todavía a reivindicar a este respecto-.



Es de todo ese barro de lo que estamos hablando.


Franco Nero, en su trabajo, está casi perfecto. Frío y distante, su mirada de niño bueno en algún momento le traiciona y nos hace ver demasiada humanidad en su personaje. Una humanidad que en otras ocasiones sería positiva al acercarnos a él, pero que en esta ocasión nos aleja de la intención primigenia del film. Igualmente, en general no se le puede reprochar nada más, y cuando sus ojos se clavan en sus enemigos resultan tan acojonantes como su imposible velocidad con el revólver.

Por otro lado, el enemigo poderoso que resulta Eduardo Fajardo funciona a la perfección, y este sí que con la frialdad y maldad que se le presupone. También muy bien José Bódalo en su papel de líder de la banda mexicana, siguiendo los cánones estereotipados de su personaje pero, quizás precisamente por eso, resultando creíble y apoyando muy bien el desarrollo del film. Por último, destacar a la bella Loredana Nusciak, que con su mirada y su presencia consigue terminar de mostrar a Django como un personaje donde sólo vive la venganza, pues solo así podría escapar de la atracción que la romana provoca a la cámara. Por otro lado, destacar además lo que profundiza en su personaje a pesar de no tener demasiado tiempo en pantalla para ello, escapándose de un mero papel como florero.



Capuchas: abaratan costes, hacen cierta referencia al Ku Klux Klan y probablemente influyan directamente en cierta escena concreta de Django Desencadenado.


Resumen:
Un western violento donde la muerte es una presencia constante que nos sobrevuela, creando un ambiente sórdido y sucio y consiguiendo crear a uno de los personajes eternos dentro de la imaginería de los spaghetti.



PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.5
Técnica: 8.0
Guión: 8.5
Actuación: 7.5

TOTAL: 8.0

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...