jueves, septiembre 30, 2010

Brutalidad en tu cara... Festival!




Eso, que me digna anunciar el concierto de I'M DRUNK, mañana viernes, en el vigués Bar De Juan, dentro de las jornadas auspiciadas bajo el Brutality In Your Face Fest, totalmente recomendables en sus 4 días. Vayan y oigan, que completan el cartel unos cuantos grandes como Altar Of Giallo, Fetal Incest, Agonica y Strangled With Guts

VER ENTRADA COMPLETA

martes, septiembre 28, 2010

Aula A La Deriva

Título: 漂流教室 (Hyôryû Kyôshitsu)


Autor: Kazuo Umezz


Año: 1972-1974


País: Japón


Edición: Ponent Mon


Tomos: 6 de 370 pag. aprox. cada uno)









Un colegio entero desaparece de su localización habitual en Tokio para aparecer en medio de un desierto inmenso. Entre sus alumnos se destaca la figura de Sho Takamatsu, que se erigirá como líder y protector de los alumnos tras la caída de todos los profesores, y que poco a poco se irá percatando de cuál es la situación real, de que el viaje quizás no ha sido espacial sino temporal, y de que su supervivencia es cada vez más complicada. Y mientras tanto, viéndose obligado a lidiar con todo tipo de problemas en la minisociedad que supone el colegio, al tiempo que elementos externos atacan sin que los niños puedan hacer demasiado para luchar.

Estamos hablando de fútbol!.


Resulta que un grupo de personas que por vicisitudes del destino acaban abandonadas o perdidas en un paraje desconocido, viéndose obligados a sobrevivir con los recursos existentes, es algo que ha dado pie a unos cuantos argumentos de ficción. Desde Robinson Crusoe hasta Perdidos se va evidenciando, además del hecho de que las islas son un buen lugar para ello. Y si los protagonistas son críos, es evidente que El Señor De Las Moscas se convierte en una cita inevitable, como ocurre con el manga que nos ocupa.

Pero lo que no es tan habitual es que esto suceda no en otro lugar del espacio, sino en otro punto temporal, como ocurre aquí. Y es que los viajes temporales hacia delante han mostrado problemas apocalípticos como los de El Planeta De Los Simios o La Máquina Del Tiempo, con el colapso de la humanidad como protagonista. Que no parece que tengamos mucha confianza en poder salir hacia delante correctamente.

Contra eso, ni a cañonazos.


Centrándonos en Aula A La Deriva, es importante resaltar su condición de ficción seriada, con esa necesidad de mirar hacia delante constantemente, y que es su principal problema de credibilidad en conjunto. Porque, al igual que ocurría con la ya citada Perdidos (por mucho que digan sus seguidores), se evidencia que muchos de los momentos son creados para el disfrute puntual, sin pensar en sus consecuencias y ni siquiera, en ocasiones, en sus posibles resoluciones. Tal es el caso de momentos como el monstruoso ciempiés que les ataca, o la aparición de elementos como las setas o la momia.

Pero bueno, esto es algo que también hace especial al cómic, evolucionando a trompicones por un montón de problemas y siempre con una estructura de ocurre algo, se soluciona e inmediatamente están metidos de lleno en un nuevo momento de agonía. Con esto consigue, lógicamente si nos tragamos las fantasiosas explicaciones que se dan a prácticamente todo (desde sueños hasta agujeros temporales causados por explosiones), un ritmo cojonudo, basado en el constante cliffhanger y la constante cercanía del fin.

Los sacrificios, siempre de moda.


Para ello, unos personajes que, con la ventaja de ser críos de unos 11-12 años, se muestran en ocasiones tremendamente maduros y responsables, pero también derivándose hacia el hecho de que son niños y se desesperan ante su incapacidad para afrontar la situación, sobre todo al no ser capaces de entenderlas. No obstante, es chocante esa relación entre ellos y los adultos, además de los diálogos, situándolos muy por encima del nivel habitual que deberían mostrar.

En cuanto a sus características personales, los principales se encuentran perfectamente definidos desde su aparición, comportándose, dentro de ese derivar entre la madurez y lo caprichoso, de modo coherente y bien argumentado, aunque se eche en falta un poco más de evolución en los mismos. Pelín excesivo, si me apuran, algún momento tirando hacia el final, especialmente en el comportamiento de Ootomo, así como esos momentos de valentía pura que demuestran algunos de los críos. Pero bueno, que si nos centramos solo en la lógica y la coherencia la historia perdería mucho. Así que se le debe perdonar.

Aprende a hacer anuncios, DGT.


Eso sí, echándosele en cara la excesiva costumbre, nuevamente derivada de ese mirar hacia delante, y que de todos modos se da sobre todo solo en la primera mitad de la serie, de hacer aparecer desde el grupo de alumnos no protagonistas a nuevos personajes, que de pronto se vuelven importantes y resultaban tener una cierta importancia pero sin que nosotros lectores lo supiéramos, y vuelven a desaparecer rápidamente sin mayores explicaciones.

Y todo con dibujo del propio Umezz, con un aspecto simple y efectivo, aunque con un exceso de estaticidad en determinados momentos, y sin llegar a resultar demasiado correcto en cuestiones como las expresiones faciales de los críos. Pero sin embargo, muy bien en cuanto a la creación de monstruos y a las luchas, lo cual, al sumarse a su poco miedo a mostrar elementos de violencia explícita, consigue crear mucha fuerza en esos momentos en los que realmente es necesaria para que la trama cobre sentido y agilidad.

No, no se está afeitando.


Nota: las imágenes no corresponden a la edición comentada, sino a una en inglés digitalizada por ahí. Por eso evité viñetas de diálogos.


Resumen:

Un manga que acusa mucho su condición seriada, sobre todo por problemas en cuanto a la continuidad y la lógica narrativa, pero que una vez que el lector entra sin prejuicios en su mundo, se hace entretenido gracias a sus constantes cliffhangers y el buen uso de los recursos de Umezz como dibujante en las escenas de tensión.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.5
Dibujo:: 7.5
Guión: 6.0
Personajes: 6.5

TOTAL: 7.0

VER ENTRADA COMPLETA

miércoles, septiembre 22, 2010

The Entity (El Ente)

Título: The Entity


Director: Sidney J. Furie


Año: 1981


País: USA


Duración: 125









Carla Moran (Barbara Hershey) es madre soltera de tres hijos. Un día, estando sola en su habitación, sufre una violación, sin lograr encontrar a nadie en toda la casa que pudiese ser el culpable. Este ataque se repite varias veces, hasta que decide acudir al Dr. Sneiderman (Ron Silver), un psiquiatra que opina que todo está dentro del subconsciente de Carla. Pero las sesiones parecen ir demasiado lentas y volver más violentos los ataques, por lo que Carla se va desesperando y confiando en que el problema está fuera de sí misma, que es un ente desconocido el que la ataca.

Ni ducharse tranquila puede la pobre mujer.


Las parapsicología en general ha sido uno de los apartados del estudio de la realidad que más han inspirado directamente al cine. Y si no, ahí están Terror En Amityville, Mothman: La Última Profecía o El Exorcista para demostrarlo. Y todo gracias a la lucha que el ser humano tiene por intentar entender todo lo que le rodea, prefiriendo en ocasiones las explicaciones más fantásticas que aquellas basadas en la ciencia y las demostraciones lógicas. Y, sobre todo, por el miedo que le tiene a lo desconocido y posiblemente oscuro y malvado.

Y es que este tipo de historias son las que más triunfan desde siempre a la hora de captar la atención de un público. Ya desde los textos como la Biblia, con un ser todopoderoso que castiga con sufrimiento a todos los que no se postran ante él, se ve como lo que va más allá de lo real, nos acojona. Por eso la ciencia surge para luchar contra ese miedo irracional, y hacernos ver cómo todo, o casi todo, se comporta bajo una lógica controlable. Aunque muchas veces sea demasiado engreída para admitir que no tiene respuestas a los eventos con que se encuentra.

Los daños de una violación ectoplásmica.


Con todo esto es con lo que juega el guión, escrito por Frank De Felitta al igual que la novela original, basada a su vez en un caso real. Así, la historia nunca llega a decantarse ni mojarse por la negación de que sea algo producido por la mente de la protagonista, o realmente un íncubo que se dedica a violarla y atormentarla, fundamentando ambas teorías de un modo bastante coherente, y fallando solamente en algunos momentos, como el final, donde parece decantarse más hacia lo fantasioso.

De todos modos, la tensión está bastante bien conseguida, jugando con la violencia y brutalidad de los ataques en relación a cómo avanza la historia, retocando los hechos para darle un mayor impacto aunque conservando, supuestamente, mucho del relato original de lo sucedido. Esto ayuda a la hora de darle un buen punto de fuerza a todo el conjunto, y a hacerse creíble también por lo desesperanzador en lo incrédulo y miedoso de los comportamientos de la mayoría de los personajes.

No es tonto el fantasma, no.


Y a todo ello ayudan las actuaciones de los actores, donde, dejando de lado lo soberbio de la protagonista Barbara Hershey, perfecta en su profundidad y su juego a medio camino entre la locura y la desesperación y evolucionando a medida que avanza el metraje, así como en lo creíble de los ataques donde solo la vemos a ella sufriendo, destaca el papel que hace Ron Silver, siempre en el punto exacto para hacerse creíble, aunque pecando de ser demasiado superficial.

Entre los restantes, destacar solamente a Michael Alldredge, quien a pesar de llevar a su personaje a un punto un tanto histriónico se hace característico y creíble como estudiante de lo paranormal, y a David Labiosa, que no obstante se fuerza demasiado en determinados momentos como los cabreos.

Para contar todo esto, Sidney J. Furie, con la fotografía de Stephen H. Burum, plantea un uso de cámara totalmente alocado, donde casi desaparecen los planos tradicionales, jugando todo el tiempo con angulaciones extrañísimas y sin demasiada lógica narrativa, que solamente ayudan en el extrañamiento estético de algunos momentos y poco más. Para ello, se apoya además en una iluminación que juega constantemente con las sombras y la ocultación de detalles, mezclándose todo para apoyar la tensión con bastante acierto.

Horror! Me ataca una luz superpuesta!.


Además, hay que admitir un buen juego a la hora de mantener planos durante tiempos largos creando la parsimonia necesaria para que el espectador esté en tensión deseando que pase algo, pero con temor a ello. Un juego que se ayuda desde el montaje de Frank J. Urioste, que permite fluir estos momentos, apoyando solo pequeñas acciones y consiguiendo los ritmos necesarios en casi todo momento.

Lo mismo que ocurre con el sonido, acertado especialmente en los momentos de máxima tensión, donde los golpes consiguen incrementar notablemente la fuerza, integrando al espectador en la acción. Ayuda a todo esto la música de Charles Bernstein, cojonuda en la tensión, pero que por el resto es más bien sosa y poco interesante, aunque guíe las sensaciones del espectador.

Los efectos, por su parte, se quedan en solo relativamente buenos, destacando momentos como las tetas que se soban sin que nadie las toque (que destacan por ser bastante distintas de las de la actriz, que vemos en otra secuencia), o los rayos que, pese a ser puramente ochenteros, están relativamente bien hechos y creíbles.

Incluso los contraplanos están extrañados.



Resumen:

Una buena película de terror, que juega y se mantiene en la fina línea que distingue lo explicable científicamente de los cuentos de fantasmas, con una actriz que consigue llevar todo el film a sus espaldas y una dirección extraña pero coherente que logra la tensión suficiente.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 7.0
Técnica: 8.0
Guión: 7.5
Actuación: 7.5

TOTAL: 7.5

VER ENTRADA COMPLETA

sábado, septiembre 18, 2010

Inglourious Basterds (Malditos Bastardos)

Título: Inglourious Basterds


Director: Quentin Tarantino


Año: 2009


País: USA / Alemania


Duración: 153









En una granja de la campiña francesa, una familia judía es masacrada en 1942, escapando solamente Shosanna (Mélanie Laurent), la hija mayor, que conseguirá hacerse una nueva identidad como regente de un cine. Por otro lado, un grupo de judíos americanos al mando del Teniente Aldo Raine (Brad Pitt) van cobrando prestigio como asesinos de nazis, atemorizando a todo el ejército con su crueldad y la precisión de sus emboscadas. Todos ellos son personajes cuyo principal motor está en el odio a los dirigentes del Reich, y el Coronel Hans Landa (Christoph Waltz), quien ya había sido el autor de la muerte de los padres de Shosanna, al igual que el intento del soldado y héroe nazi Frederick Zoller (Daniel Brühl) por ligarse a Shosanna van a liar y embarullar las cosas dando nuevos giros a la guerra.

Qué divertido es matar nazis con un bate.


Una cosa que ocurre a menudo cuando se presiona sin freno a un colectivo social, es que parte de este colectivo acaba saltando y defendiendo sus derechos, habitualmente con más violencia de la necesaria, al estar los ánimos especialmente encendidos por el odio. Esto es, básicamente, la historia de los insurgentes de casi cualquier guerra de independencia o revolución que podamos ver, desde la Revolución Francesa hasta lo ocurrido en el fuerte Navidad. Este es un argumento que consigue mucha fuerza una vez es adaptado a la ficción, y no en vano, ahí están Braveheart o 300 mostrando lo heroico de estas acciones. De hecho, siempre funciona como modo directo de venganza que es, al igual que a nivel individual también se ve esa misma idea en Carrie o en Ondskan.

Un Hitler tan absurdo como el Adolf de Megavixens.


Y el sr. Tarantino no es ajeno a esta idea, así que decide mezclar el odio contra los nazis que lógicamente tendría cualquier judío ante la represión en dos tramas, una protagonizada por un equipo de renegados y que lleva el peso de la historia en cuanto al despiporre y la diversión de la violencia y la otra por una trama de enredo que acaba llegando hasta la consecuencia lógica a raíz del odio acumulado por Shosanna tras la muerte de su familia.

Debido a ello, el comienzo de la película se hace extremadamente fragmentado, con escenas tremendamente largas, y que chocan entre la sobriedad de la trama de Shosanna y la violencia desencadenada de los Bastardos. Pero una vez el espectador va entrando en la historia y entiende hacia donde se dirigen ambas, todo empieza a cobrar un sentido, hasta el punto de encuentro final, que supone un clímax cojonudo, lleno de fuerza tanto por el lado de la sobriedad y la intensidad del cine europeo de entreguerras con ejemplos directos en cosas como La Regla Del Juego como del despiporre del exploitation más desenfrenado, donde la evidencia directa serían los Macaroni Combat.

Qué bien funciona este tipo de planos.


Lo curioso, ante esa fragmentación para ir explicando paralelamente ambas tramas, es lo bien que funcionan las escenas en sí mismas, y el hecho de que aunque puedan no llegar a casar correctamente en el conjunto, por separado están llenas de buenos detalles y mantienen al espectador enganchado con el buen ritmo que desarrollan, siempre en coherencia con la intención de cada una. A excepción, eso sí, de toda la parte central de la trama de Shosanna, cuando conoce a Frederick y este la va intentando cortejar, bastante coñazo y falto de fuerza, además de suponer un montón de enredos innecesarios.

Esto lo hace Tarantino variando su forma de dirigir la película en base a la diferencia de estas tramas, aunque nunca olvidándose de la exploitation y elementos que se permiten aligerar un poco todo el uso de diálogos, motor fundamental de muchas de las partes en que se divide la peli. La dirección de foto de Robert Richardson ayuda a esto, procurando dividir ambas tramas en sus gamas de tonalidades dentro de lo posible, siendo más fría y cruda la de los Bastardos y más cálida la de Shosanna, aunque sin ceñirse absolutamente a esto, pues en momentos como es el del bar o el encuentro en la sala de proyección al final se intercambian en gran medida estos principios.

Después jugarán al yo nunca.


Eso sí, el problema que se le puede echar en cara es el poco exceso de celo en cuanto a la puesta en escena y el control de la misma por parte de los actores que, si bien tiene excepciones en momentos de planos secuencia perfectamente hilados como es el de Shosanna y Hans bajando la escalera, cae en numerosos raccords de movimiento que resultan bastante chocantes en montaje, por cierto hecho como no por Sally Menke, y que por lo demás no presenta demasiados problemas. Únicamente algunos con la acción paralela en algún momento hacia el final, que pueden liar al espectador respecto al momento en que está exactamente, o las decisiones de obviar en guión de algunos detalles que dejan la trama incompleta para el espectador preguntándose, por ejemplo, como y porqué detuvieron a Utivich. Esto, además, destacando ante el poco miedo a mostrar en muchas ocasiones flashbacks puntuales que varían tiempo, espacio y personajes para mostrar lo que se estaba explicando, o la situación mediante rótulos y momentos de estilo documental de elementos importantes para que el espectador se oriente.

El sr. Hitchcock ayudando a ilustrar en Sabotaje sobre los peligros del celuloide.


Esto, combinado con unos efectos principalmente analógicos, como era de esperar al ser hechos por Greg Nicotero, apenas presentes pero muy interesantes una vez que aparecen, sin cortarse en mostrar la violencia explícita del corte de cabelleras o del marcado de nazis, al igual que los cadáveres tremendamente mutilados por las balas, y resultando autoconsciente de lo posiblemente evidente de los trucajes, pero basándose precisamente en la muestra de sangre y carne para justificarse.

En el sonido, no hay problemas especialmente destacables, con un buen trabajo tanto en directos como en foleys, aunque se podría echar en falta algo más de sonidos de fondo para apoyar la ambientación en la mayor parte del film. Pero esto se compensa con un uso de la música no constante, pero sí muy habitual, apoyando la narración, pero también ayudando a recoger parte de la atención del espectador, y resultando, en más de una ocasión, excesivamente presente por lo extraña y separada que parece estar de la imagen.

Aquí empieza un minuto sin cortes lleno de extas y movimiento.


Todo con unos personajes definidos a la perfección, y con unas interpretaciones entre las que destaca la de Christoph Waltz, genial en un personaje que varía de registros, actúa dentro del propio film, a veces parece cuerdo y a veces loco como un Julio Iglesias truhán e incluso demuestra dominar 4 lenguas, por mucho que en el doblaje español se empeñen en eliminar estos rasgos del film. Brad Pitt, consiguiendo hacer un personaje que está fuera totalmente de la realidad y que, aunque en su primera aparición parece excesivamente fuera de tono a pesar del genial discurso de ánimo, a medida que avanza metraje consigue ganar en carisma y en fuerza ante la historia, además de credibilidad.

Esa cara NO es de un héroe nazi.


A Mélanie Laurent, le acaba pasando gran parte de lo mismo que a Daniel Brühl, y es que se quedan con un aire demasiado seco y sin llegar la primera a demostrar el odio que siente, ni el segundo a ser lo suficientemente asqueroso. Porque un héroe de guerra nazi no debería ser el chico bueno y entrañable que toda madre querría de yerno en que parece querer convertir Brühl a su personaje.

Entre el resto, destacar el papel de Eli Roth, divertido y colgado, aunque forzado y sin el carisma que podría tener un tío que mata nazis a base de destrozar sus cabezas con un bate, y el de Michael Fassbender, que da el punto de sobriedad al grupo de los Bastardos de modo coherente y calmado, sobresaliendo sobre todo en la escena de reclutamiento que protagoniza. Además, una muy buena Diane Kruger, profunda y creíble, y un Til Schweiger que consigue hacerse con el público a base de lo colgado que parece estar y ese aire de rudeza que le convierte en una especie de héroe en potencia pero que nunca llega a destacarse en lo relatado.

Métodos de tortura expeditivos como pocos.



Resumen:

Una peli que combina muy bien en su guión elementos de entretenimiento y exploitation pura con otros mucho más sobrios y calmados mediante la mezcla de tramas y un trabajo técnico e interpretativo mejorable pero aún así relativamente bueno, consiguiendo con ello un conjunto entretenido y lleno de grandes momentos.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.0
Técnica: 7.5
Guión: 8.5
Actuación: 8.0

TOTAL: 8.0

VER ENTRADA COMPLETA

jueves, septiembre 16, 2010

C'era Una Volta Il West (Hasta Que Llegó Su Hora)

Título: C'era Una Volta Il West


Director: Sergio Leone


Año: 1968


País: Italia / USA


Duración: 170









Un grupo de tres forajidos esperan en la estación del tren la llegada de un cuarto para cargárselo. De manera casi simultánea, una familia es exterminada en una granja cercana, justo antes de que Jill (Claudia Cardinale), la nueva mujer del cabeza de familia llegue al pueblo. La vida de estos dos personajes se cruzará en un bar, gracias a Cheyenne (Jason Robards), que bautiza al hombre con el nombre de Armónica (Charles Bronson) y está acusado por el asesinato del marido de Jill. Además, Frank (Henry Fonda) también está involucrado por su relación con Armónica y su interés en la granja de Jill.

Esto son 10 minutos de la primera escena, gente esperando a un tren.


El dinero y la venganza son, con respeto del sexo, los dos grandes motivos para el comportamiento violento del que hace gala el ser humano. Unas cuantas películas han puesto de manifiesto ambas cosas, desde El Gran Silencio (por no salirnos del western), hasta Karate A Muerte En Bangkok, demostrando la teoría con personajes que acaban en un punto en el cual la venganza, como justicia que es, acaba por hacer caer la balanza hacia su lado en cuanto a con qué personaje nos identificamos, aún sin necesidad de ser nadie precisamente ejemplar.

Todo esto porque, mientras que la venganza es un elemento de refuerzo positivo para la catarsis, como demuestran Oldboy, Carrie o Los Violadores, lo de la búsqueda de dinero es para gente malvada y cruel, como el Tío Gilito o Monty Burns. Porque a nadie le gustan los trepas, y a todos nos gustan los justicieros. Aunque hay casos contrarios, ya que, por ejemplo en Scarface nos caía bien un protagonista que solo estaba obsesionado con triunfar monetariamente.

Al negro le pagarían poco, pero mirarle el culo a la Cardinale nadie se lo quita.


Y en la presente cinta, nos encontramos con un guión escrito nada más y menos que por los sres. Bertolucci, Argento y Leone que emplea ambas tramas, representadas cada una por uno de los personajes, mezclados en un estilo de western sucio y duro como el que caracterizó al sr. Leone ya en la trilogía del dólar. Todo ello, hilado con unos personajes oscuros y bien definidos, que consiguen crear un ambiente nihilista y de decepción social, como de hecho llega a atestiguar el propio personaje de Charles Bronson cuando habla de cómo los hombres de verdad van desapareciendo.

Antes incluso de quitarte las esposas, lo importante siempre es beber.


Eso si, con un tempo tremendamente basado en la lentitud y el tiempo muerto que, aunque al ser pretendido no se puede considerar un error en absoluto, puede llegar a cansar a muchos espectadores. Porque nos encontramos con escenas, como la de arranque mismamente, en las cuales pasan minutos enteros sin acción, con los personajes y su espera incansable como protagonistas, y recreándose precisamente en esa calma que precede, casi siempre, a la tormenta.

De todos modos, su fallo es precisamente toda la pretenciosidad que presenta el guión, quedándose por debajo de las expectativas que él mismo se marca, aunque sí tenga todo ese aire nihilista que comentaba más arriba y consiga buen resultado de los personajes. Pero el problema está en las tramas, demasiado evidentes y sencillas, por muy bien que se hilen entre ellas y consigan hacer un conjunto más complejo.

Para esto, una puesta en escena fría y calmada, que se permite el esfuerzo de mostrar todos los personajes de la escena y sus acciones, especificando siempre todo lo que sucede, y empleando para eso el tempo pausado que el guión muestra por sí mismo. Y le apoya la fotografía de Tonino Delli Colli, basada en una búsqueda de tonos cálidos que apoyen ese sentimiento de calma que es el conjunto del film en general, y consiguiéndola, tanto en interiores, con toda la madera o la decoración del tren, como en exteriores con la arena y el sol. Si incluso las pieles de los protagonistas tienden hacia ese buen moreno anaranjado que apoya este principio cromático!

Acojona ver un montón de gente cabalgando así y acercándose.


El montaje, hecho por Nino Baragli, perfecto en ese buen ritmo pausado pero continuo, y solamente con algún problema concreto de raccord de movimientos o de algún salto incómodo hacia planos, sobre todo por la variación de velocidades en cosas como disparos, por ejemplo. Pero también con transiciones interesantes como es la del tren que llega, y un gran apoyo a esa obsesión por mostrar toda la escena en base a las pausas narrativas que dominan el metraje.

Conjugado todo con un gran uso del sonido, que prima en muchas ocasiones en esas escenas de tiempos muertos para apoyar la ambientación, pero también la sensación de pausa e insustancialidad que suponen para el interior de la historia. Además, mezclándose a la perfección con la música del sr. Morricone, que juega entre lo diegético y lo extradiegético constantemente, con momentos como la armónica que sirve como presentación del personaje principal, que forma parte principal de la banda sonora aún siendo interno, como sería el silbido de Nervios Rotos o el de SonGohanda en El Superguerrero SonGoku.

Y a esto se le llama pasarse por el forro las convenciones técnicas.


Y para esto, unas actuaciones muy difíciles por lo frías y extremadamente antihistriónicas, además de por el hecho de ser doblados para la versión original. Destaca entre todos Jason Robards, el más tópico y natural, y de hecho consiguiendo una coherencia en base a cambios de estilo en el personaje muy acertada. También a buen nivel Henry Fonda, aunque en alguna ocasión titubeante y algo más fuera de lugar, no llegando a crear un personaje todo lo complejo que podría llegar a ser por guión, al caer en la trampa que suponen las contradicciones de algunas de sus acciones.

Qué preciosa estampa hogareña.


Claudia Cardinale, también en un muy buen nivel, especialmente en cuanto al lenguaje corporal más abierto, y funcionando muy bien en la altanería y que demuestra su personaje, juntado con la impresionante mujer que es. Aún así, sus caras en planos cerrados no acaban de lograr toda la expresividad que necesitarían. Y Charles Bronson, en su aire de personaje frío y distante, pero que también aparenta algo de alelamiento en algunas ocasiones, lo cual le perjudica a la hora de protagonizar y convertirlo en ese héroe anónimo de los westerns del sr. Leone.

Entre el resto del reparto, Gabriele Ferzetti perfecto en su personaje medio loco ya por lo poco que ve que le queda de vida, y un Frank Wolff que, en la única escena en que tiene, consigue crear un buen personaje que ayuda en la evolución de la misma. Y un Paolo Stoppa que también hace un buen papel de secundario, en la sombra y sin afán de protagonismo, pero siendo coherente en su tiempo en pantalla.


Charles Bronson, de profesión músico y pistolero.



Resumen:

Un western con un guión explícitamente nihilista y unos personajes complejos que se mueven en torno a ello, combinado con una técnica sin errores y un ritmo pausado que no teme emplear los tiempos muertos para transportar al espectador al interior de la historia.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 9.0
Técnica: 9.5
Guión: 8.0
Actuación: 7.5

TOTAL: 8.5

VER ENTRADA COMPLETA

miércoles, septiembre 15, 2010

Il Grande Silenzio (El Gran Silencio)

Título: Il Grande Silenzio


Director: Sergio Corbucci


Año: 1968


País: Italia / Francia


Duración: 100









Silencio (Jean-Louis Trintignant) es un hombre solitario y mudo. Y además tremendamente rápido disparando. Para ello, siempre espera a que los demás desenfunden, matando así siempre por defensa propia. Acepta dinero a cambio de hacer justicia, y Pauline (Vonetta McGee) le pide que asesine a Tigrero (Klaus Kinski), un cazarrecompensas que acaba de dejarla viuda con su modo de ganarse la vida. Ambos se enfrentarán sobre la nieve de Snow Hill en un duelo en el que se inmiscuirá el recién llegado sheriff Burnett (Frank Wolff), que odia a los cazarrecompensas y tiene una rivalidad enorme con el hermano de Tigrero.

Con la barba, es más fácil de disimular la cicatriz.


Cuando se crea una ley no tarda en aparecer gente que busque el modo de saltársela, y más si haciéndolo va a sacar un beneficio, ya sea económico como de otro tipo. Y en un lugar con leyes tan laxas como era el oeste americano, no es de extrañar que a los cazarrecompensas se les sume cazacazarrecompensas, es decir, gente que iba contra los cazarrecompensas pero sin ser sheriffs ni nada similar, aunque represente la justicia más o menos objetiva y se ponga del lado de los que en principio son los inocentes (porque todo esto es muy relativo). Vamos, una especie de Lucky Luke pero en sucio.

Y claro, entre los italianos sabían que los antihéroes molaban. Esa clase de seres justos pero aún así viriles, como el personaje sin nombre de la trilogía del dólar del sr. Leone, o Django. Y aquí, además, siendo uno de esos personajes que, sin hablar, consiguen mantener arriba la tensión dramática en su personaje. Como Elisabeth Vogler, Bob el Silencioso o Ferb. Y todo, con un antagonista cojonudo, como es el personaje de Klaus Kinski, porque como sabemos, un buen malo hace mejor la película.

Klaus Kinski, preparado para ir al velar a su esposo en la España profunda.


Lo más destacable del film es precisamente esto, el nivel de antagonismo que hay entre los que podíamos definir como el malo y menos malo, con una historia que viaja precisamente mostrándonos y situándonos en la digresión de aceptar a un tipo que procura seguir la ley y cazar bandidos para ganar recompensas, u otro que va buscando a los cazarrecompensas para ganar dinero de las familias de los bandidos para vengarse o protegerlas. Y como espectadores, la posición natural es la de éste último, aunque sorprenda. Porque la forma en que está narrada nos pone del lado de este último hasta el sorprendente y cojonudo final.

Con ello, consigue un ritmo muy bueno, estableciendo las tramas que protagoniza cada uno por separado y primando totalmente la violencia de sus vidas para justificar el avance de la historia, con ayuda también de ciertas explicaciones al respecto de la vida pasada de Silencio, bastante cogidas por los pelos y que también necesitarían una explicación a mayores, además de jugar dentro de los diálogos para explicar las conductas, de modo que no se pierda el espectador con detalles como que Silencio desenfunda después que la gente para que así sea defensa propia. Aún así, detalles como la posible importancia del hermano de Tigrero no llegan a aportar demasiado, por mucho que influya subrepticiamente a la relación entre el mismo y el sheriff Burnett. Destacar también ese mensaje del final, que convierte a la película en un intento de veracidad, hecho antes de la exploit pseudo realista de cosas como Holocausto Caníbal.

El plano que no debe faltar en ningún western, pero con nieve.


Y claro, para contar todo esto, necesarias unas actuaciones cojonudas y contundentes como las que consiguen Klaus Kinski y Jean-Louis Trintignant, perfectos ambos en sus roles, especialmente el primero, con su aire de loco absoluto al que nos tiene acostumbrados y consiguiendo dar miedo y aparentar ser un malvado (por mucho que nos explique en la diligencia sus razones), incluso ayudado por el buen doblaje italiano al que se somete. Trintignant, por su cuenta, ausente e intrigante, gracias a la ayuda que le supone el ser mudo, y con un buen nivel en todo el metraje.

Resguarde bien su pistola para evitar que se enfríe.


Entre los demás destacan, lógicamente, Frank Wolff en su papel de sheriff, aunque se quede demasiado dubitativo y no llegue a ser lo duro que debería a juzgar por su importancia en la trama, y Vonetta McGee, que se queda bastante vacía y poco profunda, dejando que su personaje se mueva sin demasiada personalidad y sí mucha mirada perdida justificada por el duelo de la muerte de su marido, aunque al menos aporta por estar buena y ser guapa, que ya es bastante. Y también Luigi Pistilli con su personaje extraño y que aparenta ser simplemente malvado, pero con buen nivel y creíble.

Esto, con una dirección por parte de Sergio Corbucci sencillita, aprovechándose con la dirección de foto de Silvano Ippoliti del hecho de que toda la película está ambientada en paisaje nevado (cosa no muy común en los westerns, pero que coño, Salt Lake queda en Utah, y allí hubo juegos olímpicos de invierno), y consiguiendo con esto una estética muy agradable. Además, bien narrado y sin renunciar a la acción, aunque cayendo en algunos momentos en raccords de luz, e incluso algún plano que parece estar la cámara empañada o algo similar.

También debería guardar la cámara, para que no se condense...


El montaje, hecho por Amedeo Salfa, también sencillito y consiguiendo un buen ritmo, apoyando perfectamente la narración y sin demasiados problemas añadidos a los raccords de luz que citaba anteriormente. Además, apoyando los efectos de Eros Bacciucchi al evitar que se muestren demasiado ciertas complicaciones técnicas como las partes más gore de los pulgares volados. Eso sí, aún con la dificultad quedan bastante bien logrados.

El sonido, pues con un buen nivel, especialmente en cuanto a los doblajes y a la postproducción, y con un buen trabajo por parte de Romano Pampaloni en el directo. Aunque sin nada especialmente destacable y funcionando como fondo de la acción. Además, acompañado por la música de Ennio Morricone, en la misma onda que la mayoría de sus bandas sonoras de westerns, con extrañeza pero consiguiendo transmitir lo necesario a la acción.

Con nieve, casi parece menos sórdido el saloon.



Resumen:

Un spaghetti western cojonudo, violento y con unos personajes complejos y creíbles, que aún así presenta algunos pequeños problemas técnicos que no molestan y unos vacíos en el guión que de haberse llenado ayudarían a hacer redonda la historia.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.5
Técnica: 7.0
Guión: 8.0
Actuación: 8.0

TOTAL: 8.0

VER ENTRADA COMPLETA

lunes, septiembre 13, 2010

The Big Red One (Uno Rojo: División De Choque)

Título: The Big Red One


Director: Samuel Fuller


Año: 1980


País: USA


Duración: 162









Basado en la experiencia de guerra del propio Samuel Fuller, nos cuenta la historia de El Sargento (Lee Marvin) (El personaje en créditos es llamado “El Sargento” y solo da un nombre, que podría ser falso aunque no tiene por qué, en una escena: Possum), un veterano de la 1ª Guerra Mundial que ahora está al frente de uno de los escuadrones de la 1ª División de Infantería, también conocida como The Big Red One. Dentro de este escuadrón, se irá forjando una amistad especial entre cuatro de sus miembros, Zab (Robert Carradine), Griff (Mark Hamill), Vinci (Bobby Di Cicco) y Johnson (Kelly Ward). Juntos, se mantendrán a lo largo de la lucha contra el ejército alemán, pasando por África, Sicilia, el desembarco de Normandía o la entrada en Checoslovaquia a los campos de concentración.

Los sres. Miller y Rodriguez no inventaron nada en Sin City.


A lo largo de la vida de cada persona hay experiencias que marcan el devenir y crean un punto de inflexión que nunca se podrá borrar. La vida y errores cometidos en la adolescencia como en Sleepers, la muerte de un padre, como le ocurría a Íñigo Montoya en La Princesa Prometida, un asesinato y la pasada por la cárcel como en Solo Contra Todos… Pero si hay algo que realmente ha servido para la creación de la ficción con esta base es la guerra.

Y es que, pasarse varios meses o años con la vida en riesgo, sin más compañía que tus colegas de escuadrón y asesinando, o mejor dicho matando, como especifican en la peli (que hay que diferenciar moralmente), a un montón de gente desconocida sin realmente llegar a estar seguro de lo que uno hace, tiene que marcar. Y si alguno sí está seguro, es que ya viene marcado y tocado de experiencias anteriores. Por eso, gente como el sr. Hemingway o el sr. Fuller aprendieron a aprovechar su experiencia dentro de la guerra para producir ficciones cercanas a la realidad y mostrar con ello lo horrible y duro de los conflictos.

"Apuesto a que el tío que inventó esto nunca pensó en que se usaran en un fusil"


Contada con una narración en off de uno de los cuatro soldados que consiguen mantenerse al lado de El Sargento, consigue con ello hilar una serie de anécdotas que mezclan las incursiones militares y los momentos de acción con unos cuantos instantes de disfrute y tranquilidad como lo es la fiesta que celebran en Bélgica o los viajes hacia nuevas localizaciones, casualmente coincidentes con las experiencias del propio Fuller.

De todos modos, el guión peca de bastante falta de información hacia el espectador, dando por sentado que éste reconoce muchos de los momentos y cuestiones que se tratan, como lo es la existencia y el trabajo de la Big Red One, sumándose esto a la tremenda falta de cohesión y continuidad entre las acciones y a lo excesivo que se hace el metraje en la versión reconstruida que analizo, resultando con todo esto la posibilidad de conseguir que se pierda. No obstante, en gran medida lo que consigue si el espectador sigue dentro del film es ganar una mayor catarsis con los protagonistas, que más o menos tendrían la misma información. Y que tampoco es que esté ambientado en una guerra desconocida, ni en momentos demasiado complicados de reconocer, o aunque sea de entender, ayuda a esta segunda opción.

Ya saben, si quieren engañar a un comendo nazi, nada mejor que una loca con muñecas.


Todo esto, también debido a una dirección del propio Fuller que se centra más en la acción y en el mostrar lo que ocurre que en apoyar al espectador en cuanto a orientarse desde el exterior de la batalla. Por fortuna, consigue la suficiente fuerza como para que, si entramos en el juego de los personajes, la historia se haga interesante, y vibremos ante los episodios mostrados, haciéndolos creíbles e hilando el conjunto con buen criterio. Se le echa de menos, si cabe, una mayor utilización de los idiomas locales para orientar, ya que en varios momentos vemos a alemanes hablando inglés entre sí, dejando solo la utilización de idiomas para las escenas en las cuales existen conflictos lingüísticos, y liando un poco para saber si son realmente alemanes o no al comienzo de las escenas. Además, la foto de Adam Greenberg, natural y creíble, jugando constantemente con las duras condiciones de visión con polvo, niebla y demás efectos que van causando las condiciones a las que enfrentarse en una guerra. Pero dejando esto de lado también hay una excesiva similitud y una evitación del contraste lumínico y ambiental entre África, Sicilia o la Europa continental en que se desarrolla la acción.

Según el Das Reich, en la manifestación había 100.000 personas.


Un montaje de Morton Tubor en el original y de Bryan Mckenzie en la reconstrucción que, como el resto de la cinta, acaba sobresaliendo mucho más a nivel episódico que en el global, aunque es desde donde mejor se intenta establecer la relación de situación para que el espectador despistado no se pierda. Así, consigue un buen ritmo y un buen acompañamiento a la narración, apoyando toda la ambientación de la dirección y logrando centrar la atención en los conflictos de modo correcto, jugando muy bien con el suspense de las emboscadas en varios momentos como lo es el del Cristo en la cruz.

Desde el sonido, un buen trabajo, primando el buen trabajo respecto al ambiente y a los diálogos, consiguiendo, sin perder la historia, que el espectador entre en la situación que viven los protagonistas. Además, jugando en varias ocasiones con música diegética, y dejando la extradiegética para momentos muy puntuales y principalmente de conexión entre batallas.

Mostrar lo horrible de la guerra es mucho más fácil con niños.


Destacar en las actuaciones al sargento interpretado por Lee Marvin, que se eleva como protagonista, que para algo es el líder, y que consigue un buen nivel de dureza y sensibilidad hacia sus soldados, aunque le falte un poco de fuerza en su faceta más emotiva, con momentos como es el final o el de la niña italiana. Aún así, logrando dar mucha personalidad al conjunto.

Los soldados, a un nivel similar, con un Mark Hamill que consigue un crédito más destacado por nombre pero que no se eleva sobre Robert Carradine, Bobby Di Cicco o Kelly Ward. De hecho, realmente entre los cuatro todos consiguen diferenciar y marcar profundamente sus personajes, e incluso si me tengo que quedar con alguno es con Robert Carradine, resultándome Bobby Di Cicco el más forzado. Del resto del plantel, podríamos destacar a Siegfried Rauch, duro y conciso en el poco tiempo que tiene en pantalla, y consiguiendo establecerse como un antagonista creíble y con fuerza, y a Perry Lang, algo forzado pero entrañable en su papel de soldado que casi entra entre los llamados cuatro jinetes.

Que sí, que también hay batallas. Ahí está el desembarco de Normandía.



Resumen:

Una película que muestra con conocimiento de causa los horrores de la guerra, haciéndose dura y efectiva en su dirección, a pesar de resultar excesivamente inconstante al dividirse en demasiadas batallas y no lograr una línea bien cohesionada. No obstante, a nivel episódico, funciona bien y se hace entretenida.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 6.5
Técnica: 7.5
Guión: 6.5
Actuación: 8.0

TOTAL: 7.0

VER ENTRADA COMPLETA

viernes, septiembre 10, 2010

The Searchers (Centauros Del Desierto)

Título: The Searchers


Director: John Ford


Año: 1956


País: USA


Duración: 119









Ethan Edwards (John Wayne) acaba de volver de la guerra de secesión para estar junto a su familia en Texas. Pronto, esta será atacada por un grupo de comanches agresivos, mientras Ethan y Martin Pawley (Jeffrey Hunter), un joven adoptado por la familia años atrás, están fuera para controlar el área y ayudar a sus vecinos como Rangers. Ahora se verán en la obligación moral y personal de buscar a la tribu comanche para rescatar a la pequeña Debbie (de niña, Dana Wood, de adolescente, Natalie Wood), secuestrada durante el ataque.

Apología del graffiti en los años 50?


Cuando una civilización llega a un lugar ya habitado, es evidente que va a haber problemas entre las dos sociedades. Es lo que lleva ocurriendo desde siempre, desde los neandertales y los cromagnones hasta la inmigración actual (lo cual demuestra que no es algo precisamente justificable). El problema viene cuando la que llega es muy superior en fuerza y tecnología, como ocurrió en la conquista de América en general y en el oeste de USA en concreto, donde por mucho que ellos conocieran mejor el terreno, los nativos no tuvieron mucho que hacer.

Y claro, de este modo el hombre blanco norteamericano, años más tarde, lo empleó en el cine para conseguir la bonita y sencilla digresión bueno-malo como uno de los conceptos tópicos del western, con ejemplos como Fort Apache o la presente, que no todo iban a ser pistoleros contra sheriffs como en Solo Ante El Peligro o criadores de vacas como en Río Rojo, y además, así, daban pie a pensar en justificar su posición dominante en el conflicto y enorgullecerse de llevar la sociedad a todos esos pueblos, al igual que después se hizo en Korea u otras guerras.

Realmente, un buen uso del espacio natural para crear la tensión.


La historia de la presente, por tanto, se plantea desde ese punto de vista centrado en un hombre blanco relativamente renegado pero del cual apenas conocemos nada, como es el personaje de John Wayne, y en los problemas con cierta tribu india, cuyas motivaciones no parecen ir más allá de ser violentos y guerreros por naturaleza. Todo ello, mezclado con escenas de la vida tejana de posguerra de secesión, como lo que sería el cortejo y el abandono familiar para luchar como hombres, o las tribus indias ya involucradas dentro del entorno social de compraventa.

El principal problema es que la película se mueve a golpes, avanzando a base de escapadas para perseguir a los comanches y con una cantidad de tiempos elípticos enorme, bastante bien explicados por guión para que el espectador no se pierda y resaltando solo momentos importantes de la búsqueda, pero resultando todo el conjunto demasiado fragmentario y superfluo. Todo ello repercute negativamente en el ritmo, que no acaba de conseguir establecerse más allá de escenas aisladas, consiguiendo con eso también orientar al espectador dentro de lo anodino de la búsqueda durante años.

A ello se le suma un uso de la cámara que, siendo una peli del sr. Ford del 56, es evidentemente clasicista, buscando en todo momento el plano general para mostrar la escena e intercalándose con algunos planos para aumentar la sensación del espacio y del ritmo, todo ello hecho, eso sí, con un muy buen uso del espacio desierto para trabajar con la fotografía de Winton C. Hoch, aunque quedándose solamente en esto y en determinados momentos, como serían los del crepúsculo o las escenas que juegan con el interior-exterior, llegando a influenciar cosas como Hasta Que Llegó Su Hora o Malditos Bastardos. El resto, sencillo y plano, siguiendo los cánones y sin buscar ninguna experimentación.

Usar el marco de una puerta: una manera efectiva de reencuadrar por parte del sr. Ford, y de conseguir que haya gente que le descubra por influenciar al sr. Tarantino.


Y esto se complementa lógicamente con un montaje de compromiso hecho por Jack Murray, apoyando solamente el movimiento cuando es necesario para explicar lo que sucede y con bastante simpleza. Además, unos cuantos errores mínimos de raccords de movimiento perdonables por todo el tema de la época y los medios de grabación y no mucho más.

Algo similar le ocurre con el sonido, que técnicamente está perfecto, natural y sin errores, siguiendo los cánones puros del género y la época, y sin ningún problema. Y la música, acompañando de modo correcto, y como el elemento que mejor funciona para apoyar el desarrollo de la historia de modo convincente y coherente.

Y de repente, vaqueros en la nieve. Siempre es algo que mola.


Respecto a las actuaciones sí hay más que decir, y por ejemplo en el trabajo de John Wayne destaca el hecho de que su personaje se le queda demasiado rudo y renegado, sin llegar a hacerse creíble en casi ningún momento, y sin embargo, sí logrando que sea coherente en toda la cinta y al respecto de lo poco que sabemos de su vida pasada. Por su parte, Jeffrey Hunter está mucho más acertado, y su personaje consigue hacerse con gran parte del protagonismo gracias a ello, además de jugar con un papel más complejo, que se mueve entre el héroe por obligación pero sin dudas y un personaje bueno que busca la justicia sin más.

De los restantes, destacar a Vera Milles, también muy acertada en su personaje de mujer joven desesperada y a Ward Bond, que funciona en gran medida como contrapartida a John Wayne y consigue funcionar, aunque se quede algo forzado en algunos momentos. También Hank Worden debería ser destacado, perfecto en su papel de medio bobo y loco, y entrañable desde el primer momento en que aparece ante la pantalla. Natalie Wood, sin tiempo para hacer nada de demasiado interés.

Uno de los problemas del cine clásico, el poco estilo que aparentan al disparar apuntando.



Resumen:

Un western absolutamente clásico, con un trabajo técnico muy bueno pero que en 1956 ya no aportaba prácticamente nada, y un guión que no acaba de convencer por lo fragmentado que resulta.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 6.5
Técnica: 8.0
Guión: 6.5
Actuación: 7.0

TOTAL: 7.0

VER ENTRADA COMPLETA
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...