miércoles, septiembre 15, 2010

Il Grande Silenzio (El Gran Silencio)

Título: Il Grande Silenzio


Director: Sergio Corbucci


Año: 1968


País: Italia / Francia


Duración: 100









Silencio (Jean-Louis Trintignant) es un hombre solitario y mudo. Y además tremendamente rápido disparando. Para ello, siempre espera a que los demás desenfunden, matando así siempre por defensa propia. Acepta dinero a cambio de hacer justicia, y Pauline (Vonetta McGee) le pide que asesine a Tigrero (Klaus Kinski), un cazarrecompensas que acaba de dejarla viuda con su modo de ganarse la vida. Ambos se enfrentarán sobre la nieve de Snow Hill en un duelo en el que se inmiscuirá el recién llegado sheriff Burnett (Frank Wolff), que odia a los cazarrecompensas y tiene una rivalidad enorme con el hermano de Tigrero.

Con la barba, es más fácil de disimular la cicatriz.


Cuando se crea una ley no tarda en aparecer gente que busque el modo de saltársela, y más si haciéndolo va a sacar un beneficio, ya sea económico como de otro tipo. Y en un lugar con leyes tan laxas como era el oeste americano, no es de extrañar que a los cazarrecompensas se les sume cazacazarrecompensas, es decir, gente que iba contra los cazarrecompensas pero sin ser sheriffs ni nada similar, aunque represente la justicia más o menos objetiva y se ponga del lado de los que en principio son los inocentes (porque todo esto es muy relativo). Vamos, una especie de Lucky Luke pero en sucio.

Y claro, entre los italianos sabían que los antihéroes molaban. Esa clase de seres justos pero aún así viriles, como el personaje sin nombre de la trilogía del dólar del sr. Leone, o Django. Y aquí, además, siendo uno de esos personajes que, sin hablar, consiguen mantener arriba la tensión dramática en su personaje. Como Elisabeth Vogler, Bob el Silencioso o Ferb. Y todo, con un antagonista cojonudo, como es el personaje de Klaus Kinski, porque como sabemos, un buen malo hace mejor la película.

Klaus Kinski, preparado para ir al velar a su esposo en la España profunda.


Lo más destacable del film es precisamente esto, el nivel de antagonismo que hay entre los que podíamos definir como el malo y menos malo, con una historia que viaja precisamente mostrándonos y situándonos en la digresión de aceptar a un tipo que procura seguir la ley y cazar bandidos para ganar recompensas, u otro que va buscando a los cazarrecompensas para ganar dinero de las familias de los bandidos para vengarse o protegerlas. Y como espectadores, la posición natural es la de éste último, aunque sorprenda. Porque la forma en que está narrada nos pone del lado de este último hasta el sorprendente y cojonudo final.

Con ello, consigue un ritmo muy bueno, estableciendo las tramas que protagoniza cada uno por separado y primando totalmente la violencia de sus vidas para justificar el avance de la historia, con ayuda también de ciertas explicaciones al respecto de la vida pasada de Silencio, bastante cogidas por los pelos y que también necesitarían una explicación a mayores, además de jugar dentro de los diálogos para explicar las conductas, de modo que no se pierda el espectador con detalles como que Silencio desenfunda después que la gente para que así sea defensa propia. Aún así, detalles como la posible importancia del hermano de Tigrero no llegan a aportar demasiado, por mucho que influya subrepticiamente a la relación entre el mismo y el sheriff Burnett. Destacar también ese mensaje del final, que convierte a la película en un intento de veracidad, hecho antes de la exploit pseudo realista de cosas como Holocausto Caníbal.

El plano que no debe faltar en ningún western, pero con nieve.


Y claro, para contar todo esto, necesarias unas actuaciones cojonudas y contundentes como las que consiguen Klaus Kinski y Jean-Louis Trintignant, perfectos ambos en sus roles, especialmente el primero, con su aire de loco absoluto al que nos tiene acostumbrados y consiguiendo dar miedo y aparentar ser un malvado (por mucho que nos explique en la diligencia sus razones), incluso ayudado por el buen doblaje italiano al que se somete. Trintignant, por su cuenta, ausente e intrigante, gracias a la ayuda que le supone el ser mudo, y con un buen nivel en todo el metraje.

Resguarde bien su pistola para evitar que se enfríe.


Entre los demás destacan, lógicamente, Frank Wolff en su papel de sheriff, aunque se quede demasiado dubitativo y no llegue a ser lo duro que debería a juzgar por su importancia en la trama, y Vonetta McGee, que se queda bastante vacía y poco profunda, dejando que su personaje se mueva sin demasiada personalidad y sí mucha mirada perdida justificada por el duelo de la muerte de su marido, aunque al menos aporta por estar buena y ser guapa, que ya es bastante. Y también Luigi Pistilli con su personaje extraño y que aparenta ser simplemente malvado, pero con buen nivel y creíble.

Esto, con una dirección por parte de Sergio Corbucci sencillita, aprovechándose con la dirección de foto de Silvano Ippoliti del hecho de que toda la película está ambientada en paisaje nevado (cosa no muy común en los westerns, pero que coño, Salt Lake queda en Utah, y allí hubo juegos olímpicos de invierno), y consiguiendo con esto una estética muy agradable. Además, bien narrado y sin renunciar a la acción, aunque cayendo en algunos momentos en raccords de luz, e incluso algún plano que parece estar la cámara empañada o algo similar.

También debería guardar la cámara, para que no se condense...


El montaje, hecho por Amedeo Salfa, también sencillito y consiguiendo un buen ritmo, apoyando perfectamente la narración y sin demasiados problemas añadidos a los raccords de luz que citaba anteriormente. Además, apoyando los efectos de Eros Bacciucchi al evitar que se muestren demasiado ciertas complicaciones técnicas como las partes más gore de los pulgares volados. Eso sí, aún con la dificultad quedan bastante bien logrados.

El sonido, pues con un buen nivel, especialmente en cuanto a los doblajes y a la postproducción, y con un buen trabajo por parte de Romano Pampaloni en el directo. Aunque sin nada especialmente destacable y funcionando como fondo de la acción. Además, acompañado por la música de Ennio Morricone, en la misma onda que la mayoría de sus bandas sonoras de westerns, con extrañeza pero consiguiendo transmitir lo necesario a la acción.

Con nieve, casi parece menos sórdido el saloon.



Resumen:

Un spaghetti western cojonudo, violento y con unos personajes complejos y creíbles, que aún así presenta algunos pequeños problemas técnicos que no molestan y unos vacíos en el guión que de haberse llenado ayudarían a hacer redonda la historia.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.5
Técnica: 7.0
Guión: 8.0
Actuación: 8.0

TOTAL: 8.0

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