domingo, agosto 16, 2009

Lemmy Contra Alphaville

Título: Alphaville, Une Étrange Aventure De Lemmy Caution


Director: Jean-Luc Godard


Año: 1965


País: Francia / Italia


Duración: 99












Alphaville es un lugar aparentemente tranquilo, sin malos sentimientos por parte de los ciudadanos, gracias a un sistema controlado de un modo totalmente maquinal. Lemmy (Eddie Constantine) es un agente extranjero que llega para intentar capturar al profesor Von Braun (Howard Vernon), cerebro tras la forma de vida de Alphaville, mucho menos ideal de lo que podría aparentar en un principio.

Al ver este film, resulta difícil no plantearnos si está basado directamente en una obra literaria que desconocemos, gracias al estilo con que está contado, con sus voces en off, las reflexiones del protagonista… Sin embargo, no lo está, aunque sí hay que reconocer que es evidente la influencia de las distopías literarias clásicas como 1984 o Un Mundo Feliz, a la hora de buscar el ambiente, en parte la estructura, y el ritmo necesario para la historia.

De hecho, al igual que la mayoría de distopías, la reflexión filosófica sobre la sociedad moderna es un elemento fundamental, marcando una profunda preocupación hacia la alienación del individuo cada vez mayor, debido a la dependencia de las máquinas, que proporcionan bienestar, pero eliminan gran parte del disfrute de la vida que tienen sociedades menos preocupadas por esta influencia, ya que al cargarse los sentimientos de dolor, también desaparecen los de placer, creándose una sociedad cercana a la que planeaban provocar las vainas de La Invasión De Los Ladrones De Cuerpos. Destacaré también la no pronunciación de este mensaje hacia ninguno de los bloques que dividían al mundo por entonces, lavándose las manos políticamente y reflexionando solo en la filosofía moderna, considerando la diferencia política como dos caras de una misma moneda.

Como decía, la influencia de la literatura es evidente, y el film logra un ritmo más similar al de un libro que al de un film, gracias a las constantes reflexiones que el protagonista hace sobre las situaciones que van ocurriendo, apoyando también la narración en la voz en off del gobierno de Alphaville, y jugando con una subjetividad del personaje de un modo absoluto, puesto que sabemos tanto como él de la acción, pero incluso menos de la situación real de la ciudad y su alienación, obligándonos a pensar y entender por nuestra cuenta si no queremos perder el hilo de lo que ocurre.

Muy inteligente, por tanto, en su planteamiento argumental, y que juega con la diferencia entre la realidad que se ve exteriormente y lo que ocurre, engañando al espectador en más de una ocasión, aún sin trampas narrativas. El problema podría ser la excesiva complejidad con estos juegos de engaños, que pueden llegar a despistar y desorientar totalmente, llevando a un cierto aburrimiento, al sumársele ese tratamiento casi literario que se le da, que en ocasiones es excesivamente pretencioso, como suele ocurrirle al sr. Godard. De todos modos, el público que busca el film no es precisamente generalista, con lo cual opino que se le debe perdonar esto.

Esta literaturización (perdonen la palabra, si tienen una mejor y menos pretenciosa, no dudaré en emplearla) de la historia se logra también mediante una dirección que se apoya en la fotografía y el montaje para jugar a mostrar el interior del personaje y del sistema con multitud de planos detalle que ayudan a subjetivizar el punto de vista hacia el protagonista y narrador, que sabe a grandes rasgos la realidad que se vive el Alphaville, y así nos la va mostrando, al tiempo que avanza la acción con un estilo muy definido con planos nada naturales (juegos de sombras, personajes que se mueven para apoyar a la cámara en lugar de apoyar la conversación…), mezclados con elementos que nos acercan y sumergen en la historia y su realidad como son los planos secuencia por los pasillos o ascensores que nos muestra. De este modo, con toda esta experimentación narrativa también apoya el marcar la transmisión de una sensación de que existe un narrador consciente que nos vela cosas y nos muestra lo que quiere, apoyando esta cuestión literaria nuevamente.

El sonido cobra también una gran importancia, debido a que es como se transmite gran parte de la información, tanto verbal (ya sea en diálogos o en voces en off) como de apoyo al espectador para entender lo que ocurre, estando incluso partes de la acción fuera de plano, llegándose a discernir solamente mediante el sonido. Y al tener esta importancia, creo que debería haber estado más cuidado, puesto que, por ejemplo, la voz de Alpha-60, la máquina que controla todo, no acaba de quedar claro de donde procede hasta ya entrada la historia debido al volumen que tiene sobre el sonido ambiental, pareciendo más una voz que nos narra que una voz que habla con el protagonista (y me quedan dudas de si esto es una intención voluntaria del sr. Godard para obligarnos a pensar qué es esa voz o realmente es un error), o en ocasiones como puede ser la pelea en el baño, no acaba de definir demasiado bien la acción fuera de plano.

Los actores, un gran acierto, con un Eddie Constantine que bebe directamente del cine negro americano para crear su personaje, alejando la historia de la ciencia ficción, y situándose un paso por delante del espectador, que no se identifica con él, sino que lo sigue y atiende como un niño a un cuentacuentos, haciéndome pensar películas como El Halcón Maltés. Y Anna Karina, con un aire de alienación y casi lobotomización por parte del régimen pero haciéndonos ver una vida inconsciente muy potente que nos deja ver una muestra de humanidad.

Por tanto, un film pretencioso, pero que llega a una complejidad acorde con estas pretensiones, que experimenta con la narrativa, y llega a un punto más que interesante de reflexión sobre la relación de la vida humana con la tecnología.











PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.0
Técnica: 8.5
Guión: 8.0
Actuación: 8.0

TOTAL: 8.0

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