domingo, julio 17, 2011

La Meute (The Pack)

Título: La Meute


Director: Franck Richard


Año: 2010


País: Francia / Bélgica


Duración: 81









Charlotte (Émilie Dequenne) va conduciendo camino a ninguna parte. Cuando ve a Max (Benjamin Biolay) haciendo autostop, decide parar y llevarlo. Pero Max, que coge el coche mientras la muchacha duerme, la conduce a un bar de mala muerte regentado por La Spack (Yolande Moreau). Él no tarda en desaparecer tras una visita en el baño. Cuando Charlotte se pone a investigar, no tarda en descubrir que la trama del bar y la desaparición de Max es mucho más sórdida y peligrosa de lo que pensaba.


Yo entraría con la seguridad de que ponen buenas tapas.


El campo como lugar para pasarlas putas, un autostopista que al final no se recoge tan casualmente, secuestros y lo sobrenatural como excusa para explicar partes de la trama, no son cosas que se hayan inventado para esta peli. La Matanza De Texas como eje fundamental, Calvaire, Blood River o À L’Intérieur son buenos ejemplos de este tipo de cosas dentro del cine. Y sí, todos los ejemplos tienen elementos en común y de evidente influencia hacia la presente cinta. O al menos, con influencias comunes que llevan al mismo lugar.

Aquí, en base a estos tópicos, y una evolución del guión marcadamente fragmentada que por cercanía y similitud me hace pensar en Martyrs, se establece una historia extraña que tiene el principal problema de lo variable del ritmo, permitiéndose giros del guión muy marcados, y también pasándose por el forro unas cuantas concepciones básicas del género y de la narrativa en cuanto a estructura del guión.

Si, Philippe Nahon intentando beneficiarse a una jovenzuela (Émilie Dequenne), y con una camiseta cojonuda que no se ve, por desgracia.


Esto, a priori podría ser algo bueno. Y de hecho, no es que sea especialmente problemático, pero le quita bastante unidad a la historia, y exige que sea esta la principal fuente bajo la cual se construye el guión, puesto que los personajes carecen de ninguna definición ni carácter, y solo se mueven por dentro de la historia, en ocasiones un poco a tumbos. A excepción de Max, que parece moverse en un plano superior controlando siempre lo que ocurre. El problema al que lleva todo esto, es que tampoco se explica nada bien, y el final se vuelve excesivamente confuso.

A ello, se suma una puesta en escena interesante especialmente en cuanto a la sordidez que transmite todo, pero con un excesivo énfasis, nuevamente, en la diferenciación de las distintas etapas que pasan por la historia, que ayuda en ese ritmo a golpes que acusaba ya la propia historia. Aún así, vemos por parte de Franck Richard un gusto en cuanto al movimiento pausado de la cámara en todo el conjunto, e incluso consiguiendo algunos momentos bastante interesantes gracias a ello, que contrastan con la historia contada. Además, la foto de Laurent Barès, bastante natural, y en todo caso pecando de resultar demasiado oscura en determinadas ocasiones, como en la aparición de los monstruos por primera vez, donde de todos modos, consigue ayudar en esta puesta en escena sucia e incómoda.

Quieren oxigenar su sangre? Pues escáncienla!


Es desde el montaje de Olivier Gajan donde se ve un mayor problema, al no llegar a enlazarse nada bien con esa fotografía y puesta en escena pausada y tranquila, metiendo cortes constantemente, e incluso un flashback totalmente innecesario e ilógico. Así, aportando uno de los peores problemas para el desarrollo de la historia, y consiguiendo, solo, aportar incomodidad para el espectador.

En cuanto al sonido, nada especialmente destacable, salvo el buen uso de graves especialmente en esos momentos de extrañeza que son las apariciones de los monstruos, y la ayuda que consigue prestar a la ambientación, además con una musica que en la poca presencia que tiene pasa desapercibida pero funciona cojonudamente para que el espectador entre en la historia.

Hasta qué punto considerarlos zombies? Ni siquiera en lugares especializados se ponen de acuerdo...


Las actuaciones, dejando de lado lo difícil de juzgarlas por ese problema de falta de desarrollo en todos los personajes, consiguen hacerse más o menos interesantes. Benjamin Biolay, como decíamos, el más trabajado por la evolución que va teniendo su personaje a lo largo de los distintos fragmentos de la historia, y siempre consiguiendo resultar coherente y creíble. Por parte de Émilie Dequenne, sin embargo, ya mucho más problemática, pasando de una primera parte en la que está perfectamente creíble y llena de fuerza a irse apagando conforme avanza la historia y su personaje pierde también lógica en sus acciones y protagonismo en la cinta.

Por parte de Yolande Moreau, primordial a la hora de crear ese ambiente de terror y sordidez, consiguiéndolo en gran medida. Una pena que acabe por no conseguir la fuerza necesaria en su personaje, aunque sí consiga aparentar que está bastante colgada y ser creíble en este aspecto. Y respecto a la aparición de Philippe Nahon, decir que está más de relleno que otra cosa, y resulta bastante poco interesante para el conjunto de la historia, aunque su actuación esté más o menos bien en cuanto a crear el personaje.

Y para terminar el análisis, un bonito plano.


Resumen:

El principal problema de la peli estaría en relación a su falta de coherencia interna, que acaba por minar mucho del buen trabajo respecto a la ambientación y al bizarrismo de la historia. No obstante, un buen trabajo de dirección y técnico, aunque acaba por entorpecerlo gravemente un montaje más protagonista de lo deseable.



PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 6.5
Técnica: 6.5
Guión: 5.0
Actuación: 6.0

TOTAL: 6.0

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