martes, noviembre 23, 2010

Ex Drummer

Título: Ex Drummer


Director: Koen Mortier


Año: 2007


País: Bélgica


Duración: 100









Dries Van Hegen (Dries) recibe en su casa a 3 tipos bastante curiosos, pidiéndole que les ayude en su grupo de rock tocando la batería. Ante el panorama de tocar con un tío que no mueve un brazo y es marica, un skin que pega a todas las mujeres y a todo lo que le provoque y en su casa vive en el techo, y un sordo sin mucha esperanza en la vida. Resulta que Dries es un hombre de éxito, pero curioso por ver lo peor del ser humano, así que no puede mantenerse al margen y acepta la oferta.

Llegar a casa, ponerte cómodo, quitarte la camiseta, y a andar por el techo!


La relación entre la música y el cine siempre ha sido fluida. Más allá de lo que pueden ser simplemente los musicales y los videoclips, nos encontramos ya desde el comienzo del sonoro con El Cantor De Jazz, donde se veía que la música y los músicos eran algo de donde sacar historias, que además no se podrían contar tan bien en otros medios como el literario. Desde entonces, han pasado unos cuantos años, y podemos encontrar un buen número de producciones similares, como The Doors, 8 Millas o Talento De Barrio, donde vemos muchas de las jodiendas de quien intenta vivir de la música. Al igual que desde el punto humorístico, donde también se siguen mostrando más caras de la música, como ocurría en This Is Spinal Tap o en The Rutles.

Es que nadie va a pensar en los niños? Pues si, aquí si.


Y aquí lo que se muestra, además de esa búsqueda del éxito inherente a todas estas cintas de músicos, es lo más extremo posible de lo más chungo en lo más bajo, con unos personajes que están al nivel de una peli de John Waters en cuanto a desórdenes mentales y familiares, gracias a los cuales la violencia y la humillación se convierten en un continuo a lo largo del guión, olvidándose, gracias a ello, de toda la posible moraleja en que se suele caer sobre la lucha, la autosuperación, etc, y todo se convierte en una simple muestra de lo peor del ser humano en forma de humor negro y sin complejos.

Es gracias a este bizarrismo tan llevado al extremo, por lo que el ritmo de la historia es cojonudo, y, aunque haya algún momento como el del giro que da pie al final que resulta algo extraño, lo cierto es que en el conjunto global funciona perfectamente, y resulta coherente con todo el resto de la historia.

Y eso es lo que más asco da a Dries.


A ello ayuda también la propia ambientación que busca Koen Mortier, que se centra, con ayuda de la dirección de foto de Glynn Speeckaert, en mostrar la suciedad más absoluta dentro del estrato más bajo de la sociedad, escapándose del punto de vista con algún positivismo del pensamiento burgués que suele tomar el cine, y recordándome en ese principio a films como Trainspotting o Solo Contra Todos. Además, no se corta en experimentar con la imagen y lo extraño de las ideas del guión, como es el hecho de Koen de Geyter andando por el techo, o todas las partes que están montadas con la imagen al revés como si esto fuese Happy End. Destacar, también, el uso de cámara para los momentos de música, especialmente donde se evita por todos los medios que veamos a los actores tocando, poniéndolos de espaldas por ejemplo, para que al menos no den el cantazo, como ocurre muchas veces.

Eso sí, como decía, todos los lugares son sucios, muy sucios, y el único que se salva, es el piso de Dries Van Hegen, que aún así tiene un nivel de sordidez precisamente por lo aséptico, pero a pesar de ello oscuro y apoyándose en todo ese rollo enfermizo que también transmite el propio personaje. Y eso es gracias al trabajo de Geert Paredis, consiguiendo además de lo sucio un nivel de violencia transmitida emocionalmente que apoya a la perfección todo el conjunto.

Así es el interior de una vagina.


Pero bueno, también los propios protagonistas son partícipes de llevar al extremo todo lo mostrado, gracias no solo a sus interpretaciones con las taras físicas sino a las mentales, consiguiendo un nivel cojonudo. Para empezar, el propio Dries Van Hegen, con ese aire de superioridad y de frialdad casi psicopática, que consigue realmente crear un personaje duro y acojonante pero sobre todo repulsivo. También destacable Norman Baert en su rollo hiperviolento que marca ya al principio la peli y nos deja claro en que plan va a ser el espectáculo al que asistamos. Una pena no hablar ni pizca de flamenco para apreciar el ceceo que se comenta que tiene, pero bueno, en general un gran papel totalmente ido y desquiciado, aparentando estar en su propio mundo de violencia todo el tiempo.

El resto del grupo, también a buen nivel, y así, Gunter Lamoot, divertido aunque un poco más comedido que el resto de reparto y basando demasiado su personaje en el guión y en el hecho de no mover el brazo derecho. Que no es fácil, la verdad. El cuarto miembro original, Sam Louwyck, perfecto al convertirse en un perdedor absoluto, y resultando el más creíble dentro de su demostración de vida borderline. Incluso en el período de locura más pura, está a un nivel tremendo. Del resto del reparto, destaca Bernadette Damman, que varía demasiado en su personaje, perdiendo en coherencia, aunque sea tremendamente extrema en casi todos sus registros. Pero eso, que no llega a hacerse creíble en conjunto. Y por parte de los demás, con poca definición por el poco tiempo para lograrla, lo cual les supone un problema, aunque apoyen bien el desarrollo.

Que te llamen Gran Polla, ayuda a conseguir este tipo de momentos.


Con todo esto, un montaje de Manu Van Hove relativamente poco presente, permitiéndose el hecho de planos largos para dejar las acciones, pero sin dudar en ayudar a la historia en cuanto lo necesita, y desde luego luciéndose en momentos de experimentación como con los planos invertidos en todos los sentidos, o en los momentos del directo, consiguiendo siempre transmitir, junto con los juegos de cámara que citábamos antes, un sentimiento de violencia constante.

Y a ello, lógicamente, pues también se une el sonido, donde la música se hace presente y protagonista en muchas partes, y aunque normalmente se note que está grabada en estudio y no tocada en directo, pues no supone tampoco un problema de credibilidad y de hecho incluso le otorga un plus con el extrañamiento que supone. Por cierto, con una selección bien cuidada en cuanto a los temas escogidos, desde el Mongoloid de los Devo hasta Deep Fish, ambas tocadas por Millonaire para la peli, convirtiéndose así en una especie de alter ego de los Feminists que protagonizan el film, y destacando sobre temas de Mogwai, Isis o Lightning Bolt.

Este es el espacio más natural de la peli. Todos los locales tienden a ser así de sucios.



Resumen:

Una peli llena de bizarrismo y violencia bajo el marco de la música y la búsqueda de lo más bajo del ser humano, con un gran guión y un trabajo técnico que no tiene miedo a experimentar, consiguiendo transmitir mucho de lo que el guión necesitaba en cuanto a lo extremadamente borderline de la propuesta.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 9.0
Técnica: 8.0
Guión: 8.5
Actuación: 8.0

TOTAL: 8.5

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