jueves, junio 09, 2011

Jacarandá

Título: Jacaranda


Autor: Shiriagari Kotobuki


Año: 2002-2004


País: Japón


Edición: Dolmen


Tomos: Integral de 320 pag.









Un día, en algún lugar de Tokio, comienza a nacer, en medio del asfalto, un brote. Rápidamente alcanza un tamaño considerable, y sus raíces, extendiéndose por el subsuelo, comienzan a sembrar el caos. Lo que en un principio solo eran baches, rápidamente aumentan de tamaño y se suceden los derrumbamientos y las explosiones provocando un escenario dantesco, mientras el árbol sigue creciendo hasta un tamaño absurdamente grande.

Pensar en comprar bolsos cuando la ciudad se va a destruir... Bonita sociedad la nuestra.


Si buscan en la Wikipedia, encontrarán que el Jacarandá es un género de árboles típicamente sudamericanos. Bueno, eso y muchas más cosas, pero si quieren lo miran allí. Y por algún motivo, no se si relacionado con su origen o solo por sus características, es el árbol que Shiriagari Kotobuki pensó perfecto para destruir Tokio. Bueno, una versión grande, como lo es Godzilla a un lagarto normal, y solo una parte de Tokio. Y si, se que la comparación a Godzilla, tratándose de un producto japonés sobre algo gigante, es muy fácil. Pero es que el mismo autor lo hace en una explicación que está al final del volumen.

Porque lejos de lo que puede parecer en un comienzo, esta es una obra que se ve beneficiada por una explicación, pues su simbolismo y la forma en que está narrada su historia no ayudan precisamente a comprender lo que el autor quería decir. Todo transcurre casi sin ningún diálogo, y muchas de las viñetas son simples muestras de destrucción masiva, llegando a un final sorprendente y que no hace sino enfatizar esa extrañeza e incomprensión tras las 300 páginas aproximadas que dura.

Lo que hace Kotobuki es crear en un comienzo una crítica dura y directa a la sociedad actual, a los medios de comunicación e insensibilidad social. Esto, hasta que estalla de repente la catástrofe, en forma de brote primero, pero rápidamente más grande, de modo que las viñetas sin diálogo que comentaba antes van ganando protagonismo, y cada vez nos encontramos con algo que ocurre más rápido, y de un modo más caótico, pero siempre visual, llegando a un final donde de repente la calma se mezcla con la velocidad de lectura que traíamos, consiguiendo un efecto cojonudo en la evolución del relato.

Trenes contra árboles gigantes, está claro quien gana no?.


Los dibujos empleados para contar esto, tremendamente eficaces en cuanto a su capacidad de transmitir movimiento y dinamismo, y ayudando por tanto en ese caos que se presenta. Además, en cuanto a los personajes humanos, tremendamente expresivos en sus expresiones. Incluso en ocasiones llega a recoger elementos expresionistas en la forma de alargar y alterar las líneas, tanto de la gente como de los objetos.

Eso sí, por culpa de todo esto, llegando a hacer que el lector se pierda, debido al excesivo caos de algunas viñetas donde no llegamos a saber realmente qué se está representando, si es un coche o un edificio reventando, de donde viene la explosión… Además, esas caras, si bien son muy expresivas como decía arriba, también reconozco que resultan excesivamente bidimensionales, restándole en alguna ocasión unión con los fondos y haciendo que parezcan más pegotes ahí colocados que personajes de la historia.

Y eso que la catástrofe no cuadra en festivo.


De todos modos, estos personajes, tampoco llegan a tener interés por sí mismos en casi ningún caso, y solo alguno nos podrá interesar durante un par de páginas a lo sumo. Porque realmente, los humanos de la historia representan esa sociedad masificada, especialmente en la capital nipona, y no importan por individuos, sino como anécdotas concretas de una catástrofe que acaba por unirlos como una sola víctima colectiva. Y ese efecto lo consigue también mediante la despersonalización de los mismos en gran parte de las viñetas.

Es por esto que, realmente, no llegamos a sufrir pena con casi ningún momento, en ese estilo de narración televisiva que criticaba al comienzo donde la tragedia más absurda se mezcla con mujeres ligeras de ropa, soft news y políticos largando (añadiendo algo de deporte), de modo que nada tiene importancia y lo poco que nos pueda interesar una noticia por dolor o preocupación nos lo quita la siguiente con risa o alicientes sexuales. Sin embargo, el estilo de Kotobuki sí nos consigue transmitir un aura de violencia en todo que nos hace ver la intención de destrucción del autor. A lo que se suma, también, el aire de calma y respiración en algún momento concreto, destacándose además las partes oscuras y las luminosas a este respecto.

Con todo, consigue una unidad narrativa acojonante en cuanto a contenido, rápida en cuanto a narración, y que si se le debería echar algo en cara, es que tanta destrucción y una evolución de la misma tan continua, acaban por resultar algo monótonas en la parte central, donde sabemos que todo va a seguir igual y solo pasamos páginas alucinando con esa violencia y deseando que algo rompa con la continuidad.

A esto me refería con lo difícil que es seguirlo en ocasiones.


Resumen:

Un manga extraño y con el estigma de resultar muy personal para el autor, donde la violencia, el caos y la destrucción se mezclan con elementos de crítica social y simbolismos que el propio Kotobuki necesita explicar en un anexo, consiguiendo una unidad coherente e interesante. Narrado de tal forma que si se le debe echar algo en cara es, principalmente, la excesiva repetición de motivos en alguna parte, y un dibujo algo confuso para tanto caos en más de una viñeta.




PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 9.5
Dibujo:: 8.0
Guión: 7.5
Personajes: 7.5

TOTAL: 8.0

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...