jueves, septiembre 15, 2011

Two-Lane Blacktop (Carretera Asfaltada En Dos Direcciones)

Título: Two-Lane Blacktop


Director: Monte Hellman


Año: 1971


País: USA


Duración: 103









Dos chavales (James Taylor y Dennis Wilson) se dedican a recorrer los USA de un lado a otro apostando en carreras de drag. Conducen un Chevy del 55 modificado hasta las trancas, y no hay muchos coches que puedan ponérsele delante. Un día, acaban picando al conductor de un Pontiac GTO del 70 (Warren Oates) tras toparse con él a lo largo de 3 estados distintos. Así que acabarán en una carrera hasta Washington DC atravesando un buen puñado de problemas y vicisitudes conjuntas.


No hay diferencia estética ni nada.


Desde la primera vez que vi Vanishing Point, comencé a decir que era, posiblemente, la mejor peli de coches de la historia. Tras ver Carretera Asfaltada En Dos Direcciones, solo puedo reiterarlo. Aún a pesar de un título tan cojonudo, y grandes aciertos tanto en guión como en espíritu como en el trabajo técnico. Curioso por cierto, que ambas pelis coincidan en tantas cosas como año, estilo y temática. Si incluso podríamos imaginar que en el universo fílmico los coches de unos y otro podrían haberse cruzado!

Desde un comienzo, destaca el ambiente totalmente desencantado y de cierto corte nihilista de esa generación post hippy que entraba en la decadencia de los 70, donde ni la muerte ni el futuro tenían más significado que el vivir. Ese espíritu que se encargarían un par de años antes de llevar al cine pelis como Easy Rider o, si me apuran, Bonnie And Clyde e incluso El Planeta De Los Simios. Aunque esta última ya no tendría nada absolutamente que ver temáticamente, solo en espíritu.

Venid muchachos, un motor!


Principalmente, gracias a la buena combinación entre el guión y la puesta en escena que lleva a cabo Monte Hellman. Sobre una historia sencilla y que solo se dedica a dar tumbos por la trama principal sin dejar demasiado claras las ideas que pasan por las mentes de nuestros protagonistas, se regocija en acompañarlos por ese viaje horizontal a los USA que en tantas pelis se ha visto convertido en un hito de la cultura occidental. Aún así, gracias a la linealidad que se sigue a través de esa carrera que establecen los dos protagonistas con el hombre del Pontiac GTO, la acción consigue llevar hacia delante el film con paso firme e interés para el espectador.

Respecto a ese trabajo de puesta en escena que comentaba, destaca su búsqueda de lo pausado, consiguiendo, especialmente en la primera media hora del metraje, y en gran medida en la parte final, un aire espectacularmente distante y de desconexión por parte de los personajes. Gracias principalmente a la búsqueda de planos muy largos en duración, sin miedo a la falta de acción sobre todo, Hellman consigue que, si bien el leitmotiv de la historia esté en la acción y en el movimiento hacia delante sin pensamiento, el espectador se vea obligado a plantearse la realidad que se le ofrece crudamente. O todo lo crudamente que se podría teniendo en cuenta las circunstancias.

Eso sí, elementos del guión como son los autoestopistas que va recogiendo el tipo GTO, o los propios personajes, o las situaciones en las que se ven envueltos en busca de alguna descarga de adrenalina, ayudan enormemente a esta visión de la norteamérica de la era de Vietnam, y la poca confianza que había en nada en aquella juventud sin futuro a la vista. Y eso que aún no habían atravesado la crisis del petróleo!

Y así se ve una carretera yankee en los 70 desde un GTO.


Pero bueno, aún así, el trabajo con la fotografía que hace Jack Deerson (con Gregory Sandor fuera de créditos según la IMDb), si bien en cuanto a la luz poco más hace que aprovecharse de los espacios naturales en que se ambienta el conjunto, en cuanto al trabajo de posicionamiento y uso de la cámara aporta mucho a la búsqueda estética y estilística del film, con momentos muy buenos como es el acelerón que vemos desde un escorzo de uno de los protagonistas, consiguiendo, sin dejarnos ver nada, hacernos partícipes de la velocidad a la que se mueve el Chevy del 55 tó tuneao.

Además, el montaje, que lleva a cabo el propio Hellman, contrasta precisamente esos planos que tienden al vacío con la acción obvia que se presupone a una peli de coches, y más durante los momentos de carrera. Momentos que, por cierto, podrían haberse alargado un poco más, para darle más preponderancia en el conjunto global. No obstante dicho conjunto queda bastante interesante y funciona a la perfección, aunque algún momento sea más extraño por sus elipsis, como la separación y unión en una carretera al sur de un pueblo, desapareciendo el coche de poli que parecía seguirlos.

Por cierto, el sonido también importantísimo en el devenir de la historia y en la presentación hacia el espectador. Desde esa manera de acelerar que nos lleva al interior de los coches sin necesidad de ver nada, hasta el final donde no teme experimentar en absoluto. Eso sí, quedándose algo vacío en determinados ambientes, aunque con una banda sonora tremendamente dependiente de la presencia diegética.

Por qué no usar un coche de los 30 para correr?


Ahora bien, pese a todo este espíritu que se nos consigue trasladar, y ese buen trabajo técnico, también se le podrá echar en cara cierto vacío y el exceso de momentos que parecen estar metidos en el guión solamente para ir rellenando bulto y metraje, aportándonos más bien poco. Pero no olvidemos que esto influye también en la búsqueda desesperada y desencantada con la que empezábamos el análisis.

En cuanto a las actuaciones, poco que destacar realmente. Tanto James Taylor como Dennis Wilson muy correctos en sus personajes, especialmente el primero con toda la introspección que parece desarrollar. Ahora bien, consiguiendo mantener con sus actuaciones gran parte de los aciertos que llevamos comentando, ya desde sus silencios prolongados, o su aire alejado de lo que los rodea. Repito, especialmente en caso de Taylor.

Warren Oates por su parte, como contrapunto bastante interesante a estos dos, con un personaje del que solo por confusión acabamos sabiendo tanto y menos al mismo tiempo incluso que de los principales, pero con un aire interesante precisamente por lo oligofrénico de la actuación, cambiando de registro casi con cada diálogo y con cada secuencia. Destaca especialmente al respecto la etapa que comparte con Laurie Bird, quien por cierto sin llegar al nivel de los otros 3 principales, tampoco se queda corta en la extrañeza de su personaje, aunque tienda más a forzarlo que sus compañeros de reparto.

Nunca acabarán de convencerme estas carreras de velocidad.


Resumen:

Una peli entretenida y que desborda un aire desencantado como corresponde a su época y en gran medida a su género. Buenos aciertos en cuanto al pausado trabajo técnico, y unas actuaciones al nivel de las circunstancias. Ah, y un Pontiac GTO del 70, que eso siempre mola.



PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 8.0
Técnica: 8.0
Guión: 7.0
Actuación: 7.0

TOTAL: 7.5

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