miércoles, enero 12, 2011

Enter The Void

Título: Enter The Void


Director: Gaspar Noé


Año: 2009


País: Francia / Alemania / Italia


Duración: 161









Oscar (Nathaniel Brown) es camello en Tokio. Vive con su hermana Linda (Paz de la Huerta) después de muchos años, desde que fueron separados de críos tras la muerte de sus padres. Un día que va a pasarle drogas a un amigo con el que ha discutido, la policía le atrapa en un baño y acaban por dispararle. A partir de aquí, Oscar, o más bien su consciencia, irá atravesando las distintas etapas de la muerte, coincidentes con lo que le contó su amigo Alex (Cyril Roy) sobre el Libro Tibetano De Los Muertos.

Ya desde los créditos, toda una experiencia de lo extraño.


Ya se que esta peli ya la analicé someramente en el contexto del maratón de Cineuropa. Pero de todos modos, es una obra que merece algo más, y no podía resistirme a plantear un análisis completo y riguroso (además de largo y lleno de chapas innecesarias que me hagan sentir bien conmigo mismo). Principalmente porque, desde mi punto de vista, y sobre todo a nivel técnico y de originalidad, supone una de esas pelis únicas en su especie, situándose directamente entre cosas irrepetibles e incomparables como Mulholland Drive, Persona o La Montaña Sagrada.

Porque sí, hay muchas películas sobre drogas. Desde Miedo Y Asco En Las Vegas, hasta Réquiem Por Un Sueño o Trainspotting, cada una mostrándonos los efectos de distintas drogas duras desde su propio punto. Pero nunca perdiendo la psicodelia y el extrañamiento de la realidad como punto de partida para ello. Y por supuesto, dentro de estas, estaba presente la relación de las drogas con la muerte, que es algo habitual dentro de todas las culturas. Pero en Enter The Void, Gaspar Noé intenta ir más allá, en un producto nada comercial, sino de pura creación personal, donde la muerte es lo que se nos muestra bajo el contexto de las drogas y no al revés, tomando de partida, como los chamanes hippies de los 60, el Libro Tibetano De Los Muertos.

El cine como recurso para consumir drogas sin necesidad de joderse el cuerpo.


Antes de nada, admito no haber leído el contenido del Libro Tibetano De Los Muertos, o Bardo Thodol para los amigos, pero por lo poco que sé, la explicación y la adaptación aquí dada es más bien libre, al no contar con elementos clave como las apariciones de los ángeles buenos y malos en los distintos estados, y presentarse más como un viaje astral donde el alma vaga por el mismo mundo que ha dejado. De todos modos, esto tampoco hace variar la película, puesto que la aproximación es subjetiva y de hecho nos la presenta al comienzo Alex, y deja así claro qué es lo que vamos a ver y en qué orden ocurrirá todo. Y con qué motivo.

Psicodelia para el s. XXI!


Así queda delimitado el devenir de los 160 minutos de absoluta subjetividad que nos presenta Noé, planteándolo todo absolutamente, desde el punto de vista de Oscar, que si bien podríamos verlo como protagonista, realmente está ausente de muchas de las partes relatadas, con lo cual casi se podría analizar dando el protagonismo de la cinta a Linda. Pero esto es otra discusión. Lo que decía es que se nos muestra todo, desde los momentos de drogarse con DMT y su viaje, hasta la muerte, sus recuerdos, y todo su proceso de reencarnación. De hecho, es interesante destacar cómo entre sus recuerdos se eliminan todas las partes de la adolescencia y el cómo llegó a Tokio, a pesar de que en principio deberían ser relevantes. De este modo, se permite algo más de coherencia y acepta un poco de narrativa fílmica más convencional, creando una forma de ver quién era Oscar y quienes le rodeaban desde un montaje fragmentario que responde al devenir subconsciente de su consciencia aún activa.

Toda esta parte, rodada de un modo absolutamente impersonal, viendo a Oscar desde su nuca y reviviendo todo para saber qué ocurrió, da pie a una continuación a la que pasa con suavidad, para mostrarnos la vida que siguen los restantes personajes una vez muere Oscar. Aquí, se convierte en algo aún más impersonal si cabe, con visión desde el aire y un gran trabajo de cámara, con movimientos tanto físicos como de lente casi imposibles y que ayudan en la tranquilidad y la ausencia de fuerza que tiene todo el film, planteando lo poco importante que es el mundo para esa consciencia ausente del mismo, y quedándose en esta idea hasta el final, aunque metiendo algún otro retazo de memoria que incluso redunda en lo ya mostrado.

Vean, el diseño de un espacio en función de su luz.


Para esto, un trabajo técnico casi perfecto, donde Noé coge parte en casi todos los aspectos como es habitual, y plantea muchas de las partes como grandes planos secuencia donde la cámara, que él mismo maneja, solo observa lo que ocurre, o nos introduce en la visión subjetiva, como decía antes, de Oscar y de su consciencia. Además, el trabajo de arte que hace Marc Caro y el de fotografía de Benoît Debie ayudan enormemente en toda la pretensión de ausencia del mundo, al colocarnos en ese punto de las drogas donde solo las sensaciones cuentan, y todo lo externo parece alejarse y no importar.

También el montaje, hecho a medias por parte del propio Gaspar Noé y Marc Boucrot son esenciales en toda esta pretensión narrativa, mezclando a la perfección esa idea y trabajo de cámara que comentaba antes con los efectos visuales, hechos en BUF, y consiguiendo en todo momento el ritmo y tono lento y pausado que necesita la peli. Además, todo el trabajo con estrobos que se mete ya desde los créditos, los parpadeos o los cambios a recuerdos, con ese accidente recuperando la atención del espectador cuando es necesario, consiguiendo enlazar y dar coherencia a todo como la experiencia audiovisual que es la película. De hecho, incluso los viajes a través de las luces me resultaron mucho menos incómodos y repetitivos en esta segunda visión que en la primera, y no se les puede negar lo interesante para cambiar de escena y saltarse la continuidad del espacio-tiempo. Por cierto, mención aparte merece ese momento de efecto digital del interior del coño, viendo la penetración desde dentro y el viaje de los espermatozoides, rayando en el absurdo, y siendo un claro ejemplo de la provocación que le gusta a Noé, pero sin embargo justificado por la acción y la narración.

Como representar la ida de olla de un drogado? Todo el mundo sabe que con ojos de pez.


El sonido también es básico para la intención de extrañamiento que tiene la cinta, con un constante ruido electrónico de frecuencias de fondo, que nos coloca todo en ese punto de ensoñación y onirismo, variando en relación al tipo de secuencia y al caso que la cámara le hace, e incluso pasando a convertirse en la fuente principal de la percepción. Respecto a los sonidos propiamente de la historia, jugando también muy acertadamente con la situación de los personajes respecto a la situación de la cámara, y de hecho resultando muy interesante por esos cambios al movernos por los espacios de acción.

El trabajo de los actores, aunque secundario para la narración tal y como se plantea, también muy interesante por todo ese trabajo con secuencias largas sin cortes, y donde destaca por tiempo en pantalla Paz de la Huerta, que está especialmente bien en las secuencias más dramáticas, y se hace creíble en su esencia de joven inmadura que se va enfrentando a la vida. Por su parte, Nathaniel Brown, muy coherente en todo momento, y transmitiendo poco, pero también con la dificultad de trabajar casi todo el tiempo de espaldas a cámara, o en off, y a pesar de lo cual llega a tener un mínimo de profundidad.

A que desde fuera no parece tan acogedor?


De los restantes, Cyril Roy, muy bien dentro de su personaje de yonki intelectual, y muy natural en todo momento, y Olly Alexander que acaba estando excesivo en muchos de los momentos en que aparece, sí parece ser un adolescente perdido en un mundo extraño a él. De los demás, Masato Tanno y Ed Spear con poco tiempo pero al menos haciéndose creíble, y como gran sorpresa la cría Emily Alyn Lind, que parece que cada vez que sufría la habían traicionado realmente para conseguir esas actuaciones tan crudas y realistas. Pero no me malinterpreten, también está muy natural en los momentos más calmados. Pero ahí ya es más común conseguirlo. De verdad, una de las mejores actuaciones infantiles que haya visto nunca. Los demás, sin ser nada destacable a este nivel, muy bien en sus papeles y sin resultar forzados en ningún momento.

Y además, con sexo explícito. No le falta nada!



Resumen:
Una película tremendamente arriesgada, única y compleja en su realización, que si peca de algo es de un guión no todo lo profundo y complejo que podría, pero que suple perfectamente con la experiencia audiovisual que resulta en su forma narrativa y el desarrollo técnico para llegar a ella.





PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 10.0
Técnica: 9.5
Guión: 8.0
Actuación: 8.0

TOTAL: 9.0

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