martes, junio 22, 2010

Liquid Sky (Cielo Líquido)

Título: Liquid Sky


Director: Slava Tsukerman


Año: 1982


País: USA


Duración: 112









Margaret (Anne Carlisle) es una modelo bisexual y andrógina, novia de Adrian (Paula E. Shepperd), una camella de heroína. Un día, encima de su piso se posa un platillo volante porque, tal y como explica el científico Johann (Otto Von Wernherr) a una vecina de las chicas llamada Sylvia (Susan Doukas), es una forma de vida que necesita las estructuras moleculares creadas por el opio, similares a las hormonas soltadas durante el orgasmo. Por eso, empieza por intentar disfrutar del hecho de que Adrian pase heroína, pero se aficiona a matar a la gente que se folla a Margaret en el momento en que se corren para alimentarse.

Las drogas han sido una constante dentro del mundo narrativo, ya desde los autores malditos, donde podríamos destacar a Thomas de Quincey y sus Confesiones De Un Comedor de Opio, o la generación beat y el sr. William S. Burroughs. Y en el cine no es menos. Desde los documentos de exploitation y condena como Alice In Acidland o Reefer Madness hasta las casi apologías del estilo de Arrebato. Si incluso Disney entró al trapo con una secuencia psicodélica por ingesta de alcohol en Dumbo!

Y así como las drogas han sido una constante, los seres de otros mundos, también. Y es que los extraterrestres de ficción ya nos han invadido en múltiples ocasiones con muchas intenciones, desde robarnos nuestras identidades sin más razón aparente que suplantarnos para vivir como en La Invasión De Los Ultracuerpos, hasta convertirnos en fuente de alimentos para una cadena de comida rápida como en Mal Gusto. Así que no es raro que, en algún momento, a alguien se le pasara por la cabeza mezclar ambas cuestiones. Y ese momento, tenían que ser los primeros años 80, donde las drogas artificiales y duras estaban en apogeo y lo extraño y bizarro venía desde los 70.

La película se estructura en un guión muy sencillo y cerrado, donde se juega con dos tramas paralelas bien diferenciadas, entre la vida de la protagonista, y la investigación del científico. Eso sí, esta segunda trama es más un relleno explicativo para lo que es el alien y sus intenciones que otra cosa, lo que motiva que gran parte de la historia se queda solo a medio presentar, con toda la extrañeza que supone. Pero bueno, si hay algo que destaca sobre todas las cosas, es la constante sensación de extrañamiento, tanto con lo que es la propia idea del film, como con la distancia de los personajes y sus propias características (las pocas que están definidas). También podríamos atender a una tercera trama, con una pareja de artistas, en la cual el tío es un yonki, pero que apenas tiene importancia y solo ocupa unas pocas secuencias.

El ritmo se hace bastante irregular y cansino, y si bien la parte del científico también tiene un componente de picardía que le da un aire más fresco, tampoco llega a compensar la lentitud de la trama principal. Por suerte, toda la sección final, con sus discursos, el concepto del alien yonki ya desarrollado y toda la psicodelia ya más asumida en el interior de la narración, gana bastante interés, y de hecho el final es lo suficientemente extraño como para explicar y compensar el desarrollo.

La ambientación, como decía, con buenas dosis de extrañamiento, y buscando mucha psicodelia, recordando en el conjunto al estilo de Café Flesh. Además, todo el juego que se hace con solo unos pocos interiores, además de conseguir reducir costes, cosa que aparenta ser necesario, ayuda en conseguir una sensación de encierro que colabora con todo ese extrañamiento. Aún así, Slava Tsukerman no arriesga demasiado en la forma narrativa, y solo el buen uso de la luz, con la fotografía de Yuri Neyman, consigue apoyar totalmente en la psicodelia que sirve de base para todo el film.

El montaje, del propio Slava Tsukerman en colaboración con Sharyn L. Ross, funciona apoyando esa diferenciación de las dos tramas que comentaba en relación al propio guión, consiguiendo en la totalidad de la cinta ir mostrando un montaje paralelo que acaba resultando cansino por lo que fragmenta todo el conjunto, eliminando el interés que podría conseguir la trama principal. Eso sí, hay que reconocer el buen acierto en cuanto a los efectos que se nos muestran cuando el alien hace de las suyas, tanto en los propiamente de postproducción como en los mecánicos. Ahí si que se consigue apoyar la narrativa psicodélica de que presume la cinta.

También desde la música que conforma la banda sonora, presente en casi la totalidad del metraje, con una estructura y calidad que se introduce en la mente del espectador, jugando con él para colocarlo en el estado correcto. En cuanto al montaje del sonido, sencillo y sin errores, consiguiendo una buena sobriedad aunque resultando algo soso.

En cuanto a las actuaciones, destacar a Anne Carlisle, que con su androginia donde admite referencia a David Bowie, juega con dos personajes antagónicos en sus formas, pero con un movimiento similar en cuanto a una gran estaticidad que hace que sean personajes lejanos al espectador y al resto de personajes de la cinta, mucho más naturales.

Para empezar, Paula E. Shepperd destaca por estar relativamente forzada en su papel, y sin conseguir resultar nada contundente ni creíble. Pero peor es si cogemos a Otto Von Wernherr, chirriante en todo su tiempo en pantalla, ya que solo se dedica a hacer un papel vacío con la única característica creíble de ser europeo (y menos mal). Entre el resto, Susan Doukas resulta bastante creíble, y algo más interesante que el resto, pero aún así, su actuación resulta forzada. Y poco más entre los que serían los actores de reparto.

Resumen:

Una peli con un argumento interesante y una puesta en escena lo suficientemente personal en cuanto a psicodelia y extrañamiento, pero con un ritmo bastante mejorable, al igual que sus actuaciones.






PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 9.5
Técnica: 7.5
Guión: 6.0
Actuación: 6.0

TOTAL: 7.0

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...