martes, junio 15, 2010

Black Books

Título: Black Books


Creador: Dylan Moran


Año: 2000-2004


País: Gran Bretaña


Temporadas: 3
Total Capítulos: 18
Duración Capítulos: 25









Bernard (Dylan Moran) es el dueño de una pequeña librería londinense. Odia al mundo, no le interesa la gente, y solo quiere estar tranquilamente bebiendo, fumando y leyendo. Un día, durante una borrachera, contrata a Manny (Bill Bailey), un hombre que se ha tragado un librito de autocontrol, llegando a un estado de nirvana hippioso que se combina con su infantilismo y sus problemas mentales. A ellos se les suma Fran (Tamsin Greig), dependienta de la tienda contigua y mejor amiga de Bernard. Una mujer neurótica, que se deja llevar por Bernard en el alcoholismo, aún a pesar de no tener la misma vista nihilista del mundo que este. Entre ellos tres, irán conviviendo a lo largo de la serie casi sin salir de la librería.

Lo que ocurre cuando juntamos el humor inglés de series como La Víbora Negra o, hasta cierto punto, el desarrollado en su día por los Monty Python con la estructura de una sitcom ya marcada desde I Love Lucy, es que nos encontramos con una serie más que entretenida, tremendamente absurda y muy gamberra, con la incorrección política hecha desde el punto de la historia y la ironía, en lugar del ataque directo como es habitual en el humor más americano al que estamos acostumbrados.

Basándose en un principio de mucho humor de diálogos, la serie, como digo, recoge una estructura narrativa básica de las sitcoms, con pocos espacios, capítulos autoconcluyentes, y sin apenas evolución en la historia a lo largo de ellos. No obstante, las temporadas sí incluyen ciertas variaciones, como es el pequeño detalle del cartel de cerrado de la librería, o la situación de Fran, centrándose la segunda temporada más en sus problemas personales que las otras dos (y perdiendo su trabajo en algún momento de la serie).

Eso sí, en lo que hay una evolución es en la finalización de los guiones, donde se puede apreciar una cierta calma en cuanto al alcoholismo e ironía constante de Bernard y Fran, y también una rebaja en el absurdo debido a las tramas que pierden en originalidad (llegando al límite con el capítulo donde Bernard se engancha a las apuestas, uno de esos magníficos tópicos tan manidos) y a un Manny que va variando su personalidad en la serie desde el loco estúpido del principio hasta un personaje mucho más maduro aunque también extraño que es al final. Toda esta evolución le hace perder frescura, aunque no obstante, hablamos de una serie de 18 episodios entre las 3 temporadas que dura, así que tampoco tiene tiempo de bajar demasiado el listón, encontrando en cualquiera de las 3 temporadas capítulos llenos de momentos sin ningún sentido y frases lapidarias por parte de Bernard.

Técnicamente, pues también busca esta sencillez habitual de las sitcoms y sus pocos espacios narrativos, con risas y uso de multicámara en los rodajes. Consigue, de este modo, resultar bastante ligera, y tiene por ventaja que no duda en salir a otros escenarios y ambientes, o a arriesgar con tiros de cámara introducidos por dentro de los escenarios, no solamente con una visión frontal de los mismos como es habitual en los esquemas tradicionales de estas series, pero tampoco profundizando en una visión totalmente tridimensional de los mismos.

Todo ello ambientado en busca de la suciedad inherente a la personalidad del propio Bernard, en esa librería oscura y desordenada que rige, y que destaca en muchas de esas salidas al exterior, especialmente si lo comparamos a la tienda de Fran, que aún sin saber muy bien qué vende al menos tiene una presentación bastante más agradable y alegre. El sonido y el montaje, siguen también esa tónica natural y evidente del formato sitcom, sin pretender hacerse notables en ningún momento, y apoyando a la narración cuando es necesario, sin demasiados errores en las pocas entradas paródicas que hay en otros géneros.

Las actuaciones acompañan a la perfección la línea por la que decide tirar el argumento de la serie, con un Dylan Moran que crea un irlandés malhumorado, cruel y alcohólico que se hace querer y lleva desde un principio las riendas de toda la serie, bien interpretado en su histrionismo que apoya a la personalidad de Bernard, siendo en gran medida una representación de la imagen que el propio Moran da de sí mismo. Bill Bailey, por su parte, en un punto mucho más físico, creando a un personaje tonto que no cae en el tópico, sino que innova en su punto que mezcla inocencia y problemas mentales, forzando en ocasiones al personaje, y Tamsin Greig, mucho más sosa que sus compañeros, no llegando a definir a Fran en toda la serie mucho más de lo que queda definida por el guión, limitándose a soltar sus diálogos y bromas y poco más.

Por otro lado, también destacan las apariciones estelares, en determinados episodios, de gente como Simon Pegg, Nick Frost o Graham Lineham, que dan muestra de en qué ambientes humorísticos se mueve la serie, resultando, habitualmente, buenos personajes de reparto con un apoyo al humor bastante grande.

Resumen:

Una serie más que entretenida, muy absurda, bien planteada desde la producción y desde los guiones, pero que pierde fuelle con el paso de los capítulos, en beneficio de un humor más blanco y tradicional.






PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 7.5
Técnica: 7.5
Guión: 8.5
Actuación: 7.5

TOTAL: 8.0

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