Título: The Entity
Director: Sidney J. Furie
Año: 1981
País: USA
Duración: 125
Carla Moran (Barbara Hershey) es madre soltera de tres hijos. Un día, estando sola en su habitación, sufre una violación, sin lograr encontrar a nadie en toda la casa que pudiese ser el culpable. Este ataque se repite varias veces, hasta que decide acudir al Dr. Sneiderman (Ron Silver), un psiquiatra que opina que todo está dentro del subconsciente de Carla. Pero las sesiones parecen ir demasiado lentas y volver más violentos los ataques, por lo que Carla se va desesperando y confiando en que el problema está fuera de sí misma, que es un ente desconocido el que la ataca.
Las parapsicología en general ha sido uno de los apartados del estudio de la realidad que más han inspirado directamente al cine. Y si no, ahí están Terror En Amityville, Mothman: La Última Profecía o El Exorcista para demostrarlo. Y todo gracias a la lucha que el ser humano tiene por intentar entender todo lo que le rodea, prefiriendo en ocasiones las explicaciones más fantásticas que aquellas basadas en la ciencia y las demostraciones lógicas. Y, sobre todo, por el miedo que le tiene a lo desconocido y posiblemente oscuro y malvado.
Y es que este tipo de historias son las que más triunfan desde siempre a la hora de captar la atención de un público. Ya desde los textos como la Biblia, con un ser todopoderoso que castiga con sufrimiento a todos los que no se postran ante él, se ve como lo que va más allá de lo real, nos acojona. Por eso la ciencia surge para luchar contra ese miedo irracional, y hacernos ver cómo todo, o casi todo, se comporta bajo una lógica controlable. Aunque muchas veces sea demasiado engreída para admitir que no tiene respuestas a los eventos con que se encuentra.
Con todo esto es con lo que juega el guión, escrito por Frank De Felitta al igual que la novela original, basada a su vez en un caso real. Así, la historia nunca llega a decantarse ni mojarse por la negación de que sea algo producido por la mente de la protagonista, o realmente un íncubo que se dedica a violarla y atormentarla, fundamentando ambas teorías de un modo bastante coherente, y fallando solamente en algunos momentos, como el final, donde parece decantarse más hacia lo fantasioso.
De todos modos, la tensión está bastante bien conseguida, jugando con la violencia y brutalidad de los ataques en relación a cómo avanza la historia, retocando los hechos para darle un mayor impacto aunque conservando, supuestamente, mucho del relato original de lo sucedido. Esto ayuda a la hora de darle un buen punto de fuerza a todo el conjunto, y a hacerse creíble también por lo desesperanzador en lo incrédulo y miedoso de los comportamientos de la mayoría de los personajes.
Y a todo ello ayudan las actuaciones de los actores, donde, dejando de lado lo soberbio de la protagonista Barbara Hershey, perfecta en su profundidad y su juego a medio camino entre la locura y la desesperación y evolucionando a medida que avanza el metraje, así como en lo creíble de los ataques donde solo la vemos a ella sufriendo, destaca el papel que hace Ron Silver, siempre en el punto exacto para hacerse creíble, aunque pecando de ser demasiado superficial.
Entre los restantes, destacar solamente a Michael Alldredge, quien a pesar de llevar a su personaje a un punto un tanto histriónico se hace característico y creíble como estudiante de lo paranormal, y a David Labiosa, que no obstante se fuerza demasiado en determinados momentos como los cabreos.
Para contar todo esto, Sidney J. Furie, con la fotografía de Stephen H. Burum, plantea un uso de cámara totalmente alocado, donde casi desaparecen los planos tradicionales, jugando todo el tiempo con angulaciones extrañísimas y sin demasiada lógica narrativa, que solamente ayudan en el extrañamiento estético de algunos momentos y poco más. Para ello, se apoya además en una iluminación que juega constantemente con las sombras y la ocultación de detalles, mezclándose todo para apoyar la tensión con bastante acierto.
Además, hay que admitir un buen juego a la hora de mantener planos durante tiempos largos creando la parsimonia necesaria para que el espectador esté en tensión deseando que pase algo, pero con temor a ello. Un juego que se ayuda desde el montaje de Frank J. Urioste, que permite fluir estos momentos, apoyando solo pequeñas acciones y consiguiendo los ritmos necesarios en casi todo momento.
Lo mismo que ocurre con el sonido, acertado especialmente en los momentos de máxima tensión, donde los golpes consiguen incrementar notablemente la fuerza, integrando al espectador en la acción. Ayuda a todo esto la música de Charles Bernstein, cojonuda en la tensión, pero que por el resto es más bien sosa y poco interesante, aunque guíe las sensaciones del espectador.
Los efectos, por su parte, se quedan en solo relativamente buenos, destacando momentos como las tetas que se soban sin que nadie las toque (que destacan por ser bastante distintas de las de la actriz, que vemos en otra secuencia), o los rayos que, pese a ser puramente ochenteros, están relativamente bien hechos y creíbles.
Resumen:
Una buena película de terror, que juega y se mantiene en la fina línea que distingue lo explicable científicamente de los cuentos de fantasmas, con una actriz que consigue llevar todo el film a sus espaldas y una dirección extraña pero coherente que logra la tensión suficiente.
PUNTUACION
Originalidad/Riesgo: 7.0
Técnica: 8.0
Guión: 7.5
Actuación: 7.5
TOTAL: 7.5
Originalidad/Riesgo: 7.0
Técnica: 8.0
Guión: 7.5
Actuación: 7.5
TOTAL: 7.5
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