Título: C'era Una Volta Il West
Director: Sergio Leone
Año: 1968
País: Italia / USA
Duración: 170
Un grupo de tres forajidos esperan en la estación del tren la llegada de un cuarto para cargárselo. De manera casi simultánea, una familia es exterminada en una granja cercana, justo antes de que Jill (Claudia Cardinale), la nueva mujer del cabeza de familia llegue al pueblo. La vida de estos dos personajes se cruzará en un bar, gracias a Cheyenne (Jason Robards), que bautiza al hombre con el nombre de Armónica (Charles Bronson) y está acusado por el asesinato del marido de Jill. Además, Frank (Henry Fonda) también está involucrado por su relación con Armónica y su interés en la granja de Jill.
El dinero y la venganza son, con respeto del sexo, los dos grandes motivos para el comportamiento violento del que hace gala el ser humano. Unas cuantas películas han puesto de manifiesto ambas cosas, desde El Gran Silencio (por no salirnos del western), hasta Karate A Muerte En Bangkok, demostrando la teoría con personajes que acaban en un punto en el cual la venganza, como justicia que es, acaba por hacer caer la balanza hacia su lado en cuanto a con qué personaje nos identificamos, aún sin necesidad de ser nadie precisamente ejemplar.
Todo esto porque, mientras que la venganza es un elemento de refuerzo positivo para la catarsis, como demuestran Oldboy, Carrie o Los Violadores, lo de la búsqueda de dinero es para gente malvada y cruel, como el Tío Gilito o Monty Burns. Porque a nadie le gustan los trepas, y a todos nos gustan los justicieros. Aunque hay casos contrarios, ya que, por ejemplo en Scarface nos caía bien un protagonista que solo estaba obsesionado con triunfar monetariamente.
Y en la presente cinta, nos encontramos con un guión escrito nada más y menos que por los sres. Bertolucci, Argento y Leone que emplea ambas tramas, representadas cada una por uno de los personajes, mezclados en un estilo de western sucio y duro como el que caracterizó al sr. Leone ya en la trilogía del dólar. Todo ello, hilado con unos personajes oscuros y bien definidos, que consiguen crear un ambiente nihilista y de decepción social, como de hecho llega a atestiguar el propio personaje de Charles Bronson cuando habla de cómo los hombres de verdad van desapareciendo.
Eso si, con un tempo tremendamente basado en la lentitud y el tiempo muerto que, aunque al ser pretendido no se puede considerar un error en absoluto, puede llegar a cansar a muchos espectadores. Porque nos encontramos con escenas, como la de arranque mismamente, en las cuales pasan minutos enteros sin acción, con los personajes y su espera incansable como protagonistas, y recreándose precisamente en esa calma que precede, casi siempre, a la tormenta.
De todos modos, su fallo es precisamente toda la pretenciosidad que presenta el guión, quedándose por debajo de las expectativas que él mismo se marca, aunque sí tenga todo ese aire nihilista que comentaba más arriba y consiga buen resultado de los personajes. Pero el problema está en las tramas, demasiado evidentes y sencillas, por muy bien que se hilen entre ellas y consigan hacer un conjunto más complejo.
Para esto, una puesta en escena fría y calmada, que se permite el esfuerzo de mostrar todos los personajes de la escena y sus acciones, especificando siempre todo lo que sucede, y empleando para eso el tempo pausado que el guión muestra por sí mismo. Y le apoya la fotografía de Tonino Delli Colli, basada en una búsqueda de tonos cálidos que apoyen ese sentimiento de calma que es el conjunto del film en general, y consiguiéndola, tanto en interiores, con toda la madera o la decoración del tren, como en exteriores con la arena y el sol. Si incluso las pieles de los protagonistas tienden hacia ese buen moreno anaranjado que apoya este principio cromático!
El montaje, hecho por Nino Baragli, perfecto en ese buen ritmo pausado pero continuo, y solamente con algún problema concreto de raccord de movimientos o de algún salto incómodo hacia planos, sobre todo por la variación de velocidades en cosas como disparos, por ejemplo. Pero también con transiciones interesantes como es la del tren que llega, y un gran apoyo a esa obsesión por mostrar toda la escena en base a las pausas narrativas que dominan el metraje.
Conjugado todo con un gran uso del sonido, que prima en muchas ocasiones en esas escenas de tiempos muertos para apoyar la ambientación, pero también la sensación de pausa e insustancialidad que suponen para el interior de la historia. Además, mezclándose a la perfección con la música del sr. Morricone, que juega entre lo diegético y lo extradiegético constantemente, con momentos como la armónica que sirve como presentación del personaje principal, que forma parte principal de la banda sonora aún siendo interno, como sería el silbido de Nervios Rotos o el de SonGohanda en El Superguerrero SonGoku.
Y para esto, unas actuaciones muy difíciles por lo frías y extremadamente antihistriónicas, además de por el hecho de ser doblados para la versión original. Destaca entre todos Jason Robards, el más tópico y natural, y de hecho consiguiendo una coherencia en base a cambios de estilo en el personaje muy acertada. También a buen nivel Henry Fonda, aunque en alguna ocasión titubeante y algo más fuera de lugar, no llegando a crear un personaje todo lo complejo que podría llegar a ser por guión, al caer en la trampa que suponen las contradicciones de algunas de sus acciones.
Claudia Cardinale, también en un muy buen nivel, especialmente en cuanto al lenguaje corporal más abierto, y funcionando muy bien en la altanería y que demuestra su personaje, juntado con la impresionante mujer que es. Aún así, sus caras en planos cerrados no acaban de lograr toda la expresividad que necesitarían. Y Charles Bronson, en su aire de personaje frío y distante, pero que también aparenta algo de alelamiento en algunas ocasiones, lo cual le perjudica a la hora de protagonizar y convertirlo en ese héroe anónimo de los westerns del sr. Leone.
Entre el resto del reparto, Gabriele Ferzetti perfecto en su personaje medio loco ya por lo poco que ve que le queda de vida, y un Frank Wolff que, en la única escena en que tiene, consigue crear un buen personaje que ayuda en la evolución de la misma. Y un Paolo Stoppa que también hace un buen papel de secundario, en la sombra y sin afán de protagonismo, pero siendo coherente en su tiempo en pantalla.
Resumen:
Un western con un guión explícitamente nihilista y unos personajes complejos que se mueven en torno a ello, combinado con una técnica sin errores y un ritmo pausado que no teme emplear los tiempos muertos para transportar al espectador al interior de la historia.
PUNTUACION
Originalidad/Riesgo: 9.0
Técnica: 9.5
Guión: 8.0
Actuación: 7.5
TOTAL: 8.5
Originalidad/Riesgo: 9.0
Técnica: 9.5
Guión: 8.0
Actuación: 7.5
TOTAL: 8.5
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