Título: Kiltro
Director: Ernesto Díaz Espinoza
Año: 2006
País: Chile
Duración: 93
Zami (Marko Zaror) salva a Kim (Caterina Jadresic) de un par de violadores. Ella le da un beso para agradecérselo, dejando al pobre chaval prendado durante 2 años, en los que apaliza a todo el mundo que se le acerca para impresionarla. Pero no lo consigue, y de pronto, aparece Kalba (Miguel Angel De Luca) atacando la escuela de artes marciales de Terán (Man Soo Yoon), el padre de Kim. Kalba es un hombre que juró venganza contra él, al igual que contra el padre de Zami y el resto de la secta de la que ambos formaban parte. Y un hombre al cual Kim no será capaz de vencer si no estudia las mismas artes marciales que estudiaron su padre y Terán.
Como ya tenemos explicado en multitud de ocasiones, el cine es un vehículo que, desde su invención, ha transportado las culturas y sus idiosincrasias a lo largo del mundo de un modo brutal, sirviendo como base ideal para el proceso de globalización en que vivimos hoy en día. Y por ello, si en los años 70 ya no era de extrañar que un hombre nacido en Hong Kong como Bruce Lee protagonizara películas de artes marciales con producción americana como es el caso de Operación Dragón, o que Chuck Norris, un tipo nacido en Oklahoma, fuese el campeón mundial de Karate, tampoco es de extrañar que en pleno 2006 en Chile también aparezca un film de artes marciales, protagonizado por un propio artista local.
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Y precisamente como en esas producciones de los 70 se sentaron las bases sobre el cine de artes marciales, con esa obsesión por la venganza como leitmotiv (véase Las 36 Cámaras De Shaolin, Five Fingers Of Death o Lady Snowblood como ejemplos), pues aquí no iba a ser menos. Porque joder, si vamos a repartir hostias y cargarnos a los malos, que sea por algún motivo, y cuál mejor que la venganza?. Pues eso, que aquí tenemos ese guión estilo Shaw Bros. de presentación-llegada del malo montándola-entrenamiento-venganza. Pero con chica que conseguir por el medio, por aquello de darle un sentido a la filosofía que desarrolla desde un comienzo acerca del amor como fuerza que guía toda nuestra vida.
Con ello, el ritmo que desarrolla es bastante discontinuo, bastante malo en la presentación, y ganando muchos enteros en la parte final, donde se reparte todo lo que el espectador quiere ver al sentarse frente a una peli de estas características. Esto se debe a lo tremendamente tópico del planteamiento, con un protagonista loser que es rechazado por la tía que le gusta, siendo un poco interesante por lo de que es grande y pelea con los ligues de la muchacha. Y no ayuda la llegada del antagonista, que aunque ya sienta las bases de lo que vamos a ver, arranca la parte más absurda de la historia con el padre de Zami en una secta de luchadores, amenazada por culpa del mal de amores que sufre Kalba (otra vez reiterando lo del amor como fuerza).
Aún por encima, se plantea con un exceso de partes dialogadas, además de aprovechar toda la filosofía manida de las artes marciales al estilo de Karate Kid. Con todo, la trama acaba teniendo un mínimo gancho, ya que, como decía, en la parte final se compensan bastante todos los errores del resto, aunque sea una pena no tener más acción y peleas. Además, destacan varios homenajes/plagios de cintas como Ichi The Killer, de donde aparecen las cuchillas en los talones del traje del protagonista o el padre de Kim colgando de la espalda, y aparte algunos momentos más simpaticotes tipo rematar con una chilena a un tipo mandándolo a la escuadra de una portería callejera, que aunque no alivian mucha carga dramática de la historia, al menos sí que le dan un toque divertdo.
Todo esto contado de un modo bastante adecuado, con un buen trabajo de Ernesto Díaz Espinoza, dejando que los artistas se luzcan en gran medida, y utilizando la cámara y el montaje para apoyar el espectáculo. Con un trabajo relativamente bueno como director de foto de Victor J. Atkin, aunque hay varias tomas que dejan demasiado una apariencia de estudio, especialmente en la parte del entrenamiento y retiro al desierto, además de marcarse demasiado la iluminación artificial, sacando al espectador.
Y desde el montaje, del propio Espinoza, lo que comentaba, apoyando totalmente la espectacularidad de los combates, sin miedo a hacerse excesivo, y de hecho, siéndolo en muy poquitas ocasiones. Donde se le podría echar en cara más fallos es a la hora de imprimir un ritmo correcto al desarrollo de la historia, con problemas tanto en cuanto a lo excesivo de los tiempos de flashback como en la parte del entrenamiento, que me recordó enormemente a esas transiciones musicales que usaban en Dos Hombres Y Un Destino. Además, los efectos digitales, de Ismael Cabrera, demasiado evidentes para la calidad aparente del resto de aspectos de la cinta, bajando un poco la credibilidad al destacar excesivamente. Al igual que algunos saltos y golpes con cables, pero que son minoría.
El bastón con garra, quizás el arma más mortífera desde La Guillotina Voladora
Lo que sí pega un bajón, es la música, de Rocco, que se hace excesivamente presente a lo largo de toda la cinta. Y si bien en algunas partes es bastante correcta y transmite la tensión que exige la historia, en muchas está bastante por debajo, quedando más ridícula que otra cosa. En cuanto al resto del sonido, correcto y sin errores, tanto en las peleas como en las partes dialogadas, pudiéndose echarle en cara solamente algunos momentos en los que los personajes no se escuchan del todo bien.
Entre los actores, por supuesto destacar a Marko Zaror, un tipo que parece diseñado para este tipo de papeles, con su físico de brutote grande y medio tonto que recuerda al Gran Khali, pero con una agilidad asombrosa, fruto de su entrenamiento desde crío. Pero ahí se queda, puesto que en las partes de diálogo se le ve forzado y vacío, sin transmitir demasiado, y apoyando por eso poquito a la hora de guiar la historia.
Por parte de Miguel Angel De Luca, mucho mejor trabajo de cara a lo dramático, aunque excediéndose y pareciendo un malo de opereta puro y duro. Además, luciéndose en las escenas de acción, siendo chocante además por su edad, aunque no cuando descubrimos que en realidad es maestro de Kung Fu. Caterina Jadresic, pues haciendo un papel bastante vacío y con poco interés, pero al menos interpretando mínimamente. Y entre el resto, destacar a Man Soo Yoon, que con poco tiempo consigue hacer un buen papel, creíble e interesante en comparación al resto.
Resumen:
Una película plagada de tópicos dentro del cine de artes marciales, aunque dependiendo demasiado del diálogo para evolucionar la trama, y con un desarrollo un tanto problemático. Aún así, se hace entretenida gracias a la buena acción que presenta.
PUNTUACION
Originalidad/Riesgo: 7.0
Técnica: 6.5
Guión: 6.0
Actuación: 6.5
TOTAL: 6.5
Originalidad/Riesgo: 7.0
Técnica: 6.5
Guión: 6.0
Actuación: 6.5
TOTAL: 6.5
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