Título: Кин-Дза-Дза (Kin-Dza-Dza)
Director: Georgi Daneliya
Año: 1986
País: URSS
Duración: 128
Vladimir Nikolaevich (Stanislav Lyubshin) y Gedevan Alexandrovich (Levan Gabriadze) son dos desconocidos que, intentando ayudar a un mendigo que dice venir de otro planeta, acaban teletransportados. Aparecen en Pliuk, un planeta en el que todo es un enorme desierto, y donde las cerillas son una moneda de cambio estupenda. Y como Vladimir tiene en cantidad para encenderse los cigarros, no tardan en aparecer gentes locales dispuestas a traerlos de vuelta a la Tierra para hacer negocio, o directamente dispuestas a robarles. Entre todos, se destacan Wef (Egveni Leonov) y Bee (Yuriy Yakovlev), con quienes se cruzarán en repetidas ocasiones mientras aprenden el funcionamiento de Pliuk y las posibilidades de viajar de vuelta.
Cuando pensamos en una distopía, con ambientación en un desierto, ciertas dosis de cyberpunk postapocalíptico y viajes espaciales, lo lógico es pensar en exploitation, y al pensar en exploitation, en ficción americana. Pero coño, el cine es una cosa lo suficientemente global, y desde el bloque soviético también intentaron hacer sus pinitos en el estilo, que para algo tenían a mano los desiertos de la zona de Uzbekistán y Turkmenistán, igualicos en apariencia a los americanos de tantas pelis, como A Boy And His Dog, y a los australianos que salían en Mad Max.
Y no cito estas dos pelis de casualidad, puesto que la influencia de ambas es más que notable, sobre todo en el hecho de la no existencia de agua, la vida subterránea de algunas zonas, y la extremada dictatorialidad de la sociedad así enfangada. También sería de destacar en la franja final unos ciertos toques que me recordaron a Matadero Cinco, sobre todo si tenemos en cuenta la relación entre los viajes en el espacio-tiempo, la forma de afectar a los viajantes y el hecho de que quien lo domina son unos extraterrestres todopoderosos, que en este caso viven en un Edén similiar al de los inmortales de Zardoz, pero aún sin degenerar.
El problema que plantea la película, de todos modos, es que la dirección de Georgi Daneliya y el uso de cámara que hace con ayuda de Pavel Lebeshev, se basa en planos demasiado largos y vacíos por norma general, y aunque consigue transmitir de un modo correcto el coñazo que es la vida de los dos protagonistas en el planeta Pliuk y aprovechar correctamente los recursos para movernos por los distintos sets que ambientan a la perfección el planeta desierto, afectan demasiado a una ralentización de la narración respecto al ritmo que parece exigir el guión.
El montaje de Natalya Dobrunova, por su parte, está bastante bien teniendo en cuenta la forma de los brutos que debía haber y esa pretensión del conjunto en transmitir una cierta lentitud. Y además, no plantea errores demasiado evidentes e incluso presenta algunos momentos de trucajes básicos bastante acertados, así como unas transiciones en forma de planos muertos que consiguen apoyar todo el sentimiento vacío que se intentaba dar.
Estos planos se ven acompañados en más de una ocasión con el buen criterio del uso del sonido, trabajado por Yekaterina Popova, y que no duda en dejar voces en off o en acercarnos la conversación de los personajes a pesar de estar caminando a muchos metros de nosotros. Y con una música no especialmente destacable, pero que sí apoya la narración sin demasiado problema.
Todo ello, como digo, con una forma narrativa pausada aunque tenga sus dosis de comedia y absurdo, partiendo ya de de las relaciones entre los personajes, los diálogos usando solo la palabra ku (si, como los caballeros que dicen ni), o el mandato basado en una división social en clases que deben vestir pantalones de diferentes colores ejercido por un líder con una especie de amante con algunas deficiencias mentales.
Pero bueno, también desde el guión se afecta en partes al ritmo, planteando en algunos momentos situaciones que no llevan una solución de continuidad lógica, y destacando la rotura rítmica y decisiva que es esa parte final en la cual los personajes desembarcan sin venir casi a cuento. Pero bueno, que es una rotura hacia la mejor parte de la historia, donde solo se echa de menos algo de explicación. Explicación que también se echa de menos en lo que sería el final de la primera parte, con una secuencia que no viene a cuento de nada ni por tiempo, ni por espacio, ni por narración. Solo sirve para terminar esa primera parte.
Los personajes, por su parte, quedan bastante bien caracterizados, sobre todo a medida que avanza la película y descubrimos cosas al principio ocultas de cada uno de ellos. Destacable en este sentido es la interpretación de Levan Gabriadze, quien muestra un carácter a priori noblote y tranquilo que se mantiene exteriormente toda la peli, pero al que vemos, a medida que avanza, cómo solo busca fama y roba todo lo que puede para ello. Por parte del protagonista, el carácter arisco queda presente desde el principio, aunque Stanislav Lyubshin no consiga lucirse y quede algo forzado en casi todo el metraje.
Por parte de Egveni Leonov y Yuriy Yakovlev, unos personajes ya de por sí lo suficientemente extraños como para permitirles una actuación bastante libre. Ellos la aprovechan para engañar al espectador al igual que a los otros personajes, no dejando nunca ver por donde van los tiros de sus pensamientos, y resultando naturales y creíbles dentro de su absurda vida. Entre el resto, no tienen demasiado tiempo para hacer mucho, salvo en cierto modo Irina Shmeleva, destacable por su belleza que le permite interpretar el papel, pero aparentando ser demasiado mundana para lo que debería. Aún así, bien.
Resumen:
Una película que se sitúa en un cruce de caminos entre ritmo pausado, postapocalipsis, y comedia, consiguiendo dejar un buen sabor de boca aunque con la impresión de haber podido llegar a más con un poco más de esfuerzo y decisión hacia alguna de las opciones.
Originalidad/Riesgo: 8.0
Técnica: 7.0
Guión: 7.5
Actuación: 7.0
TOTAL: 7.5
martes, julio 06, 2010
Kin-Dza-Dza
PUNTUACION
Publicado por
Luis E. Froiz
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Etiquetas:
Análisis Cine
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