Título: けんか空手 極真拳 (Kenka Karate Kyokushinken)(Karate Bullfighter)
Director: Kazuhiko Yamaguchi
Año: 1975
País: Japón
Duración: 85
Título: けんか空手 極真無頼拳 (Kyokuskin Kenka Karate Burai Ken) (Karate Bearfighter)
Director: Kazuhiko Yamaguchi
Año: 1977
País: Japón
Duración: 87
Título: 空手バカ一代 (Sora-te Baka Ichidai) (Karate For Life)
Director: Kazuhiko Yamaguchi
Año: 1977
País: Japón
Duración: 91
Masutatsu Oyama (Sonny Chiba) es un karateka que consigue vencer en el primer campeonato japonés celebrado tras la II guerra mundial. Pero su estilo de vida y su rechazo a todo lo que para la mayoría significa el karate lo llevan a ser un solitario que intentará aprender y desarrollarse por sí mismo, llegando a tener combates épicos contra toros, osos y, por supuesto, dojos enteros y grandes maestros karatekas.
Cuando uno consigue convertirse en una persona respetada en un campo siempre es bonito recordar y homenajear a aquellos que le han enseñado en el camino. Eso es a fin de cuentas lo que hacen los grupos en sus discos de versiones, o el sr. Tarantino con sus miles de detalles a las influencias, o lo que era Padre De Familia Blue Harvest. Y en las artes marciales, donde la relación maestro-alumno es tan directa y dura durante muchos años, el cariño se eleva, y si tu maestro tiene una vida interesante, que mejor que contarla. Eso es, al menos, lo que debió pensar Sonny Chiba.
Y la mayoría de la gente optaría por coger la vida del personaje y condensarla en una película. Vamos, como se hizo toda la vida, desde Man On The Moon a Amadeus pasando por cosas más controvertidas como Ciudadano Kane o el biopic Superstar: The Karen Carpenter Story. Pero aquí no, aquí se coge solo un cacho de la vida del sujeto y se seleccionan momentos, añadiendo otros totalmente inventados (estoy seguro de que la mayoría del metraje de la segunda y la tercera parte solo llega a rozar la realidad muy discretamente). Esto está bien de cara a la espectacularidad, pero claro, resta credibilidad al homenaje y al poder acercarse a la figura de Oyama, aunque al menos pueda hacernos interesarnos por él. Que ya es mucho más de lo que hace la mayoría del cine basado en realidad.
Cosa destacable desde el guión es el hecho de que a pesar de formar una trilogía ya decidida desde la base, cualquiera de las tres cintas funciona a la perfección por sí misma, contando simplemente con un pequeño resumen las dos secuelas, lo justo para no rayar recordando lo ocurrido tal y como ocurría en la trilogía de The Street Fighter, y orientar al que no las haya visto. Aún así, el visionado de las 3 permite crear un arco argumental completo que supone la llegada al estrellato,y después, supongo, algunas anécdotas reales mezcladas con tramas inventadas en el manga Karate Baka Ichidai (guionizado por Ikki Kajiwara) en el cine de karate al puro estilo que acostumbró el sr. Chiba, con mafias, estadounidenses y demás gentes malvadas malmetiendo y corrompiendo Japón, y unas cuantas peleas con muertes y sangre.
De este modo, si bien la primera, guionizada por Norifumi Suzuki y Nobuaki Nakajima es bastante floja en cuanto al ritmo, comienza de modo brutal, con Oyama venciendo el torneo nacional totalmente desarrapado, y con unas crisis de personalidad y de creencia en la filosofía del karate que van perfilando totalmente al personaje. Lo malo está en que se define todo el conjunto por escenas sueltas con una relación temporal mucho más fuerte que la relación dramática. Aún así, el clímax final y la pelea con el toro son escenas que le dan muchos enteros en cuanto a diversión. Por cierto, al respecto de los animales, destacar que hay más de una tachable de maltrato, y entre ellas la del toro, que me gustaría saber hasta donde es real lo rodado y hasta donde no. Porque si Oyama sí es cierto que luchara a mano limpia con los toros (una variable del toreo que al menos me parece defendible, aunque seguía teniendo ayudas), de Sonny Chiba ya lo dudo más.
La segunda, salida de las mentes de los guionistas Nobuaki Nakajima, que repite, y Masahiro Kakefuda, gana muchísimo frente a la primera en cuanto a la profundidad y continuidad de la trama, recogiendo el testigo en algún punto poco posterior a la primera sin definir, con Oyama buscando desafíos y después metiéndose en líos con mafias, aunque siempre defendiendo a quien le sale de los huevos. Así, el ritmo narrativo es el más logrado de las tres pelis, y se hace entretenida, con una cantidad de peleas acertada, que ni se echan en falta ni molestan al desarrollo de la historia, y solamente pudiéndosele echar en cara el viaje que termina con la lucha contra el oso, que huele bastante a relleno y rompe de un modo drástico con todo el resto.
En la tercera, firmada por I. Kajiwara y J. Kagemaru, toda la trama se vuelve más superflua, con traiciones en el mundo del wrestling y nuevamente mafias que en este caso están muy influenciadas por el dominio yankee de posguerra. Así que dejando aparte el comienzo del film, con una pelea cojonuda contra todo un dojo, y lo curioso de las peleas de wrestling con karate en los años 70, poco se salva. Porque el resto es bastante simplón y tópico, con un mínimo interés con la crítica a esa influencia americana en regiones como Okinawa, mostrando con los niños huérfanos la parte menos amable de la guerra, y un poco de relaciones de amistad y lo esencial de las mismas, pero con una profundidad nula. Y, sobre todo, poca lucha interesante, que es lo que uno desea ver en una peli de karate.
La dirección de las tres, a cargo de Kazuhiko Yamaguchi, y con fotografía de Yoshio Nakajima, va sufriendo una buena evolución, y si bien en la primera todo el peso de los combates tiende a caer en el uso de cámara en mano, planos demasiado complejos, mucho movimiento y bastante peso del montaje, al llegar a Karate For Life nos encontramos ya con una pelea de inicio que nos permite ver el combate y disfrutarlo, sin obligar a nuestras mentes a imaginar lo que ocurre, sino mostrándolo con la simpleza de una cámara mucho más estable y con solamente los cortes necesarios. En cuanto a las partes dramáticas, juega con una simpleza relativamente clásica y gustándose de acercar la cámara a los personajes para darles personalidad en esos momentos en los que tienen la oportunidad, y gustándose en el uso del zoom para dar fuerza a las imágenes de un modo bastante correcto. Y todo ello, con un uso puramente naturalista de la iluminación, correcta en todo momento.
El montaje, por su lado, también evolucionado desde esa primera parte donde se excedía en todo momento, haciéndose demasiado patente y sin llegar a dar el ritmo correcto a la película hasta la tercera, que demuestra en todos los sentidos una técnica más pulida y concreta, a pesar de toda la ayuda que tiene la segunda parte con el guión, a pesar de lo cual falsea malamente toda la pelea con el oso y resulta cortante entre algunas escenas. De todos modos, destacar en la tercera parte el uso de ralentizaciones para dar más intensidad a determinados golpes, acelerando en ese punto la imagen, y que dan un aire muy innovador a la cinta respecto a lo que se estilaba hacer en el 77, igual que la introducción de la radiografía de un brazo roto en Karate Bearfighter, aunque eso ya no era nuevo ni en la filmografía de Chiba, que ya salía en su anterior trilogía.
En el sonido, ya no sería necesario destacar los sonidos de las hostias, omnipresentes en el cine de artes marciales, y en este caso bastante correctos. No así el resto de ruidos de armas y ataques con tendencia a quedar bastante cutres, y resultando un problema que podemos extender a los foleys en general. De todos modos, pasan bastante bien y tampoco sacan al espectador, ya que al menos se combinan con la imagen. Y la música, jugando para apoyar el dramatismo de las tramas ayudando en algunas transiciones y sin resultar muy molesta. Incluso planteándose en varias ocasiones como elemento diegético de la escena.
Las actuaciones, a buen nivel por norma general, teniendo en cuenta que la mayoría de los personajes con importancia tienden a ser expertos karatekas. El propio Sonny Chiba, más que correcto en sus coreografías, espectacular, pero sin pasarse a lo fantástico. Además, dando una profundidad al personaje más que correcta, aunque lo haga evolucionar de un modo demasiado caótico, sobre todo en cuanto a sus habituales excesos con el alcohol. Yumi Takigawa, con presencia en las dos primeras, muy creíble, aún con el poco tiempo que tiene para hacer al personaje. Pero con sentido y coherencia que hacen que el espectador se crea y se encariñe con ella, aunque también por guión se lo gana.
De los restantes, destacar a Mikio Narita en Karate Bullfighter, que aunque algo forzado, resulta perfectamente odiable, y a Eiji Go en Karate Bearfighter, que en el poco tiempo que sale, prácticamente solo preparado para la venganza, consigue dotar de muchísima fuerza a su personaje. Los demás, a un nivel más normalito, y con altibajos como sería el personaje bufón de Masayuki Yuhara.
Resumen:
Una trilogía interesante, con buenos momentos y una historia muy vagamente basada en la realidad. Además, las tres partes funcionan bien por separado, destacándose la segunda por encima de las otras dos en cuanto a trama y la tercera en cuanto a técnica, quedándose la primera con el honor de ser la más cercana a la realidad.
PUNTUACION
Originalidad/Riesgo: 7.5// 7.5 // 7.5
Técnica: 6.5// 7.5 // 8.0
Guión: 7.5// 8.5 // 6.5
Actuación: 7.5// 7.5 // 7.5
TOTAL: 7.5 // 8.0 // 7.5
Originalidad/Riesgo: 7.5// 7.5 // 7.5
Técnica: 6.5// 7.5 // 8.0
Guión: 7.5// 8.5 // 6.5
Actuación: 7.5// 7.5 // 7.5
TOTAL: 7.5 // 8.0 // 7.5
2 comentarios:
really well written! are you a professional author?
Thank you, and no, i'm only an amateur...
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