Título: Long Weekend
Director: Colin Eggleston
Año: 1978
País: Australia
Duración: 92
Peter y Marcia son una pareja que se va a pasar un fin de semana a una playa totalmente olvidada y apartada para poder descansar. No obstante, la idea de diversión de Marcia es bastante distinta a la de Peter, y las discusiones parecen ser la tónica común en la relación. Y para colmo, no tardarán en descubrir que los seres vivos de la zona están bastante de acuerdo con Marcia en que no deberían estar allí.
La idea de animales atacando a las personas en venganza por los excesos cometidos en la era moderna se ve aparecer ya desde los films de serie B de los 50 como La Humanidad En Peligro, donde la radiación convertía a los animales en seres grotescamente grandes, y que después podríamos ver evolucionada en Los Pájaros, Tiburón, o El Alimento De Los Dioses, donde la naturaleza ya tomaba de un modo un poco más propio la venganza. Idea que a grandes rasgos se coge en la presente cinta, aunque se ve una originalidad a la hora de plantear la idea de la naturaleza como representante directo del mal, o más bien debería decir como un ente que rivaliza directamente con el ser humano por medio de métodos violentos. Es decir, el mal para los espectadores urbanitas (similar al Cabrón Del Campo).
No deja de llamarme la atención respecto al film el planteamiento de los dos personajes principales como dos personas tremendamente insoportables, logrando que el espectador los deteste aún a pesar de ser los absolutos protagonistas de todo el metraje, y de hecho casi los únicos humanos que vemos en pantalla, y por tanto los únicos con los que el espectador podría tener una cierta catarsis. Con esto, realmente se logra la alegría y jolgorio ante las cosas que les ocurren, pero al mismo tiempo, los momentos de tensión se orientan para sufrir poniéndonos de su lado, por mucho que podamos llegar a ver la venganza de la naturaleza como algo justo.
Para todo ello, se va ejecutando en un esquema in crescendo el nivel de virulencia de los ataques, consiguiendo un ritmo que, aunque llegue a ser excesivamente rápido y poco explicativo en la primera mitad de la cinta, sirve para ir poniendo mal cuerpo al espectador, al tiempo que lo va introduciendo y preparando para el final, punto fuerte del film, donde se acumula toda la tensión, usando una estructura propia y característica de thrillers como Perros De Paja o The Baby. De todos modos, hasta llegar a este tramo final, la violencia apenas se va haciendo presente, y el film se ve supeditado a un avance mediante elipsis y diálogos que provocan demasiados altibajos al carecer de una presentación lo suficientemente detallada como para que nos importe la situación de la pareja, salvando los buenos momentos hacia el final con creces los problemas narrativos y de ritmo que podrían plantear los más lentos.
Destacar, desde el punto de vista técnico, el buen uso de los momentos de susto inmediato, que ya desde su colocación en el guión por parte de Everett De Roche sirven de buen sustento para mantener alerta al espectador y apoyar la narración. Pero que además Colin Eggleston sabe conseguir que funcionen bien, con lo inesperados que deben ser, gracias a la no utilización de músicas que pongan alerta y aprovechando el ambiente casi idílico en que se desarrolla su puesta en escena tan tranquila pero extraña al mismo tiempo. Ambiente idílico que, además, Vincent Monton ayuda a conseguir con su trabajo de director de fotografía, bastante apropiado y bien llevado dentro de la grabación en exteriores que fundamenta casi todo el metraje. Exteriores que también hay que reconocer que ayudaban en esa ambientación que se consigue. Al respecto de todo este aspecto de uso de cámara, destacan negativamente los malos falseamientos de los ataques, donde se nota demasiado la falta de presupuesto y queda bastante cutre en más de un momento. Ah, y citar y echar en cara que por mucho mensaje pseudoecologista que pretende tener, hay animales sufriendo daños en algunos planos para ganar en efectismo.
El montaje de Brian Kavanagh, apoyando con bastante acierto esta tranquilidad extrañada con que se desarrolla el film, y apoyando también por desgracia los malos falseamientos de los efectos de los ataques, provocando que se noten demasiado los muñecos, etc. Eso sí, también hay que reconocerle el correcto trabajo en cuanto a la parte final, llena de tensión, y donde se establece un montaje paralelo muy correcto mostrando a ambos protagonistas y haciendo que el espectador realmente vibre por ellos.
En cuanto al sonido, destacar la introducción constante que hace Peter Burguess de ls gritos del dugongo y otros animales, apoyando con esto la tensión y extrañando toda la tranquilidad del paraje, y también ayudando en la introducción de los sustos inmediatos que comentaba anteriormente. Aún así, en ocasiones todo este uso de los gritos de los animales se vuelve demasiado falso y saca un poco de la película al espectador.
El principal problema que tiene el film a nivel general, recae en las actuaciones, y no es que sean especialmente malas, sino que son dos personajes con demasiado peso en la historia y que parecen hacérseles grandes a los actores, especialmente a Briony Behets, que deja a su personaje en un punto demasiado falso y frío, cargándose mucha de la carga dramática que podría tener toda la historia. John Hargreaves por su lado, tampoco llega a crear a un personaje demasiado profundo, pero al menos sí consigue en cierto modo transmitir algo de él, y hacerlo creíble, aunque solo sea en lo justo.
Resumiendo, un film curioso y original que pierde demasiado por el poco interés de los protagonistas, aún a pesar de estar relativamente bien planteada desde el punto de vista técnico y narrativo (especialmente el final).
Originalidad/Riesgo: 8.0
Técnica: 7.0
Guión: 7.5
Actuación: 6.0
TOTAL: 7.0
lunes, abril 26, 2010
Long Weekend (Largo Fin De Semana)
martes, abril 20, 2010
The Baby (Jaula Sin Techo)
Título: The Baby
Director: Ted Post
Año: 1973
País: USA
Duración: 85
Baby (David Mooney) es un joven de 21 años que sigue viviendo con los hábitos de un bebé. Su madre (Ruth Roman) y sus hermanas (Marianna Hill y Susanne Zenor) se encargan por si mismas de su cuidado, hasta que Ann (Anjanette Comer), una asistente social, se cruza en sus vidas y empieza a hacer algunas pruebas y acusarlas de que realmente Baby no tiene ningún retraso, sino que está en ese estado porque ellas lo mantienen así. A partir de aquí, la realidad irá surgiendo hacia el espectador sobre lo extraño de la familia y la situación en general.
A veces, uno se encuentra de repente, y casi sin aviso, con películas que destacan por su extrañeza y/o calidad, y si resulta que apenas son conocidas, se pregunta durante días por qué no están en el altar del cine de culto en que están cosas que se lo merecen mucho menos. Y esto es algo que, realmente, me sucedió con el presente film, una joyita escondida que representa perfectamente la esencia de la narrativa de los años 70 y sus extrañas ideas, metiéndose directamente en ese saco de cosas como Masacre En El Condado De Cuello Rojo, Zardoz o Switchblade Sisters tanto en cuanto a década como a esa sensación de que deberían estar mucho más reconocidas de lo que están.
Aquí la lo que destaca por encima de todo es el tremendo bizarrismo que presenta el guión de Abe Polsky, que nos transporta a situaciones enfermizas y giros que van siempre hacia lo más chungo que podemos imaginar, todo ello planteado desde un punto frío y puramente narrativo y sin llegar a involucrarse excesivamente con ningún personaje o con la historia. Para esto se plantea la narración en base a momentos de la historia en cierto modo sueltos y no puramente enlazados entre sí, dejando muchos puntos vacíos pero evitando que el espectador los eche en falta, y manejando con esto la mente del espectador de un modo que, como en La Profecía, no deja clara la realidad de lo que ocurre y permite varias interpretaciones a la historia, todas ellas enfermizas por uno u otro motivo, sin perder en ningún momento lógica.
De todos modos, esta fragmentación y separación entre escenas provoca una serie de errores de lógica en los diálogos en cuanto a que estos se ven obligados a explicar en varias ocasiones los tiempos narrativos, explicando al espectador el tiempo que ha pasado, pues todo parece un tiempo continuo, tal y como ocurría en The Cremator, pero sin la intencionalidad ni originalidad de los cambios del film checoslovaco. De todos modos, esta estrategia también sirve para conseguir un ritmo cojonudo, aunque muestre un pequeño bajón en la parte media, mientras se prepara el intenso final donde habría que destacar la soberbia tensión que se consigue, y el extrañamiento que supone esa especie de epílogo que contiene, donde realmente la felicidad mostrada esconde demasiadas cosas oscuras y feas.
Para este epílogo final tan extraño y original, ayuda en gran medida el trabajo de Ted Post como director, que nos lo muestra en una imagen idílica, aún a sabiendas de que no lo es tanto una vez analizada. En cuanto a su trabajo en el resto del film, la puesta en escena en muchas ocasiones puramente televisiva choca con planos que ayudan a subjetivizar la extrañeza de la acción permitiéndose experimentar un poco, estando especialmente situados en momentos con fuerza, y apoyando con esto el ritmo global del film. Además, a esto le apoya la dirección de foto de Michael D. Margulies, perfectamente natural y poco evidente en la mayoría del film, aunque aprovechando el clímax final para enrarecer el ambiente mediante juegos imposibles, que tienden a desorientar al espectador, aunque ayuden en darle fuerza al conjunto.
El montaje, hecho por Dick Wormell y Bob Crawford Sr., pues en gran parte también culpable de esa sensación de continuación de la acción entre escenas que citaba anteriormente y que lía un poco la mente del espectador, aunque consiguiendo un trabajo bastante decente en cuanto al ritmo con que presenta la historia.
Y el sonido, un trabajo curioso cuanto menos, donde destaca por encima de todo la utilización constante de sonidos de bebé en lugar de la voz de David Mooney, ayudando en todo el extrañamiento del que hace gala y en la ambientación enfermiza. En cuanto al resto, pues aunque destaca en algunos momentos la postproducción del audio, como cuando le dan la paliza a la canguro, en general está bastante bien a pesar de que el ambiente se quede demasiado aislado y pierda credibilidad por ese lado, aunque le dé mucha más cercanía a los personajes y extrañeza subjetiva al conjunto. La música, bastante adecuada, apoyando donde hace falta al relato y lo que transmite, aunque sin destacar demasiado por ninguna característica concreta.
Las actuaciones, con un nivel global más que adecuado, aunque no sobresaliente. En el caso de David Mooney, pues un personaje con dificultades que solventa bastante bien, destacando la cara inocente que logra poner en muchos momentos, aunque en otras ocasiones se quede sin recursos para conseguir seguir siendo un bebé y expresar lo que intenta expresar a los otros personajes. Anjanette Comer, por su parte, mostrando bastante bien en la mayoría del film la frialdad y falta de personalidad que el personaje requiere, en contraposición a los momentos más desquiciados, que también están bastante conseguidos.
En el caso de Ruth Roman, su creación del personaje se vuelve muy extraño y lleno de variaciones, dando pie a un personaje contradictorio (necesario para el guión) y que no acabamos de poder conocer. Aún así, se excede en más de una ocasión, llegando a resultar falsa. Y Marianna Hill y Susanne Zenor pues las más bajas de entre los personajes importantes de la historia, forzando ambas sus papeles, aunque logrando que sus personajes funcionen lo suficientemente bien.
En resumen, un film cojonudo, lleno de momentos que destacan lo enfermizo de sus personajes y su historia en general, y que técnicamente consigue situarse en el punto correcto, aunque plantee algunos errores de guión o interpretación.
Originalidad/Riesgo: 10.0
Técnica: 8.0
Guión: 8.5
Actuación: 7.0
TOTAL: 8.5
martes, abril 13, 2010
Mega Shark Vs. Giant Octopus
Título:Mega Shark Vs. Giant Octopus
Director: Ace Hannah
Año: 2009
País: USA
Duración: 89
En unas pruebas militares, un glaciar es destruído. De allí surgen dos monstruos gigantes: un Megalodón y un Pulpo Gigante. La casualidad quiere que Emma (Deborah Gibson), una científica amante de los animales, esté por allí poniéndoles música de Bach a las ballenas, y vea todo lo ocurrido. Uniéndose a su antiguo profesor, Lamar (Sean Lawlor) y a un colega japonés, Seiji (Vic Chao), y tras ser obligados y controlados por los cuerpos militares de USA y Japón, intentarán salvar al mundo de la destrucción a la que estos dos titanes pueden llegar a someterlo.
Hablar de cine de grandes criaturas que amenazan el mundo y citar cosas como Godzilla (Japón Bajo El Terror Del Monstruo), King Kong o las series B americanas de los 50 como podría ser Them! (La Humanidad En Peligro) no es que sea nada especialmente original. Pero si usted cita en una conversación de esas características algo como Mega Shark Vs. Giant Octopus, seguramente mucha menos gente la haya visto. Y no es nada que reprocharles, la verdad. De entrada ya por la fama que tienen los chicos de The Asylum.
Y es que es curiosa una producción de esta empresa que no explote videográficamente ningún éxito de última actualidad, y ni siquiera una tendencia genérica de moda, encontrándose como únicas pelis de cierto reconocimiento a las que se le puede encontrar similitud en cuanto a esto de los monstruos gigantes siendo un poquillo anteriores The Host o Cloverfield (Monstruoso). Y curiosamente también, se trata de su primera peli que consigue estrenarse en cines.
Aún así, tampoco es que nos encontremos ante nada especialmente original ni demasiado bien planteado, aunque sí mucho mejor que otras cintas como Death Racers. Aquí lo que se nos presenta es la prototípica historia de monstruos de tiempos remotos que salen del hielo después de milenios congelados por culpa de la mano del hombre y sus irresponsabilidades, bebiendo de este origen del hielo al igual que en la lucha de titanes prehistóricos gigantes de King Kong Contra Godzilla, aunque con la diferencia de que Godzilla, que era quien salía del hielo, había sido congelado en la peli anterior de su saga, y no en la última glaciación, y además no se puede comparar el enfrentamiento de esos dos iconos pop con el de un Megalodón y un Pulpo Gigante que ni tienen nombre, por muy bien que funcionen también como iconos.
A esto se le suma un gran peso en lo presentado de la historia de los científicos, teniendo esto mucha más presencia en cámara por la facilidad y bajo coste a que puede ser grabado, sin necesidad de seguir metiendo animaciones 3D demasiado evidentes que podrían ser pasables para el espectador al pensar en el bajo presupuesto si no se presentaran de un modo ridículo con planos repetidos una y otra vez y un afán por intentar que parezcan serios con imágenes de archivo y demás trucos que parecen sacados de la mejor época del sr. Corman o lo que es peor, de Bruno Mattei.
Con esto, la historia se desarrolla por tanto en relación a los planes de los científicos y los militares para poder vencer a los dos leviatanes estructurándose en un montón de escenas que hacen evolucionar torpemente el relato y que además van perdiendo en coherencia a medida que pasa el tiempo. Llamar la atención al respecto de cosas como el citar pero luego obviar la destrucción provocada por los gigantes marinos y la repercusión que la misma se supone tiene a nivel social y mundial, centrándose solo en USA y citando Japón sin mostrar mucho más que un ataque a un puente que suponemos el Golden Gate, bastante divertido por lo cutre, casi tanto como el ataque al avión que hizo conocida la peli y sin embargo, al mismo tiempo introduciendo elementos de giro como la historia de amor entre Emma y Seiji que no aportan nada, y realmente solo sirven para seguir fracturando un ritmo ya de por sí inconsistente. Además, los diálogos deslumbran por lo ridículos que resultan, cuando no por lo evidentes, con una falta de lógica y de credibilidad de los personajes absoluta, y eliminando toda opción de salvar la narración del film.
Desde la parte técnica, destacaría el tremendo aspecto televisivo al que la fotografía de Alexander Yellen llega con el tratamiento que hace de la imagen digital, recordando, al sumarse a la evitación de mostrar demasiado el asunto principal de la historia para ahorrar gastos y al trasfondo militar de la misma, a series del calibre de Jag o Navy. Pero aún así, la verdad es que dentro de lo mal estructurado del guión por la fragmentación, Ace Hannah (AKA Jack Perez) consigue una narrativa lo bastante adecuada y que apenas molesta, salvo en algunos momentos en que se ve traicionada al evidenciarse en el montaje de Marq Morrison algún falseamiento de planos, como el momento donde están en la playa Vince (Jonathan Nation) y Emma, con el mar a ambos lados si nos fiamos de la continuidad, o en los supuestos exteriores que cantan a decorados de un modo brutal, como es la cubierta del barco.
Un montaje, por cierto, que es en gran medida el culpable de muchos de los males de la película. En primer lugar por la cantidad de raccords de movimiento y posición que podemos apreciar, rompiendo en muchas ocasiones la acción de los personajes, como es el caso de la playa que citaba antes, o el caso de la conversación entre Emma y Seiji donde se besan, en que la mano de ella desaparece por arte de magia de su cara en cada contraplano. También destacan las transiciones mediante fogonazo blanco, así como el uso de letreros constantes para situar al espectador, y eso por dejar de lado los absurdos montajes con las imágenes de CGI que repiten planos hasta 6 veces, o que hacen cambios constantes intentando que no se note que son digitalizaciones de lo más cutre, especialmente teniendo en cuenta las posibilidades con que podrían contar para arreglarlo de un mejor modo.
A esto se suma el sonido, con mucha presencia de graves para que cause buena impresión de fuerza en el espectador, como mandan los cánones, aunque sea vacío de contenido en muchas ocasiones, y sencillamente rellene todo lo que falta de acción y potencia en la imagen y el guión. Por tanto, al menos consigue su cometido, y en gran medida incluso logra acercarse a engañar en planos grabados en la cubierta de un barco y funcionando de fondo o en las muestras de las bestias marinas y las explosiones. Además, la banda sonora funciona medianamente bien en su tampoco excesiva presencia.
Y las actuaciones, pues tal y como son de esperar en un film de estas características, más bien vacías y simplonas, empezando por la protagonista Deborah Gibson, que no consigue llegar a enseñarnos quién es su personaje ni por qué actúa como actúa, aunque la verdad es que el tópico que interpreta tampoco necesita mucha más información que la que nos da, y al menos tiene algún momento de un mínimo buen hacer en cuanto a la enunciación. Sean Lawlor, por su parte, también acaba en ese vacío del personaje que podría dar mucho más de sí, pero ya sin siquiera la más mínima credibilidad de que es un científico tan válido como se supone que es. Y un poco mejor está Vic Chao, que al menos consigue que el espectador crea en su personaje y sus acciones e inteligencia.
En cuanto a la aparición estelar de Lorenzo Lamas, que se va arrastrando tras perder la categoría de Rey de las Camas, fuerza a un militar sin demasiado sentido que ni siquiera llegamos a saber si es bueno, malo o gilipollas, puesto que cambia en cada secuencia en que interviene, y tampoco él le da alas para ser nadie. Entre el resto, destacar a Jonathan Nation, quien en el poco tiempo que está en pantalla, hace un mínimo de desarrollo, para destrozarlo con su elocución falsa y forzada.
Por tanto, un film que, aunque resulta ser mucho mejor de lo que me esperaba, solo copia líneas y soluciones narrativas tópicas, y su factura es un despropósito exploit en el peor sentido habitual en una productora como The Asylum.
Originalidad/Riesgo: 6.0
Técnica: 6.0
Guión: 4.0
Actuación: 4.0
TOTAL: 5.0