Título: Gritos En El Pasillo
Director: Juan José Ramírez Mascaró
Año: 2006
País: España
Duración: 75
El director de un manicomio perdido en mitad de ningún sitio ha decidido pintar las paredes del mismo para que ganen en alegría. Para ello, manda llamar a un dibujante de cuentos, el mejor según el propio director. El dibujante se pone a hacer su trabajo, pero descubre un pasillo oscuro en el que se escuchan gritos, y decide dejarlo para el final. Y además, en el manicomio pasan cosas raras todo el tiempo…
Cuando se habla del cine de animación, a menudo se cita la animación tradicional, la animación en 3D, la animación stop motion, las marionetas… pero siempre se obvian técnicas tan exclusivas y minoritarias como la animación con cacahuetes. Sí, con cacahuetes pintados. Y realmente es lógico y perdonable, dada la “escasa” producción de esta índole a nivel mundial.
Pero bueno, a fin de cuentas, desde los inventos del sr. Méliès con los trucajes (sirva como ejemplo El Ilusionista Del Fin De Siglo), pasando por los cortos del sr. Blackton como Humorous Phases Of Funny Faces, el cine de animación ha ido evolucionando, mezclándose y sirviendo para efectos, como la filmografía de Harryhausen, o precisamente funcionando como una base para estructurar una narratología propia, como en las obras del sr. Disney.
En la presente cinta, funciona más este esquema que seguía esa estructura de narrativa propia, bebiendo en su oscuridad de fuentes como el sr. Kafka o el sr. Poe, mezclándose con las animaciones del sr. Starewicz o, en un ejemplo más reciente, Tim Burton, pero pervirtiendo aún más la historia de lo que haría este último, hasta conseguir crear una peli de terror psicológico que funciona cojonudamente y deja un buen sabor de boca. Aún así, hay que tener en cuenta que el arranque es excesivamente lento y poco motivador para el espectador, hasta que todo lo que ocurre en el manicomio empieza a desvelarse.
Otro punto a destacar es el lugar donde se mueve el guión, siempre entre el terror serio del que hablaba en el párrafo anterior y el propio hecho de que son cacahuetes, con el absurdo que ello arrastra. Destacan detalles como los garrapiñados en lugar de electro-shocks, las nueces-perro o el hecho de que los internos sean denominados caducados mentales, todo ello sirviendo de vehículo para aligerar y entretener al espectador, sobre todo en esa primera mitad en que se está desarrollando toda la base del relato.
La ambientación está perfectamente lograda por parte de Raúl López Serrano, jugando con las formas expresionistas que se aparecen por todas partes, desde las ventanas hasta la propia textura irregular de los cacahuetes y todos los objetos, recreados en unas proporciones realmente extrañas y bizarras. El propio movimiento de los cacahuetes, a veces hecho con palos que los guían desde abajo, o a veces desde arriba, pero siempre evitando el entrar en plano, también ayuda en todo esto, y sobre todo si le añadimos la lógica falta de brazos de los frutos secos, aunque estos actúen con cosas y las agarren misteriosamente. Las características pintadas sobre los mismos consiguen darles una buena personalidad, y también apoyan toda esta extrañeza con el hecho de que sus facciones son totalmente rígidas y varían entre plano y plano, estando solo pintadas sobre la cáscara y punto.
Con esto es con lo que juega el propio director y guionista, Juan José Ramírez Mascaró, con ayuda de la fotografía de Alby Ojeda Cruz, para conseguir crear el terror y lo malsano dentro de la película, gracias también al destaque con las paredes pintadas por el protagonista, y apoyándose de nuevo en las formas expresionistas de los planos y las luces, mezclándose al entrar en los personajes con planos extrañamente sesgados en picados y aberraciones, además de seguimientos desde el exterior del edificio y otros ejemplos. Eso sí, en algún momento perdiendo en cierto modo al espectador, al no acabar de entrar ni explicar bien los espacios de movimiento, sobre todo en la salida del protagonista al exterior y la persecución.
A esta pérdida ayuda, en cierto modo, un montaje no del todo acertado por parte de Guillermo García, con momentos demasiado incómodos y planos pegados que no acaban de conseguir una explicación coherente de la acción. Y además, sin acabar de apoyar el ritmo narrativo en casi ningún momento.
Desde el sonido, pues destacar todo el trabajo de postproducción que ha habido, consiguiendo introducir bastante bien al espectador en el interior del film y haciéndose coherente en casi todo momento. Y la música, sin mayor destaque, la verdad, salvo la pequeña selección operística del director del manicomio.
Donde podemos encontrar un mayor bajón, es en la calidad de las actuaciones de los doblajes. Y es que me imagino que no será fácil doblar a un objeto absolutamente inanimado como un cacahuete. Pero es que la falta de fuerza y de credibilidad en que caen Gonzalo Navas, Gaspar Ramírez o Luis Jiménez son propias de uno de esos horribles doblajes dirigidos a niños, sin llegar a ser apoyados por los que están algo mejor, como los personajes de Jaime Vaca o Patricia Riquelme, quienes al menos logran hacer algo con un mínimo de interés y que permite al espectador creérselo.
Resumen:
Una peli arriesgada en su técnica de animación, y que falla en la presentación y en su actuación, pero que a medida que avanza consigue, gracias a un gran guión y una gran ambientación, convertirse en una obra de terror psicológico alucinante.
Originalidad/Riesgo: 9.5
Técnica: 7.5
Guión: 8.0
Actuación: 6.0
TOTAL: 8.0
martes, junio 08, 2010
Gritos En El Pasillo
PUNTUACION
Publicado por
Luis E. Froiz
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Etiquetas:
Análisis Cine
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